“Un piso aplastaba a otro en cascada con un estruendo horrible…en segundos el paisaje se volvió espectral, todo era desolación”. “Una enorme nube de polvo gris se levantó de entre los escombros, se formó un hongo como el de la bomba nuclear lanzada sobre Hiroshima, me salvé porque creí que me equivoqué de edificio y regresé…”.
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Así recuerdan Roberto Robles, médico jubilado del Hospital Juárez de la Secretaría de Salud, y Beatriz Lara Flores, técnica radióloga, su triste experiencia en el terremoto del 19 de septiembre de 1985 que azotó Ciudad de México y dejó una urbe rota.
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Aquella mañana, cada uno atestiguó segundos después de las 7:19 horas, tanto el colapso del Hospital Juárez del Centro -el segundo que se creó en América Latina, concebido durante la guerra de intervención estadunidense en 1847-, como del Hospital General, Infantil y Centro Médico, en la colonia Doctores.
Hace 38 años, él ya era un médico de trayectoria, y ella había acudido a las instalaciones del Sector Salud a entregar documentos para comenzar a realizar su servicio social, aunque también aprovechó para llevar a su sobrina a una consulta médica, lo que, reconoce, terminó por evitar que muriera ese día.
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De distintas generaciones, el doctor Roberto Robles y Beatriz Lara Flores alzan la voz para recuperar la grandeza del histórico Hospital Juárez del Centro, y consideran que es la mejor manera de rendir homenaje a la memoria de médicos, doctoras, directivos, enfermeras, enfermeros, personal administrativo, de intendencia y mantenimiento, que fallecieron durante el colapso del inmueble, que está en la calle Jesús María.
La Silla Rota tuvo oportunidad de charlar con ambos después de la misa que se realizó este martes 19 de septiembre de 2023 en el altar In Memoriam a los caídos, donde el Consejo de Salubridad General de la Secretaría de Salud colocó placas con los nombres de las víctimas.
TRISTES RECUERDOS
“Dicen que nadie ha caído en los brazos de la muerte, mientras exista el recuerdo en la mente de un solo amigo (…) yo no tengo prisa, tengo 80 años y sigo aquí, como dice Johnnie Walker, no así muchos colegas que murieron hace 38 años en cumplimiento del deber”, comenta el doctor Roberto Robles.
El médico retirado guarda absoluto respeto por las personas que murieron en el Hospital Juárez del Centro, pero asegura que prefiere que su recuerdo más que entristecer sea ejemplo de vida y tesón.
Señala que cuando ocurrió el terremoto de 1985 él apenas estaba por llegar a las instalaciones de la calle Jesús María, porque su horario de entrada era después de las 7:19 horas.
Sin embargo, refiere que fue un momento totalmente abrumador, ver y saber cómo la gente quedó enterrada bajo toneladas de escombro del edificio, donde todo el personal, paradójicamente, encontró la muerte justo cuando lo que mejor sabía hacer era luchar todos los días por la vida de las personas que requerían atención médica.
“Yo llegué y el edificio principal ya no estaba, sólo había ruinas, la mente no procesa en ese momento (…) todo era espectral, pero sobre todo era desolación”.
El doctor, quien durante 12 años fue jefe del área de Enfermedades Tropicales, considera que a 38 años de la tragedia, es fundamental que el actual gobierno preste mayor atención para recuperar la grandeza y excelencia en el servicio del Hospital Juárez del Centro, el cual, señala, ha quedado relegado.
Destaca que precisamente el aniversario luctuoso del terremoto debe servir “no para hacer grilla”, sino para honrar a los caídos transformando al hospital en uno de los mejores del país.
Beatriz Lara Jiménez está triste, su voz es entrecortada a cada recuerdo. Un golpe de suerte le permitió salvar la vida durante el terremoto del 85.
Iba al Hospital General a entregar sus papeles para iniciar su servicio social como técnica radióloga y le acompañaba su sobrina. “Me salvé, bueno nos salvamos porque después de salir del Metro íbamos a entrar al edificio, pero yo pensé que me había equivocado de puerta, entonces me regresé, y quedamos entre el Hospital General y el Centro Médico cuando comenzó el temblor, de no haber sido por eso seguro hubiéramos quedado bajo los escombros”.
En 1986 ingresó a trabajar precisamente en el mismo nosocomio y de inmediato sintió empatía por el personal que perdió la vida y por sus familiares, lo que la hizo fortalecer sus valores y compartir la mística de servicio del Hospital Juárez Centro.
“Ojalá y las autoridades y las personas que están arriba vieran todo eso y apoyaran a que este Hospital Juárez del Centro vuelva a vivir como antes para poder ayudar, ha crecido por todos los que estamos aquí, hay ganas de trabajar.
“Hemos pasado por muchas cosas, desde que querían cerrarlo y lo sacamos adelante, está abierto gracias a todos los que peleamos, y para honrar a las personas que murieron aquí, en su labor, trabajando, todos los recordamos mucho porque ellos nos enseñaron que a pesar de cualquier circunstancia estaban trabajando, los extrañamos y por eso los recordamos con amor y mucho cariño”.
La especialista indica que nunca va a olvidar las escenas del terremoto. “La nube de polvo gris que se levantó en forma de hongo como la bomba de Hiroshima, la gente atrapada, esa ciudad rota”.
VGB