TRAGEDIA EN ACAPULCO

"Hice 3 kilómetros en 5 horas": la travesía de rescatar a un familiar en Acapulco

La familia Leyva tardó más de 17 horas para poder entrar a Acapulco para rescatar a la abuela, quien a sus 92 años vivió el paso del huracán Otis sola en su casa de Acapulco

Realizó un viaje de 17 horas totales para rescatar a su abuelita, de 92 años, quien sobrevivió al paso del huracán Otis
La familia Leyva.Realizó un viaje de 17 horas totales para rescatar a su abuelita, de 92 años, quien sobrevivió al paso del huracán OtisCréditos: Fabián Evaristo | La Silla Rota
Escrito en METRÓPOLI el

La familia Leyva tardó más de 17 horas para poder entrar a Acapulco para rescatar a la abuela, quien a sus 92 años vivió el paso del huracán Otis sola en su casa en el puerto. Ahora analizan cómo sortear los gastos de la destrucción y traer a más familiares a la Ciudad de México.

Luego de que el huracán Otis arrasara con Acapulco, la familia Leyva dejó de tener contacto con la abuela, María del Jesús, adulta mayor que vive sola en su casa en Guerrero.

Ante la incertidumbre, los familiares de María del Jesús, que viven en la Ciudad de México, colectaron lo necesario para realizar un viaje del que no sabían la duración, hacia Acapulco.

Gasolina en bidones, víveres y algo de herramienta, todo fue subido a una camioneta y en punto de las 5 de la mañana la familia partió a Acapulco con el objetivo de sacar a la señora María.

“El acceso a Acapulco fue muy largo, desde la salida de la Ciudad de México hasta allá fueron 12 horas. Lo peor es que cuando te acercas a la caseta de La Venta ves la destrucción, luego de allí a las primeras colonias, que son Renacimiento y Vacacional, debes armarte de mucha paciencia, porque son como 5 horas para un tramo de 3 kilómetros”, dice Mariel, nieta de la exprofesora María del Jesús.

Durante el tiempo que estuvieron varados en la entrada de Acapulco, los Leyva fueron testigos del saqueo en supermercados y la Central de Abasto del puerto.

“Llevaban diablitos, los carritos del super y hasta patines para sacar la mercancía, pero llevaban electrodomésticos, pantallas, alcohol, no vi comida”.

A la llegada de Mariel y sus padres a la casa de su abuela, encontraron que a sus más de 90 años, la señora María había sobrevivido al embate de Otis. Pero su casa no.

“La casa no se puede habitar, se cayeron muchas cosas, ventanales, puertas, es una situación complicada, se mojaron todos los muebles. El resto de mi familia está igual, con sus casas destrozadas, no pueden creer lo que pasó, están preocupados por el abasto de víveres y la seguridad”, dice Mariel.

Muros, ventanas, laminas y demás partes de la casa se las llevó el huracán. Ante la falta de servicios y la incertidumbre por la situación que reinaba en Acapulco a unas horas del pasó de Otis, la familia decidió llevarse a su abuela de regreso a la Ciudad de México.

“Los parientes están en otra onda y no tienen tiempo de atenderla, mi abuela es una persona mayor que requiere atención y por eso decidimos traerla”.

Fue así que la familia emprendió el viaje de vuelta, que si bien es menos tardado, también es complicado.

Además de los gastos para traer a la señora, se deben sumar las adecuaciones para que la adulta mayor pueda estar viviendo el tiempo que tarden en restablecer los servicios en Acapulco y se repare su casa.

“Realmente no gastamos tanto en la despensa, fue la gasolina y las primeras casetas porque antes de llegar a Acapulco no están cobrando las casetas, pero aquí en casa debemos arreglar para mi abuela: poner un barandal para que camine, adecuar para que no se resbale, vivimos en un primer piso y ella usa andadera, en fin, son otros gastos extra”.

Foto: Fabián Evaristo

Los Leyva estima que los daños en la casa de la abuela ascienden a más de 100 mil pesos, pero actualmente están considerando en traer del puerto a los integrantes más pequeños de la familia que también viven en Acapulco y están padeciendo la emergencia posterior al huracán.

“Vamos a tratar de estabilizar al resto de la familia y ver si hay que traernos a primos, sobrinos más chicos que viven allá, y los nietos y tíos vamos a invertir para levantar esa casa de nuevo”, dice con cierta resignación Mariel, mientras combina sus tareas con los cuidados de su abuela.