Al grito de los galileos que pedían su muerte, mientras Pilatos decidía lavarse las manos en su juicio, Jesús fue condenado a ser crucificado. Entonces el viacrucis comenzó.
La tortura la vivió mientras llevaba la cruz en la espalda, los azotes, los escupitajos, las burlas, la corona de espinas y las risas, fueron parte de su condena. Poco antes de las 15:00 horas de aquel Viernes Santo, Jesucristo fue crucificado junto a Dimas y Gestas. Antes de morir encomendó su alma a Dios.
Lo anterior fue representado por las personas privadas de la libertad (PPLs) en el penal del municipio de Ixtlahuaca, Estado de México, donde ensayaron durante dos meses, todos los días, para presentar con precisión las últimas horas de Cristo, desde la Última Cena, la Última Tentación, el juicio al que fue sometido y su crucifixión.
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La representación cumple este 2023, 48 años de llevarse a cabo en el Centro de Prevención y Readaptación Social de Ixtlahuaca y para este aniversario, participaron 61 PPLs como actores entre soldados romanos, discípulos, autoridades romanas, entre otros, además de que 19 se sumaron para la escenificación y la utilería.
Para este esfuerzo, seis mujeres externas al penal, pertenecientes al Pastoral Penitenciario, participaron para dar vida a María, A Claudia, a Salomé, a Verónica, entre otras.
Judas, un acto de fe
Por primera vez, Alan Eduardo participó como Judas Iscariote, anteriormente le había tocado representar a Jesús.
“Es una preparación muy diferente ya que cuando uno representa a Jesús es una meditación, es amor, es paz, es diferente y pues Judas es malo ¿no? Al final ¡claro! se arrepiente”.
Alan está sentenciado a 70 años de prisión por el delito de homicidio, de los cuales ha compurgado 18; sin embargo, asegura que es inocente y que sólo estuvo en el lugar y tiempo equivocados.
Para él, participar en la representación es un acto de redención y de esperanza, pues, desde que ingresó al penal se ha dedicado a centrarse en su espiritualidad y en hacer sentir orgullosa a su familia.