DÍA DE MUERTOS

Cempasúchil, “regalo de la santa tierra y el fruto del trabajo”: floricultores de Doxey

El matrimonio compuesto por Raúl y Martha Valentina siembran, riegan y cuidan desde verano las semillas que en noviembre se convertirán en las vistosas flores de cempasúchil y manita de león

Doxey es una región indígena del Valle del Mezquital.Créditos: Verónica Angeles
Escrito en HIDALGO el

TLAXCOAPAN. — Han pasado cinco meses desde que Raúl y su esposa Martha Valentina comenzaron con el cultivo de la flor manita de león y tres meses desde que trasplantaron la flor de cempasúchil al huerto; hoy es tiempo de cosechar, gracias al “regalo de la santa tierra y el fruto del trabajo”.

La flor de cempasúchil y la manita de león se ocupan para adornar el altar que los vivos colocan a las personas que han muerto y su cultivo es una actividad importante para la economía de muchas familias de Doxey, Tlaxcoapan, Hidalgo.

En octubre, los campos de Doxey se llenan de color naranja y rosa terciopelo formando paisajes increíbles, junto con la crisálida y la nube. Hoy las flores están listas para adornar las tumbas y los altares con motivo del Día de Muertos.

Martha y Raúl, floricultores

A pie de carretera y justo a un lado del cultivo, Martha Valentina Sánchez ha colocado una mesa con una sombra para ofrecer los manojos de flores: 80 pesos la de cempasúchil y 100 pesos la manita de león. También la venden por surcos, 4 mil 500 la de terciopelo por una extensión de 200 metros lineales y 3 mil 300 por 300 metros lineales la de cempasúchil.

Para llegar a este momento, en junio Martha y Raúl sembraron la manita de león, dejaron caer la semilla directamente sobre la tierra, su proceso de cultivo es más tardado que el de la flor de cempasúchil.

Foto: Verónica Angeles

Para el cempasúchil, en el mes de julio, hacen un almácigo (sitio en el que se siembran semillas para su posterior trasplante) y en agosto se trasplanta al surco, para que al final del mes de octubre se cuente con un producto de calidad; su cuidado requiere de deshierbe, riego (con aguas negras), abono para que el tallo salga fortalecido y no esté débil “y no se le dé al suelo”.

Martha generalmente se dedica al hogar y Raúl al campo, además de flores, también siembran maíz y hortalizas, así es como sostienen los gastos familiares y de escuela de sus dos hijos, pero en temporada de la celebración a los fieles difuntos, ella sale de casa para apoyar en la venta y el corte de las flores.

Foto: Verónica Angeles

Nada es fácil, el cuidado, el riego que debe ser moderado, el deshierbe a pleno rayo del sol, y peor aún la seguridad de los plantíos, pues hay personas que se dedican a robar las cosechas, por eso Martha y Raúl junto con otros 70 productores se coordinan para vigilar y dar rondines por las parcelas, incluso en las madrugadas, para así evitar ser víctimas de los amantes de lo ajeno.

No tiene parcela propia

La pareja lleva alrededor de 20 años como floricultores, pero no tienen una parcela propia, trabajan a medias o rentan, el costo va desde 40 hasta 60 mil pesos por hectárea, dan gracias porque siempre han recuperado por lo menos la inversión y nunca han caído en número rojos.

La venta

Desde el 25 de octubre y hasta el 2 de noviembre se ofrecerá a pie de milpa la flor de cempasúchil y la manita de león, los precios van desde 80 pesos y 100 pesos por manojo, pero también puede ser por surco.

Foto: Verónica Angeles

Al lugar llegan algunos mayoristas, que compran para revender, ya hay trato con ellos, les preparan los manojos, dejando fuera la flor que no logró crecer, la llaman el macho y dicen que es la abeja la que con la polinización hace que algunas no logren madurar.

De lo que salga se tiene que prever el gasto para volver a comprar la semilla, pagar a los ayudantes, la renta de la tierra, insumos y otros gastos que genera la producción.

No a la piratería

Martha hizo un llamado a las personas para que consuman producto hidalguense o mexicano, ya que actualmente se ha visto flores de cempasúchil de procedencia China, pero es fácil reconocerla porque no tiene el olor cítrico y penetrante que sí tiene la de los campos mexicanos.

Foto: Verónica Angeles

Conservar tradiciones

La pareja se siente orgullosa de que gracias al cultivo de las flores se puede mantener la tradición mexicana del Día de Muertos, y confía en que sea una actividad que prevalezca por muchos años más, gracias a que se va heredando de generación en generación.

sjl