Un par de ladrillos, un pizarrón de segunda mano y tablones de madera como mesas de trabajo fueron suficientes para que un grupo de jóvenes de escasos recursos regresaran a las aulas para el inicio del ciclo escolar 2023-2024 en el Estado de México.
TAMBIÉN LEE: El último vagón escuela en Naucalpan, como la película de Netflix
Se trata de la escuela primaria Teconextlalli, un proyecto educativo ubicado en lo alto de comunidad de San Pablo Atlazalpan, considerada una las zonas con mayor rezago en el municipio de Chalco, al oriente del Valle de México.
Te podría interesar
“Aunque ya es un pueblo muy poblado, no hay ni una escuela cerca, no hay ni una primaria, entonces los alumnos deben caminar o trasladarse, pero es caro el pasaje, todo eso que nos invita a seguir trabajando”, explicó Marcos Peñaloza García, impulsor de la escuela.
El proyecto se ubica dentro de la colonia Tleconoxtitlallic, una zona irregular que ha sido fraccionada por ejidatarios y que ha registrado un crecimiento urbano, pese a las carencias de drenaje, luz y agua potable para sus cerca de 200 habitantes.
Te podría interesar
En esta zona, los más pequeños no tienen oportunidad de ir a la escuela por su lejanía y la falta de dinero de sus padres, quienes tienen que trasladarse hasta el centro de municipios cercanos, ubicado a unos 40 minutos en transporte público, para buscar una oportunidad de trabajo.
“A nosotros nos hacen la invitación para trabajar en este espacio, una señora a la cual le agradezco mucho, la señora “Tere”. Ella nos dice, mira, es un lugar muy solo, no hay escuelas y los niños caminan grandes distancias. Aquí hay un espacio, no sé si quieras trabajar”, recuerda.
Con ayuda de maestros voluntarios y vecinos de la comunidad, el grupo decidió habilitar un predio baldío como salón de clases con restos de madera, cartón y ladrillos que son utilizados como bancos para que los pequeños, quienes incluso han desertado de escuelas por la falta de apoyos.
“Me salí de la escuela por problemas que tuve… sinceramente ya no fui. Y cuando me dijeron que podía venir aquí a esta escuela, me dijeron que podía ser abierta y nada más vine a ver al comienzo y me gustó. Me gusto como enseñan, su mecánica de enseñanza. Y aunque mi plan era que me dieran tarea y regresarme a mi casa, me quede aquí y ahora vengo diario”, explica, Rafael Hernández de 16 años.
Desde hace dos años se mudó a la “Nopalera”, como llaman a su comunidad, luego de que sus padres decidieran comprar un terreno en abonos para librarse del pago de renta. Ahora es uno de los alumnos más avanzados a quienes les regresó el gusto por los libros.
“Me quedé en sexto de primaria, entre a la secundaria unos meses y me salí. No ni meses, semanas, apenas iba a cumplir un mes, pero tuve problemas de agresividad y me sacaron. Bueno me salí y ya no regresé”.
“Como me dijeron que en la secundaria ya me podía aceptar, decidí mejor quedarme acá y fue cuando empecé a asistir aquí y nos ponen mucha más atención, nos ponen empeño. Si nos atrasamos lo recalcamos hasta que lo aprendamos y allá es como si lo haces bien y si no también te califican”, explicó.
Dice que contrario en las escuelas formales, donde “no les importa si aprendes o no, aquí te los checa y te lo revisa y si aprendiste te pasa a otra cosa y así vas subiendo de niveles y si no aprendiste te va a regresar y seguir repasando hasta aprender”.
A tres meses de su fundación, los profesores y padres de familia han avanzado en el proyecto, pese a rechazos de comuneros, ejidatarios y escuelas cercanas que tratan de descalificar el esfuerzo por edificar un nuevo plantel para cubrir las necesidades de la comunidad.
“Prácticamente, el terreno no es muy grande, son unos 780 metros que se han ido trabajando, como ves, empezamos a hacer una fosa, empezamos a hacer un pequeño salón, todo con cosas que los papás nos van trayendo”.
“(Cuando empezamos prácticamente) no teníamos nada, teníamos que hacer los trámites, teníamos un plano, se hizo un proyecto de algunos salones para construirlos y nos faltaba ir a la SEP, pensábamos formar un comité”, comentó el profesor Marcos Peñaloza.
Incluso, recientemente un grupo de ejidatarios trató de desalojar a los estudiantes por considerar el proyecto como una “invasión”, aunque el predio fue otorgado por los propios vecinos de la localidad.
“Llegaron personas por parte del pueblo, a la maestra le comenzaron a decir que ¿qué estábamos haciendo?, que aquí no podíamos estar y que nos debíamos de ir”. Dijeron que prácticamente iba a venir el ejército a sacarnos de aquí porque estábamos invadiendo”.
“Luego les dije que en la cuestión del ejército era más fácil que nos ayuden a nosotros, porque la necesidad es grande. Y entraron en razón, me dijeron que estaba bien, que fuéramos a dialogar e hicimos una mesa de trabajo y en ese momento me comentan que empezaron a salir más necesidades”, dijo.
Y es que, de acuerdo con los profesores, la falta de atención de las autoridades, la carencia de servicios básicos y el escaso transporte público, son parte de los obstáculos que tienen que librar los pobladores, en su mayoría, provenientes de zonas con alto costo de vivienda en la zona metropolitana.
“Al momento que tú estás trabajando en la escuela, salen problemas de comunidad, salen problemas de seguridad, todos los problemas. Entonces los papás empiezan a invitar en juntas, empiezo a participar y me doy cuenta de que hay una problemática muy grande, que hay una persona que tenía un transformador y que ese conectaba 80 gentes y que les quitaba la luz, problemas de carencia”.
“Otro de los problemas es la seguridad, que los están asaltando a cada rato, que los niños van a la escuela y les quitan sus mochilas… Lo feo que ha pasado aquí es que, aunque lloviera, nosotros estamos aquí con una lona, era una lona grande que compramos con la cooperación de los papas pero que se nos acaba de romper”.
Actualmente, al plantel asisten unos 40 estudiantes, entre niños, jóvenes y hasta madres de familia, que se han sumado a las tareas de enseñanza-aprendizaje con apenas una decena de libros que han sido reciclados de otras escuelas.
“La maestra no tiene un sueldo, ella no tiene un sueldo que alguien le pague, no, porque desconocemos el proceso para formar una escuela; sin embargo, estamos dispuestos a trabajar.. Hemos tocado puertas y afortunadamente hemos tenido una buena orientación. Tuvimos que crear una organización civil para poder formar la escuela, que es la que nos está prácticamente apoyando”, comentó el profesor Marcos Peñaloza.
Para Rafael Hernández, la primaria Teconextlalli se ha vuelto su principal herramienta para no perder su sueño de ser bombero, o en su defecto, seguir el ejemplo de la docencia de sus profesores para ayudar a más pequeños en situación vulnerable.
“Mis papás me dicen que voy muy bien, me checan mis libros, mis libretas, incluso me dicen que voy aprendiendo más rápido que una escuela normal… Quiero terminar mi secundaria y seguir a la prepa, pero falta que termine la secundaria. Estoy pensando si me paso a la prepa normal o seguir aquí. De preferencia seguir aquí”
- ¿Cómo se siente de perseguir un proyecto como este?
“La verdad te voy a ser honesto, a veces me siento impotente y quisiera dejar todo porque no es nada fácil. A veces uno vive cómodo, no tan difícil, pero la verdad si siente la impotencia porque ya no podemos con los gastos, las maestras pagan pasaje, muchas de las mamás nos prestan casas, incluso salió una vez un comentario de “se quieren meter a las casas”, pero les decimos que no, que nosotros venimos a estudiar, el trabajo vale la pena”
“Si tú estuvieras aquí todos los días te darías cuenta de que esto es una maravilla, que conocimiento que no se pone en práctica no sirve de nada. Hablan de Japón, China, y pienso nosotros somos México, el futuro de nosotros son nuestros niños ¿Qué le vamos a enseñar? ¿Qué le vamos a dejar? ¿Cuál es el legado? Necesitamos ingenieros, necesitamos científicos, necesitamos agricultores, entonces prácticamente esto es lo que nos está llevando a hacer este proyecto".
- ¿Qué le pediría a la próxima gobernadora del Estado de México?
“En especial a la maestra (Delfina Gómez Álvarez), por lo que he visto y conozco, es una persona humilde que me gustaría que nos visitara, que viera que estamos trabajando, que la educación no nada más es el libro, son los niños, son los papás, es el trabajo, es que nos ayude a construir una escuela”
“Que nos apoye en hacer la construcción, en hacerlo real, más de lo real de lo que está. Yo les decía a mis niños “que la escuela no es la estructura, son ustedes”, la escuela son los niños que abren y leen los libros. Es lo que le podría decir a la maestra Delfina, humildemente, que nos ayude a que pase, que esta escuela se forme, se construya, se edifique y sea un medio de progreso para México que tanto hace falta”
VGB
