Los hermanos Noé e Israel Cañas Ovalle, identificados como líderes de la banda criminal conocida como “La Flor”, a la cual se le atribuye el secuestro y asesinato del hijo del empresario Alejandro Martí, fueron sentenciados cada uno a más de 100 años de prisión por otros plagios cometidos por la banda.
Estos sujetos eran la cabeza visible de la estructura criminal también llamada “Los Pretricciolet”, integrada por delincuentes y ex policías, que fueron acusados de la muerte del adolescente, que devino en un histórico reclamo de Alejandro Martí: “Si no pueden, renuncien…”).
Las sentencias no están relacionadas con el caso de Fernando, sino con hechos distintos perpetrados por el grupo que se caracterizó por su alto nivel de violencia y gran despliegue de logística en sus crímenes.
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El menor de edad, que entonces tenía 14 años, fue plagiado la mañana del 4 de junio de 2008 sobre avenida de los Insurgentes Sur, a la altura de la colonia Jardines del Pedregal, cuando fue interceptado junto con su escolta y chofer en un falso retén de agentes federales.
Suman más de 200 años de cárcel
La Coordinación General de Acusación, Procedimiento y Enjuiciamiento de la Fiscalía General de Justicia (FGJ) capitalina presentó elementos de prueba que resultaron contundentes para que un juez penal dictara una condena de 131 años, cinco meses y 15 días de cárcel en contra de Noé Cañas.
Mientras que su hermano Israel recibió otra de 113 años con cuatro meses, por su responsabilidad penal en los delitos de privación ilegal de la libertad y secuestro, ambos agravados.
“En el caso de Noé ‘N’ fue sentenciado por la comisión de los delitos de privación ilegal de la libertad agravada, en perjuicio de un hombre, así como secuestro agravado, en detrimento de otro hombre y una mujer”, puntualizó Ulises Lara, vocero de la FGJ.
“En lo que se refiere a Israel ‘N’, se le condenó por la comisión del delito de secuestro agravado, también en perjuicio de un hombre y una mujer. Es importante señalar que tanto a Noé como a Israel se les relaciona como integrantes del grupo delictivo conocido como ‘La Flor’, dedicado principalmente a actividades delictivas como el secuestro”, agregó el funcionario.
De acuerdo a los antecedentes con que cuenta la FGJ, en agosto de 2002 la víctima del primer secuestro arribó a bordo de su vehículo a un centro comercial ubicado en la avenida Aztecas, en la alcaldía Coyoacán, ya que había acordado verse con un conocido, actualmente preso por el delito de secuestro en agravio de otra persona.
Al llegar cerca del estacionamiento del sitio señalado y entrevistarse con la persona referida, arribó otro hombre armado, de identidad desconocida, quien les ordenó que ambos ingresaran al vehículo del agraviado.
Casi simultáneamente, arribó Noé, quien se colocó en la parte trasera de la unidad vehicular, portando un arma de fuego, y el individuo de identidad desconocida como copiloto, para enseguida dirigirse a una casa de seguridad que se encontraba a las afueras de la ciudad.
En ese sitio dijeron a la víctima que para su rescate solicitarían una gran cantidad de dinero, pero al negociar con la familia en un primer momento, únicamente se entregó una cantidad parcial.
“Al haber transcurrido tres días de su privación de la libertad, el agraviado solicitó lo dejaran ir, ya que sería la única manera para pagar el rescate completo, por lo que los individuos lo amenazaron que si no regresaba privarían de la vida a su amigo, por lo que posteriormente se entregó una suma mayor y el otro supuesto agraviado, quien simuló ser víctima, fue liberado días después.
“Por otro lado, en el segundo caso, ocurrido en agosto de 2008, una mujer y un hombre se encontraban a bordo de un vehículo, en el centro de Tlalpan, cuando se acercó el sentenciado Israel ‘N’, portando un arma de fuego, con la que amagó al agraviado obligándolo a que se colocara en la parte trasera, al igual que su acompañante”, explicó Ulises Lara.
Mientras el citado procesado se colocó al volante, otro de los participantes de identidad desconocida, se colocó en el asiento del copiloto y un tercer sujeto se sentó al lado de la agraviada.
Según se desprende de los datos de prueba, comenzaron la marcha del vehículo, siendo seguidos por otra unidad y en el trayecto a la casa de seguridad, ambas víctimas fueron agredidas físicamente y despojadas de sus pertenencias.
Al llegar a la primera casa de seguridad, un edificio de color amarillo, subieron a un cuarto nivel, donde los esperaban otros individuos, entre ellos Noé.
La indagatoria señala que posteriormente los agraviados fueron llevados a un segundo domicilio, pero al no poder negociar con la familia, les señalaron que solamente uno de los dos se podría ir, siendo el agraviado puesto en libertad, ya que era quien podría conseguirles el dinero que pedían por sus rescates.
Días después, luego de entregarse una cantidad menor a la solicitada, la segunda víctima fue liberada.
“Es de señalar que adicional a las condenas referidas, a ambos se les ordenó el pago de multas y también se les obligó al pago de la reparación del daño a las víctimas”, indicó el vocero de la FGJ.
“La Flor” y el caso Martí
El caso del secuestro y homicidio de Fernando Martí provocó conmoción no sólo por las circunstancias que rodearon al crimen, también por el mensaje que lanzó Alejandro Martí contra los gobiernos federal y de Ciudad de México: “Si no pueden renuncien, pero no sigamos usando las oficinas de gobierno, no sigan recibiendo un suelo por no hacer nada, porque esto también en corrupción”.
La frase fue pronunciada ante el entonces presidente Felipe Calderón y el jefe de gobierno capitalino, Marcelo Ebrard, en el marco del Consejo Nacional de Seguridad Pública, y sirvió de estandarte de recamo social contra la incapacidad de las autoridades para combatir el crimen, la corrupción y la impunidad.