CDMX

Acosan en CDMX a trabajadoras sexuales; "Piden licencias que no respetan"

Trabajadoras sexuales piden a autoridades capitalinas cumplir con la expedición de licencias de trabajo no asalariado que ganaron en la Corte para evitar ser víctimas de extorsión

Créditos: LSR
Escrito en METRÓPOLI el

En 2013, Brigada Callejera logró la emisión de la Sentencia del Juicio de Amparo 112/2013, a través de la cual una jueza del Poder Judicial de la Federación obligó al Gobierno del Distrito Federal a reconocer como trabajadoras no asalariadas a las trabajadoras sexuales que laboran en la Ciudad de México, siempre que cuando no exista una relación obrero patronal reglamentada en la Ley Federal del Trabajo; sin embargo, autoridades capitalinas han incumplido con la emisión de estas credenciales, con 300 otorgadas, de 1,500 solicitudes, en 11 años.

A decir de Elvira Madrid, presidenta de Brigada Callejera, Elvira Madrid, una asociación civil que apoya a trabajadoras sexuales, mujeres trans, migrantes, indígenas, niñas, niños y adolescente que se encuentran en riesgo de explotación sexual y trata de personas, el imcumplimiento de la sentencia permite que esta población siga siendo víctima de extorsión, incluso, por parte de las mismas autoridades, en especial, de policías.

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En entrevista con La Silla Rota, Elvira Madrid, señala que a las autoridades no les conviene la expedición de estos tarjetones solicitados ante la Secretaria de Trabajo y Fomento al Empleo, pues son los propios funcionarios que les piden dinero con la amena

"Las autoridades no las quieren otorgar porque se les va mucho dinero de extorsión. De parte de la policía y de los mismos funcionarios. Legalmente ganamos ese amparo donde se exige al gobierno que tiene que reconocerlo y que tiene que darles esas credenciales, pero que a la fecha no lo han hecho (...) si incumplen con las licencias las amenazan con que se van a la cárcel, por eso sirven de mucho y por eso no las quieren otorgar".

En ese sentido, Claudia, una trabajadora sexual de 25 años, cuenta que ya tiene su licencia y que sin ella no podría trabajar de manera más segura y libre.

“Con esto es lo que yo me he hecho valer para que respeten mis derechos en la calle, como con los comerciantes. Yo les digo: "¿por qué me vas a retirar?. Si yo tengo una licencia de trabajo". Sí tiene validez porque a mí me ha ayudado para tener mi lugar limpio. Me he hecho respetar ante las autoridades porque el mismo gobierno me la expidió”.

Claudia es quien se ha encargado de llevar los trámites y ejercer presión en la Secretaría del Trabajo y Fomento al Empleo para que expidan las licencias restantes; sin embargo, aunque el trato de las autoridades llega a ser criminalizante, señala que continuará luchando para que hagan valer los derechos de las trabajadoras sexuales.

“No fue fácil involucrarme, porque estar con gente de gobierno de frente te intimida, te hacen agachar la cabeza, pero somos iguales, ¿no? Los mismos derechos que tienen ellos, los tengo yo. Tenemos detenido todo”.

Elvira Madrid señala que Brigada Callejera continuará en la lucha para que autoridades cumplan plenamente con la sentencia 112/2013.

“Seguiremos. Somos una organización que tiene mucha paciencia y empuje. El trabajo sexual se tiene que reconocer en todo México. Decirles a las autoridades que nada más se hacen tontas, es su justificación para no dar tarjetones”.

El trabajo sexual en CDMX

Parada desde la lonchería que atendía su madre en calle Manzanares, Claudia observaba cómo se llevaba a cabo el negocio de la prostitución en el primer cuadro del Centro Histórico de la Ciudad de México. A sus 19 años y con dos hijos que cuidar sola, decidió "entrarle a la chamba" en la zona más grande del trabajo sexual de Latinoamérica: La Merced.

Como todas las personas que empiezan en este oficio, Claudia fue llevada con la “mera mera”, la madrota de la calle, quien da el visto bueno a las trabajadoras y les pone una cuota para dejarlas trabajar.

“Me dijo: sí, párate ahí. Cualquiera que se te quiera poner al brinco a mí me dices”.

La aparente protección que dan las madrotas a las trabajadoras tiene un precio. Claudia tenía que pagar derecho de piso y si la policía pasaba por la zona, había que darles alrededor de 1,700 pesos para que no se las llevaran.

Cuando se inició en el oficio, la mayoría de las trabajadoras de la zona eran de edad avanzada. Eso representaba un problema para ella porque tenía que cumplir con reglas adicionales para no afectar el trabajo de sus compañeras: tenía que cobrar más caro para no “robarle” los clientes al resto de las trabajadoras.

“La regla era que yo tenía que cobrar más. Si ellas cobraban 150 pesos con toda la habitación incluida, yo tenía que cobrar lo mismo o hasta un poco más, por mi edad. Cobrar un poco más para no jalar clientes, para no robarmelos”.

En La Merced, las alarmas se encienden cuando hay operativos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC-CDMX). Las trabajadoras sexuales conocen los modos salvajes y denigrantes con los que operan los policías.

“Pasaban las camionetas, te subían y cuidado que pusieras resistencia porque te golpeaban. Te sacaban del hotel y si estabas ocupada te sacaban del hotel encuerada. Eran 15 días encerrada, no podía acercarse ninguno de tu familia, no podía ir alguien a sacarte”.

Actualmente Claudia sigue ejerciendo el trabajo sexual en la zona del Centro Histórico. Su trabajo le ha permitido sacar adelante a sus hijos y a su familia, pero, en un contexto de normalización de la violencia contra las trabajadoras sexuales, encontró un refungio y apoyo emocional y jurídico en la sede de Brigada Callejera, a unas calles de la Plaza de La Soledad, en la calle de Corregidora

“Me hago cargo de mi mamá. Tengo una hermana mayor enferma, ahorita me hago cargo de ella, de sus hijas. De mis otros sobrinos y ayudo a mis hijos también. Mi papá está perdiendo totalmente la vista y ya tampoco trabaja”.

 

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