Tras el sismo de 2017, Rocío decidió comprar una bicicleta para moverse en la Ciudad de México. Ello, al percatarse que, durante los meses de caos vial después del terremoto, los ciclistas eran los únicos que podían llegar a todos lados, a pesar de los cierres ocasionados por el levantamiento de escombros. Tras comprarla —y aprender a andar en ella— decidió acudir a una rodada ciclista en Xochimilco; sin embargo, se ponchó su llanta y se enfrentó a dos problemas: no saber cómo arreglarla y al mansplaning de varios ciclistas varones, que, más que ayudarla, la hicieron sentir incómoda.
Una experiencia similar vivió Sandra, mujer transgénero que había decidido utilizar la bicicleta que tenía guardada desde su adolescencia para evitar el acoso que sufría en el transporte público, pero no supo cómo arreglarla y abandonó la idea.
Casos como estos llevaron a Ana a impartir cursos y talleres de habilidades ciclistas exclusivos para mujeres y mujeres trans, personas que, debido a la imposición de roles, han tenido menos contacto con objetos asociados a un género, en este caso, la bicicleta y lo masculino.
"Últimamente, todos mis talleres son sólo para mujeres y personas de la comunidad LGBT, sobre todo personas trans. Los talleres son de mecánica, de habilidades ciclistas y deportivas. Creo que este conocimiento se nos ha negado durante mucho tiempo, es un conocimiento que ha estado concentrado en un nicho específico, la bicicleta fue una herramienta exclusiva de los hombres, eso no significa que sea malo, simplemente casi todas nosotras no anduvimos en bici mucho parte de nuestras vidas".
"Entonces, llegamos a la adultez, a nuestros veintes, o como muchas de mis alumnas que llegan después de los 30 y deciden andar en bici, y ese gran acto político involucra que no tengamos un conocimiento previo. Tenemos un rezago de varios años de no tener ese aprendizaje", explica Ana en entrevista con La Silla Rota.
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De acuerdo a su visión, este rezago es invisible para muchos hombres, ya que, desde pequeños, un gran porcentaje tiene acceso a información teórica y empírica sobre la bicicleta, lo que contrasta con las razones que llevan a una mujer o mujer trans a usar la bicicleta, pues, en muchos casos, lo hacen para no ser acosadas.
“La bicicleta para una mujer o una persona de la comunidad es sinónimo de libertad, pero esa libertad se ve cuarteada cuando nos sabemos qué hacer si nos pasa algo en la bici, si nos ponchamos, si le pasa algo en la cadena. Un conocimiento que muchos de ustedes sí tuvieron por experiencia, no necesariamente porque alguien se los hubiera dado, sino porque en algún momento les pasó algo en la bici y lo tuvieron que solucionar de alguna manera”, dice Ana, quien imparte talleres desde mecánica básica hasta talleres deportivos, como bicipolo".
“Hasta saber ir con el mecánico y saber qué te pasó es una experiencia que en muchos casos nosotras no tenemos. Es por eso que mis talleres, cursos y clínicas son exclusivos para la comunidad y para mujeres”.
Los cursos que imparte Ana son para todos los niveles, ya que hasta personas que no tienen bicicleta pueden tomarlos. Algunos de los talleres son:
- Taller de habilidades urbanas sobre la bicicleta
- Taller de habilidades deportivas sobre la bicicleta (Bicipolo)
- Curso para aprender a andar en bicicleta
- Mecánica básica
- Tipos y partes de la bicicleta
Se busca que estos talleres no sean sólo un espacio de aprendizaje, sino que sean espacios seguros y de socialización, donde los participantes compartan sobre sus experiencias y ofrezcan recomendaciones.
"Para las mujeres y la comunidad la bicicleta ha sido un gran recurso porque es un medio rápido para huir. Estas personas normalmente sufren acoso en la calle, en espacios públicos y por supuesto en el transporte, por lo que la bicicleta les ha aportado un medio para movilizarse y huir, suena horrible, pero si en algún momento se sienten incómodas pueden hacerlo en cualquier momento", dice.
“Poder acercarles este conocimiento es muy rico, al menos para mí, y espero que para ellas y elles haya sido de mucha ayuda”, añade Ana, quien junto a Ana Puga, reconocida ciclista de ruta, también fundó Corsa Mexica, la primera vuelta ciclista completamente femenina en México.
Esto, después de que la Unión Ciclista Internacional (UCI) prohibiera a las personas trans participar en la categoría que elles necesitan participar.
“En algunas organizaciones se les ha abierto una rama, pero lo que hacemos nosotras es ciclismo amateur, así que bienvenido quien sea”.