Gabriela, junto con su esposo y su hijo, llegaron a la Ciudad de México el pasado 16 de abril. Salieron de Venezuela, su tierra natal, en busca del sueño americano, pero se enfrentaron a la pesadilla de ser secuestrados por presuntos miembros del Cártel de Sinaloa, quienes les exigieron pagar 4 mil 300 dólares (78,829 pesos) por cada uno y, si no pagaban, amagaban con matarlos.
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En el campamento migrante que permanece desde hace meses en La Merced, vive Gabriela Escobar junto con su familia. A los pocos días de llegar a Ciudad de México, recibieron la aprobación de su cita migratoria CBP ONE, por lo que emprendieron un viaje hacia las oficinas ubicadas en Ciudad Juárez, Chihuahua.
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Antes de poder llegar a su destino, fueron interceptados en Durango por un grupo de sujetos, quienes los tuvieron secuestrados en una casa de seguridad por 28 días. Gabriela recuerda que en el lugar había más familias secuestradas, en su mayoría migrantes centroamericanos.
“Nos decían que, si no pagábamos, que aceptáramos las consecuencias, que iban a matar a mi esposo. Decían que eran del Cártel de Sinaloa, eran como 59 hombres con familias, la mayoría colombianos, venezolanos y ecuatorianos”.
Para su liberación les exigían pagar 4 mil 300 dólares, alrededor de 80 mil pesos, por cada uno, una cantidad que no podían pagar.
Gabriela pensó lo peor, que ahí terminaba todo. Pero, sorpresivamente, el 17 de mayo fueron rescatados por elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA).
Información dada a conocer posteriormente por las autoridades reveló que se trataba de 93 migrantes centroamericanos, entre ellos 17 niños, que estaban secuestrados en un domicilio en la colonia 16 de septiembre.
La SEDENA notificó que fueron interceptados en el municipio de Cuencamé, en Durango, por un grupo de hombres vestidos de policías.
En la casa de seguridad donde estuvieron casi un mes fueron víctimas de abuso y tortura. Ahí los obligaban a hacer llamadas a familiares para exigirles el pago de su liberación.
Tras ser rescatados, Gabriela y su familia volvieron a la Ciudad de México. Debido a que perdieron su cita migratoria, hoy buscan nuevamente obtenerla para lograr el “sueño americano”.
En La Merced Gabriela instaló un puesto provisional donde hace recargas de celulares. También brinda servicio de planchado de cejas y rizado de pestañas, oficios que aprendió en Venezuela, donde dejó su estética, donde trabajó por varios años. Para ella y su familia, volver a Caracas no representa una opción debido a la situación económica que los mantenía viviendo al día.
“La situación del país, del gobierno de Nicolás Maduro es malo, el sueldo mínimo para una persona profesional al mes equivale a 170 pesos mexicanos al mes, como 10 dólares y nadie vive con eso. Desayuno, almuerzo y cena no alcanza. La mayoría come de la basura y se está muriendo.”.
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VGB