Personaje conservador y de mano dura, Ernesto Peralta Uruchurtu mejor conocido como "El Regente de Hierro”, gobernó el Distrito Federal (hoy Ciudad de México) durante 14 años dejando una profunda huella urbana reconocible que hoy en día son parte de capital, como son la construcción del Periférico desde el Toreo de Cuatro Caminos hasta Cuemanco, en Xochimilco, escuelas y mercados.
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El político emanado de las filas del Partido Revolucionario Institucional (PRI) que durante 14 años llevó la riendas de lo que antes se conocía como Departamento del Distrito Federal (DDF) al fungir como regente fue una parte fundamental en el urbanismo de lo que hoy es la Ciudad de México, así lo destaca Manuel Perló Cohen, investigador del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM, autor del libro Uruchurtu, El Regente de Hierro, quien a través de dos libros hace un profundo análisis de esta figura política que fue criticada por intelectuales y cronistas.
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La obra de Perló Cohen basada en el tomo 1, denominada Orígenes y primera regencia, y en el tomo 2, Auge, caída y exilio. Ambos materiales ahondan en la personalidad y el contexto del llamado “El Regente de Hierro”, así como en los cambios que sufrió la capital en los años de gobierno de Ernesto P. Uruchurtu.
La urbanización de Uruchurtu
Ernesto P. Uruchurtu fue regente del Distrito Federal de 1952 a 1966, el político sonorense gobernó bajo el poder de tres administraciones federales, Adolfo Ruiz Cortines, Adolfo López Mateos y Gustavo Díaz Ordaz.
Con la administración de Uruchurtu nació el urbanismo de la capital, aunque también el caos, el regente dio inicio a las obras de entubamiento de los ríos de la Piedad y Churubusco, la construcción del Periférico desde el Toreo de Cuatro Caminos hasta Cuemanco, en Xochimilco.
Además de estas obras, Uruchurtu fue impulsor para embellecer la imagen de la ciudad, ya que dio pie a la modernización del Centro Histórico y fue bajo su mandato que nació lo que hoy conocemos como Plaza de la Constitución.
Uruchurtu encabezó mejoras en la ciudad como la creación de parques, mercados y museos, pero limitó expresiones culturales en obras artísticas. Además dio paso al ensanchamiento de avenidas importantes, como Paseo de la Reforma, a la vez que las adornaba con flores o árboles, generando así el paisaje que tenemos hasta nuestros días entre los colores de los jardines.
El regente Uruchurtu priorizó la modernización y expansión de la red de alumbrado público e implementó el servicio de limpia de la vía pública, así como la construcción del Viaducto Piedad con su posterior ampliación mediante el Viaducto Miguel Alemán, al igual que el entubamiento del río Churubusco y la construcción y ampliación de la avenida del mismo nombre.
Otra de sus ideas para la ciudad fue la construcción de los mercados, esto con la finalidad de limpiar las calles de los comerciantes, por lo que fueron retirados tianguis y puestos ambulantes. La mayoría de los mercados edificados durante la regencia de Uruchurtu se dio en los años 50.
En su mandato se construyeron más 180 mercados públicos, como la Merced, el Sonora, el de la Lagunilla o el mercado de Peralvillo. Logro la construcción de la Ciudad Deportiva de la Magdalena Mixiuhca, el Museo Nacional de Antropología o el Museo de Arte Moderno además de la construcción de la segunda sección del Bosque de Chapultepec.
En los años, 1952 a 1964, Uruchurtu impulsó la edificación de escuelas que iban desde jardines de niños hasta escuelas de enseñanza técnica, sumando a estas obras se sumaron parques, plazas públicas, hospitales infantiles, penitenciarias, estadios y centros deportivos, también de unidades habitacionales.
En su administración se construyó lo que fue el parque de diversiones más grandes de la ciudad y donde se encontraba la Montaña Rusa (lo que antes era la Feria Chapultepec, hoy parque Aztlán).
Foto @INEHRM
A lo largo de 14 años de gobierno Uruchurtu sin duda logró una red eficiente y diversa de transporte público, camiones, taxis y tranvías se conectaban entre sí para que los habitantes pudieran desplazarse de un lado a otro.
Uruchurtu opositor a la tecnología y el Metro
La urbanización en el mandato de Uruchurtu fue su sello característico; sin embargo, Manuel Perlón en su libro “El Regente de Hierro”, señala que el político no estaba interesado en incorporar las tecnologías urbanas más avanzadas de la época, como los trenes subterráneos y otros sistemas de transporte rápido de las ciudades europeas, estadounidenses y japonesas, ni en promover los proyectos urbano-arquitectónicos de vanguardia modernista, como Ciudad Tlatelolco, ni en integrar a su ejercicio de gobierno los nuevos conceptos de la planeación metropolitana, ni en ser el gobernante de una ciudad moderna.
“Nunca se apoyó en un arquitecto o urbanista que formulara un plan para la capital de la República”.
El principal objetivo del Regente de Hierro era lograr una ciudad ordenada, eficiente, higiénica y de presencia agradable, tareas en las que alcanzó un éxito considerable. Aunque le faltó una visión más rigurosa para entender que el problema del transporte público no podría solucionarse únicamente a partir del sistema de camiones en manos de permisionarios privados y que la opción del automóvil privado no era una alternativa para la mayoría de la población, Uruchurtu simplemente le dio la espalda al problema del fenómeno metropolitano sin entender que la Ciudad de México vivía una realidad económica, social y de vida urbana que trascendía los límites del Distrito Federal, la cual requería políticas conjuntas con otras entidades políticas.
Una prueba de ello fue a principios de los años 60, cuando el regente del Departamento del Distrito Federal se opuso a la construcción de una red de transporte subterráneo lo que daría mayor movilidad a la ciudadanía; sin embargo, su negativa fue la tumba de su carrera política.
“El Regente de Hierro” argumentaba que era imposible construir el Metro debido a que la ciudad se encontraba en una zona sísmica, su suelo era pantanoso y susceptible a inundaciones.
La oposición de Uruchurtu a la construcción del Metro a lo largo de su estancia en el DDF, a su estrecha relación con la Alianza de Camioneros, y la llegada del Metro hubiera significado una competencia y un desplazamiento eventual de los camioneros, algo que a Uruchurtu no agradaba.
Su negativa a esta obra le valió ser destituido del cargo por el presidente Gustavo Díaz Ordaz, quien ya visualizaba un problema de crecimiento de transporte en la capital y, ante la falta de visión de Uruchurtu, que ocupaba el cargo desde las administraciones de Adolfo Ruiz Cortines y de Adolfo López Mateos, lo destituyó en 1966.
Finalmente, Díaz Ordaz inició la construcción del Metro y con ello evitó que en la actualidad la capital colapsara por falta de transporte público.