Los camposantos son la huella histórica de una ciudad. Sus inquilinos formaron lazos que forjaron en su momento una sociedad, una familia, una comunidad, un amor eterno. Muestra de ello es el Panteón de La Soledad donde, además de un pedazo de la Historia del siglo XIX de la capital mexiquense, las leyendas forman parte de su encanto.
Ya sea el galope de un general sanguinario, una flor en una tumba desde hace más de 130 años como símbolo de amor o la última morada de quienes asistieron a una cena maldita, todo se ha quedado delimitado en el mismo predio.
El Coronel sanguinario
Juan N. Mirafuentes fue gobernador del Estado de México y un sobreviviente de la Guerra de Reforma. Fascinado con las sexoservidoras de la época, no dio paz a sus enemigos ni muerto.
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“Él murió antes de que se abriera el panteón, lo enterraron en lo que era el panteón de Santa Clara y dicen que cuando lo enterraron como que salió una mano”, comentó María Susana Victoria Uribe, integrante de la Coordinación de Cultura y Turismo del municipio de Toluca.
No fue sino hasta que inauguraron el Panteón General “La Soledad” que decidieron trasladarlo ahí para evitar que se escapara de la tumba.
“Decían que el general había sido muy sanguinario durante la Guerra de Reforma, entonces decidieron enterrarlo con 40 toneladas de loza encima, es la tumba más grande y la más pesada, la gente decía que, si así lo ponían, no se iba a escapar".
Pero su historia no para ahí, pues quienes cuidan este camposanto, aseguran que por las noches, el general Juan Mirafuentes, famoso por degollar a sus enemigos, sale a cabalgar, es por ello que, incluso las mujeres que trabajan por las noches, le ponen monedas en su lecho de muerte para que las proteja.
La cena maldita
A pocos metros está la tumba de los asistentes de la cena maldita organizada en 1910 por la familia Graf para celebrar el Centenario de la Independencia.
“Hicieron un megadesfile y banquetes y todo padrísimo y entonces dijeron '¿por qué no vamos a festejar?'. Hicieron un banquete con toda la comunidad alemana por todos los esfuerzos por el Centenario, en la Hacienda La Pila pero, o no estaba bien curada la cazuela donde se preparó lo alimentos o no estaba bien seleccionada la carne -son las dos versiones- pero el caso es que más de 35 alemanes murieron intoxicados por triconosis que es carne echada a perder".
En total, 14 fueron enterrados en el Panteón General y entre ellos estaba Elsa Graf, de dos años... Ella no merodea el camposanto sino la fábrica cervecera, ahora el Centro Tolzú y es la muestra de que una ciudad se puede conocer a través de sus muertos.
La tumba de los pajaritos
En el Panteón General “La Soledad” de Toluca, una de las tumbas más significativas para esta fecha es la de la Vida Cortada, emblemática por la escultura de un pájaro muerto mientras tres más observan desde un árbol el cuerpo inerte de la madre.
Aunque ya nadie visita el sepulcro, todos los días aparece una flor sobre él, símbolo del amor eterno de una madre, uno que trasciende la vida. La leyenda cuenta que fue esposo quien le prometió que todos los días habría una flor en su tumba, lo que se ha cumplido.
La lápida fue esculpida en concreto por el artista plástico Juan Gómez y fue encargada para la memoria de María de Lourdes Barbabosa, una joven madre de 35 años quien falleció en el año de 1890.
Panteón Museo
Debido a su carga histórica, se busca musealizar este panteón que sólo los valientes o los puros de corazón se atreven a caminar por las noches, si tienen suerte y prestan atención, sólo escucharán al general Mirafuentes cabalgando y les permitirá continuar con su camino en el mundo de los vivos.