La temporada favorita de muchos mexicanos está por llegar, y con ella el Día de Muertos, una de las celebraciones más importantes en la Ciudad de México y el Estados de México. En esta festividad, la flor de cempasúchil es un elemento esencial, ya que los mexicas la consideraban un símbolo de vida y muerte.
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La tradición de adornar tumbas y ofrendas con la flor de cempasúchil tiene su origen en la época prehispánica, ya que se cree que sus pétalos amarillos guían el camino de los difuntos en su visita al mundo de los vivos, ya que contienen el color y aroma del sol. Sin embargo, esta flor también está vinculada a una historia de amor entre dos niños que crecieron juntos desde su nacimiento: Xóchitl y Huitzilin.
¿Qué cuenta la leyenda de la flor de cempasúchil?
La leyenda de la flor de cempasúchil comienza con dos jóvenes enamorados: Xóchitl, cuyo nombre significa "flor", y Huitzilin, que en náhuatl significa "colibrí"; quienes para demostrar su amor eterno, subieron juntos a una colina donde vivía Tonatiuh, el dios del sol, para pedirle su bendición. Al ver la sinceridad de su amor, Tonatiuh aprobó su unión y prometió protegerlos.
Sin embargo, la felicidad no duró mucho. Huitzilin fue llamado a la guerra para defender a su pueblo y, tiempo después, Xóchitl recibió la noticia de su muerte en batalla. Desconsolada, pidió a Tonatiuh que le permitiera reunirse con su amado en la eternidad. Compadecido, el dios lanzó un rayo dorado sobre ella, transformándola en una flor brillante que permaneció cerrada durante mucho tiempo.
Un día, un colibrí, atraído por su aroma, se posó sobre la flor. Al instante, esta se abrió, mostrando sus pétalos dorados. Era Huitzilin, quien había vuelto en forma de colibrí para estar junto a Xóchitl. Desde entonces, la flor de cempasúchil simboliza su amor eterno, y se dice que mientras haya cempasúchiles y colibríes en los campos, su amor perdurará para siempre.
¿Cuál es la moraleja de la leyenda?
En el Día de Muertos, se cree que el aroma de la flor de cempasúchil guía a las almas de los difuntos hacia las ofrendas en el mundo de los vivos. Este aroma simboliza el amor que orienta a quienes se han ido, con la esperanza de que regresen cada año para reencontrarse con nosotros, tal como lo hicieron Xóchitl y Huitzilin más allá de la vida.