La historia de Lázaro, un cubano que llegó a Pachuca, es un claro ejemplo de la compleja situación que enfrentan los migrantes en México. Salió de su país hace años en busca de una vida mejor y con la mira puesta en Estados Unidos a donde sí llegó. Trabajó en la zona minera de Arizona, pero la imposibilidad de regularizar su situación lo llevó a ser deportado. Ahora se quedó en México, donde se ha establecido en la colonia centro de Pachuca, Hidalgo desde hace casi dos años.
A pesar de las oportunidades laborales que ha encontrado, su experiencia no ha estado exenta de dificultades. Lázaro ha notado una diferencia en el trato y la paga para los extranjeros en algunos lugares, donde le han llegado a pagar menos por no tener un permiso de trabajo. Un empleador fue enfático, dijo a Lázaro que que los extranjeros no tienen los mismos derechos que los mexicanos. La situación es un reflejo de la vulnerabilidad que enfrentan los migrantes que, por su situación irregular, se ven obligados a aceptar trabajos en condiciones precarias.
La cruda realidad de los migrantes en Hidalgo
La historia de Lázaro no es un caso aislado. Muchos migrantes en Hidalgo, ante el endurecimiento de las políticas migratorias en Estados Unidos, fueron deportados y se han visto obligados a quedarse en México, convirtiendo al país en un destino y no solo en un lugar de paso. Esto ha llevado a una mayor presencia de migrantes en la vida laboral y educativa, pero también ha expuesto la falta de derechos laborales para aquellos que no tienen un permiso de estancia permanente.
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Rafael Castelán Martínez, de la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de Derechos Humanos (CMDPDH), explica que muchos migrantes, por su situación irregular, recurren a trabajos sin prestaciones laborales. Castelán señala que si bien estos trabajos informales no son exclusivos de los migrantes, la situación es aún más precaria para ellos. La crisis de empleo en el estado agrava la situación, ya que genera contrataciones con salarios bajos y sin prestaciones, y algunos empleadores se aprovechan de la necesidad de estas personas. La CMDPDH no ha recibido denuncias por estas situaciones, ya que, según Castelán, los migrantes aceptan estas condiciones para poder sobrevivir y cubrir sus gastos básicos como renta y comida.
Sin acceso a la salud
Además de los problemas laborales, los migrantes también enfrentan la falta de acceso a servicios de salud. Lázaro, a pesar de ganar un salario similar al de los mexicanos en algunos trabajos, siente que no puede acudir a las instituciones públicas en caso de enfermedad. Él y otros migrantes tienen que automedicarse, lo que pone en riesgo su salud y bienestar. Esta situación es un claro ejemplo de cómo la falta de un estatus migratorio regularizado afecta todos los aspectos de la vida de los migrantes, negándoles derechos básicos y exponiéndolos a mayores riesgos.
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Discriminación por edad
Jovani, un venezolano que también se vio obligado a establecerse en México, comparte una historia similar, pero con un matiz diferente. Él no ha sentido discriminación por ser extranjero, pero sí por su edad. A sus más de 50 años las tiendas le han negado empleo, obligándolo a recurrir a la venta ambulante de productos como bolsas de basura y encendedores para poder ganar dinero para la renta y la comida. Jovani y su hija, al igual que Lázaro, tenían como destino Estados Unidos, pero no alcalzaron a llegar y ello les obligó a quedarse en México.
México como país de acogida: ¿realidad a medias?
Las historias de Lázaro y Jovani reflejan una paradoja en la política migratoria de México. Por un lado, el país ha implementado estrategias de apertura para los migrantes, convirtiéndose en un destino para personas de diferentes partes del mundo, incluyendo centroamérica, Sudamérica, Egipto y Angola. Por otro lado, la realidad en el terreno muestra que muchos de estos migrantes no logran regularizar su situación y se ven forzados a vivir en la precariedad y sin los derechos laborales y sociales que les corresponden.
Las solicitudes de refugio en México han sido numerosas. De enero a noviembre de 2024, la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) recibió 73,317 solicitudes, con la mayoría provenientes de Honduras, Cuba y Haití. A pesar de que las solicitudes disminuyeron en comparación con 2022 y 2023, la cifra sigue siendo significativa.
El desafío de la regularización
La falta de permisos de trabajo y estancia es la principal causa de la precariedad laboral de los migrantes. Rafael Castelán explica que muchos están en proceso de conseguir la autorización, pero los trámites no son inmediatos. A menos que los migrantes tengan un permiso para trabajar, las empresas no les darán un empleo formal, lo que los empuja a entrar al mundo de la informalidad. Al menos 12 personas en Hidalgo se han acercado a la Comisión Mexicana de Defensa para pedir apoyo con los trámites ante las autoridades migratorias. Este proceso burocrático, lento y complejo, se convierte en un obstáculo más para los migrantes que buscan una vida digna en México.
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