INSEGURIDAD

Doble milagro: Roberto salva a bebé de balacera en Iztacalco, lo hieren y sobrevive

Roberto Santiago Manzano dio la vida por proteger a una bebé y su madre que quedaron en medio del fuego de la balacera en Iztacalco, el pasado 2 de enero; sobrevivió y ya está al lado de sus 4 hijas

Protegió con su cuerpo a un bebé que iba caminando con su madre, cuando se desató la balacera del pasado 2 de enero en Iztacalco
Roberto Santiago Manzano.Protegió con su cuerpo a un bebé que iba caminando con su madre, cuando se desató la balacera del pasado 2 de enero en IztacalcoCréditos: Cortesía
Escrito en METRÓPOLI el

Son las 14:51 horas cuando la cotidianidad de los comerciantes de la colonia Agrícola Oriental, en Iztacalco, se ve interrumpida por una secuencia alarmante de disparos. Roberto Santiago Manzano va caminando por Sur 16 cuando empiezan las detonaciones. Delante de él, camina una mujer con una carriola y la reacción inmediata de Roberto es proteger a la niña. En segundos, el sonido de las ráfagas se apaga y se enciende la incertidumbre. Roberto grita: "¡hay heridos!". El pasmo llegó enseguida. "Usted también está herido, señor", fue lo último que escuchó Roberto antes de desvanecerse sobre el asfalto regado de sangre y quedar inconsciente.

ÚNETE A NUESTRO CANAL DE WHATSAPP. EL PODER DE LA INFORMACIÓN EN LA PALMA DE TU MANO

Desde hace 4 años, Roberto se dedica a lavar y a picar fruta en un puesto de postres ubicado sobre Sur 20 y Oriente 259, pero, la mañana de ese 2 de enero él fue notificado por su patrón que no le tocaría chambear. Roberto aprovechó para ir a recoger su credencial de elector al Módulo Granjas México, ubicado en Añil 571, sobre Eje 3 Sur.

El cronómetro lo fue aproximando al lugar de los hechos. Minutos antes de las 14:30 horas, Roberto pasó a realizar un trámite a la tienda Coppel ubicada sobre Sur 16. Como no lo atendieron, fue a comer a un puesto ubicado sobre la calle Oriente 237. Comió y se alistó para ir a casa, sin saber que en las próximas horas despertaría en un hospital.

A las 14:51 horas, Roberto viró sobre Sur 16 y Avenida Rojo Gómez  frente a la zapatería La Luna. Sin querer, quedó atrapado entre los disparos que accionaban agentes de la Policía de Investigación y presuntos extorsionadores de la zona.

Disparos, sirenas y gritos al unísono. Roberto escuchó a una señora decirle que él había recibido una bala. Se tocó la espalda y notó que estaba sangrando. Es lo último que Roberto recuerda de aquella tarde en la Agrícola Oriental. Se fue a “blancos” y cuando recobró la conciencia estaba tendido en una camilla en el Hospital de Balbuena.

Vivir para contarla

La bala que entró al cuerpo de Roberto quedó a milímetros de su pulmón, casi lo perfora. “Fue un milagro”, le dijeron los médicos. Si el proyectil hubiese impactado de forma recta, Roberto no estaría contando la historia.

El martirio para Roberto no terminó, ni termina en la bala. En el Hospital General de Balbuena se enfrentó a las irregularidades normalizadas de los centros públicos de salud en México, donde la atención se ruega. La primera alerta de ello ocurrió al día siguiente de la balacera cuando los médicos lo dieron de alta. Ese 3 de enero llegó al hospital personal del Ministerio Público a tomar la declaración de Roberto.

"No pueden darte de alta de un día para otro, porque es lesión por arma de fuego", le dijeron.

Los médicos desistieron de su intención de dar de alta a Roberto. En lugar de brindarle los cuidados necesarios, la desatención del personal persistió.

“Ese día ni estudios, ni tomas de glucosa me hicieron. Incluso, me retiraron el suero. Ese mismo día me enteré que me iba a quedar”.

SÍGUENOS EN EL SHOWCASE DE GOOGLE NEWS 

Una noche más en el hospital. El frío del invierno golpea a la Ciudad de México y también a la familia de Roberto: sus cuatro hijos se preguntan por él y por su destino. En las inmediaciones del Balbuena el rezo y el café mantiene de pie a los familiares de los heridos. En la mañana del cuatro de enero, los médicos notifican nuevamente a Roberto que será dado de alta. La fecha coincide con la liberación de seis personas implicadas en la balacera de la Fiscalía de Asuntos Relevantes de Azcapotzalco. Las noticias que inevitablemente le llegan a Roberto son bombardeantes, agotadoras, angustiantes. Él ya no quiere saber nada, quiere curarse, quiere regresar a casa, donde lo esperan sus cuatro hijas.

Roberto sale del hospital y toma el transporte público para dirigirse a su domicilio en Chimalhuacán. Piensa en su herida, pero también en el dinero. “¿Cómo le voy a hacer?”, se pregunta. Su patrón, el vendedor de postres en la Sur 20 y 259, le paga al día.

Roberto tiene una hija con discapacidad a la que cada semana debe llevar a uno de los Centros de Rehabilitación e Integración Social (CRIS) del Estado de México. No la podrá llevar, si no trabaja, porque hay que pagar pasajes.

La última visita al Hospital General de Balbuena la tuvo este 9 de enero. A Roberto le dieron un diagnóstico más certero y le brindaron una mejor atención gracias a que su caso fue amplificado por medios de comunicación. Fue atendido personalmente por Fernando Yuri Carmona Sarabia, director de este centro de salud, quien le dijo que su vida no corre riesgo.

“Me explicaron a través del ultrasonido y documentos que no había ningún problema. Me quedó claro. Sigo teniendo la bala, van a pasar ciertos meses, para que si yo tengo alguna molestia o una dificultad, me la van a retirar. Tuvo que haber pasado una semana para que se me atendiera debidamente. Tuvieron que pasar muchas cosas para que se me diera la atención”.

Una bala y una nueva oportunidad para vivir. Roberto agradece a Dios la vida. “Yo no me esperaba esto. Soy afortunado”.