Tadeo tiene sólo tres años, pero a su corta edad ya ha experimentado largas jornadas de trabajo en las calles de la Ciudad de México. Todos los días, después del kínder, acompaña a su papá a vender dulces con la esperanza de que, además de tener buenas ventas, alguien les obsequie comida.
“A una bolsita le venimos sacando como unos 150 pesos al día”, dice Irving Trejo, papá de Tadeo y quien en cada jornada de trabajo reza por sacar suficiente dinero para poder comer.
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“He trabajado en la obra y pues no me pagan lo que me dicen y luego como tengo que pagar la renta igual no sale. Prefiero trabajar aquí, porque luego ya sale la comida, nos la regalan y ya no gastamos casi en comida”.
Diariamente ambos se trasladan desde Indios Verdes a la zona centro de la capital para vender paletas. “Luego vamos para la Roma o para la Condesa. Por todos lados nos conocen, nos regalan comida o ropa”.
A pesar de que Tadeo estuvo hospitalizado por una bronquitis aguda, lo que ha ocasionado que sea más susceptible a contraer enfermedades respiratorias, todos los días acompaña a su padre al trabajo porque no hay otra persona que lo pueda cuidar.
“Salimos a vender cuando él sale del kínder, como a las 3 de la tarde y ya trabajamos hasta la noche. Ahorita es difícil porque hace mucho frío y luego llueve. Él se enferma mucho y ahorita pues es estar expuestos al frío, al sol. Cuando se duerme sí se me dificulta, porque lo tengo que cargar”.
Tadeo forma parte de los 3.3 millones de niños, niñas y adolescentes, que son víctimas del trabajo infantil en México, de acuerdo con cifras de la organización Save The Children.
El “trabajo infantil” es definido por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) como “todo trabajo que priva a los niños de su niñez, su potencial y su dignidad, y que es perjudicial para su desarrollo físico y psicológico. Este interfiere con su escolarización puesto que les priva de la posibilidad de asistir a clases, les obliga a abandonar la escuela de forma prematura, o les exige combinar el estudio con un trabajo pesado y que insume mucho tiempo”.
A pesar de que en México, la Procuraduría Federal de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes tiene la encomienda de salvaguardar el interés superior de la niñez y la adolescencia, su desempeño ha sido poco eficiente.
“La Procuraduría de Protección de Niñas y Niños son las autoridades que tienen que intervenir de manera inmediata cuando hay un tema de violencia, de violación de derechos. No están haciendo lo que tienen que hacer, no tienen personal adecuado, suficiente, ni recursos para movilizarse”, señala José Lugo, Coordinador de Incidencia Política de Protección a la Niñez de Save The Children.
En entrevista con La Silla Rota explica que los presupuestos asignados a la niñez en México son poco transparentes.
“La Procuraduría de Protección tendría que fortalecer abogados, trabajadores sociales, psicólogos. Los presupuestos que se destinan a eso no están claros. El presupuesto que está en esta Procuraduría no se refleja claramente, entonces, no hay una forma de poder valorar el impacto de estos presupuestos”.
Cifras de la organización señalan que en México 1.8 millones de niñas, niños y adolescentes realizan actividades que ponen en riesgo su salud e integridad.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Trabajo Infantil 2022 las entidades en México con mayor porcentaje de trabajo infantil son: Guerrero (24.5%), Chiapas, (20.8%), Nayarit (19.1%), Oaxaca (18.5%) y Michoacán (18%). La Ciudad de México se coloca en el último lugar de la lista con el 4%.
En promedio 7 menores asesinados diariamente en México
El trabajo infantil es sólo una forma de violencia contra la niñez. En México este fenómeno se extiende a otros delitos como corrupción de menores, secuestro, y tráfico de personas.
“El contexto de México es muy complejo. Tenemos por una parte todo lo que tiene que ver con la delincuencia organizada, los lugares donde están reclutando a niños para formar parte de las pandillas, las extorsiones. Tenemos un contexto con las autodefensas, tenemos esas imágenes de hace unos meses donde están armando a los niños para proteger a la población local. Tenemos el contexto migratorio, donde también existen estos secuestros para pedir dinero a cambio de la liberación. No estamos teniendo la capacidad como país de tener políticas públicas adecuadas de prevención de violencia contra la niñez”, alertó José Lugo.
Cifras de Save The Children señalan que en 2021 cada día 7 niñas, niños o adolescentes fueron asesinados diariamente.
“Tenemos que visibilizar que el tema de la violencia y particularmente contra niñas y niños requiere una atención emergente. Es algo que ha crecido y si no actuamos de manera emergente vamos a perder tiempo. Tenemos que generar acciones de prevención y de erradicación de todas las formas de violencia infantil desde un enfoque de derechos. Si no se erradican las primeras formas de violencia, como psicológica, mental, después se escala a lo físico, a los homicidios”.
Desde Save The Children, José Lugo insta las autoridades mexicanas a implementar estrategias de prevención de la violencia a través del fortalecimiento familiar y comunitario, así como a través del impulso de campañas de comunicación que visibilicen la situación y generen conciencia de las prácticas que violentan a las niñas, niños y mujeres.
“Que las fiscalías que conozcan de delitos cometidos contra niñas, niños, adolescentes y mujeres, cuenten con los conocimientos y capacidades necesarias para recibir y abordar las denuncias que presente la población sin temor a ser revictimizados o a que los delitos permanezcan impunes”.
Asimismo, destaca que es importante crear e implementar un Programa de Emergencia para Proteger la Vida de Niñas, Niños y Adolescentes,que contenga líneas estratégicas para la atención y protección de esta población.
El trabajo infantil en México
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Trabajo Infantil del Inegi, 3.7 millones de niñas, niños y adolescentes de 5 a 17 años realizaban trabajo infantil en México, lo que representa 13.1 por ciento del total de la población comprendida entre esas edades, que es de 28.4 millones.
El trabajo infantil se refiere a la participación de niñas y niños en formas de trabajo prohibidas y/ o perjudiciales para su desarrollo. Lo anterior, con base en la legislación nacional, así como en los convenios y recomendaciones internacionales.
Los resultados de la encuesta, publicada en 2022, muestra un crecimiento del trabajo infantil de 1.7 por ciento de respecto al 2019, cuando se realizó el anterior ejercicio demoscópico.
Del total de la población en ese rango de edad, 2.1 millones de niñas, niños y adolescentes, 7.5 por ciento laboraron en actividades económicas no permitidas, cifra similar a 2019 pero cuatro puntos porcentuales menos que en 2007. Esto incluye a quienes no cuentan con la edad mínima legal para trabajar, 15 años, o quienes realizan ocupaciones peligrosas, hasta los 17 años.
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Se clasifica como ocupación no permitida a la que realizan personas de este grupo de edad en la producción de bienes y servicios destinados al mercado, o en ocupaciones de sectores económicos, lugares o actividades peligrosas. Las ocupaciones peligrosas incluyen la producción agropecuaria para autoconsumo, construcción, minería e industria química. También la exposición a riesgos como al fuego, humedad, ruido, herramientas, químicos y residuos peligrosos. Además, se considera una ocupación peligrosa la que se lleva a cabo en lugares como bares, cantinas, minas, andamios y depósitos de basura, entre otras, de acuerdo con la Ley Federal del Trabajo.
Otro dato que arroja la encuesta es que 1.9 millones de niñas, niños y adolescentes de entre 5 a 17 años, equivalente al 6.7 por ciento de dicho sector de la población, realizaron quehaceres domésticos en condiciones no adecuadas, durante horarios prolongados y/ o expuestos a riesgos. Fue un aumento en 2022 de 409 mil niñas, niños y adolescentes, respecto al 2019.
De acuerdo con el informe del Inegi de la encuesta, las condiciones peligrosas en los quehaceres domésticos se establecen cuando las niñas, niños y adolescentes al realizarlos en sus propios hogares cargan cosas pesadas, tienen dolores de espalda o musculares, manifiestan cansancio o agotamiento, tienen problemas respiratorios o intoxicación por el uso de productos de limpieza, o no pueden cumplir con sus actividades escolares.
Otros 318 mil niños, niñas y adolescentes, lo que significa 1.1 por ciento de la población total de dicho sector, combinaban ocupaciones no permitidas y los quehaceres domésticos en condiciones no adecuadas.