Culminó la temporada de informes municipales en Hidalgo y, como cada año, las y los alcaldes aprovecharon el escenario para presumir “logros” que, en realidad, son nada más que el cumplimiento de sus obligaciones. Se escucharon discursos en los que se destacó la recolección de basura, el alumbrado público, el pago puntual a trabajadores y hasta la limpieza de parques. Es decir, tareas básicas de cualquier administración que hoy se presentan como grandes conquistas.
Pero lo más preocupante no es lo que se dijo, sino lo que se calló. Los informes oficiales pasaron de puntillas sobre los problemas más sentidos por la ciudadanía: los baches y el deterioro de las calles. En vez de disminuir, el mal estado de la infraestructura urbana se ha agravado en la mayoría de los municipios. Y la mayoría de obras de reencarpetamiento han sido financiadas por el gobierno estatal, no por los ayuntamientos. Es decir, se atribuyen méritos ajenos.
La justificación más repetida es que “no alcanza el presupuesto”; sin embargo, conviene recordar que, antes de llegar a los ayuntamientos, los actuales ediles sabían aproximadamente de cuánto dispondrían y aun así hicieron promesas que resultaron poco realistas de cumplir. El tema de los baches es quizá el mejor ejemplo: se convirtió en bandera de campaña para muchos y, hoy, es un dolor de cabeza que simplemente se hereda entre administraciones.
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¿Y los diagnósticos?
A esta falta de resultados se suma la inseguridad. En municipios como Tula y Tulancingo, la violencia se recrudece y la percepción ciudadana empeora. Ningún informe incluyó un diagnóstico serio de este problema, mucho menos estrategias claras para enfrentarlo. Otra deuda que crece en silencio.
En la mira 2027
Mientras tanto, la ruta electoral avanza y 2027 ya aparece en el horizonte. Los actuales ediles tendrán que decidir si realmente trabajan para mejorar las condiciones de sus municipios o si, como suele ocurrir, su energía se concentrará en asegurar el siguiente escalón político.
Lo cierto es que la ciudadanía ya no compra tan fácil los discursos. Los baches en las calles y los servicios deficientes, por ejemplo, hablan más fuerte que cualquier discurso de aniversario. Lo que resta de 2025 y todo el 2026 será la verdadera prueba: o se concentran en resolver los problemas cotidianos que afectan a la gente o, de lo contrario, llegarán al próximo proceso electoral con el peso de su propia incongruencia.
Porque, al final, los informes de las y los alcaldes pueden adornar cifras, pero la realidad se mide todos los días al transitar por una calle llena de hoyos, al vivir con miedo en la colonia o al ver que los problemas prometidos siguen sin resolverse. Y esa realidad no se maquilla con aplausos ni con discursos.
Miguel Ángel Islas Pérez, columnista de LSR Hidalgo. X: @miguel_aip
