Las vacaciones se asocian con el ocio y el descanso, siendo una de las opciones el viajar para conocer diversas formas de vida, playas, bosques, desiertos, etcétera, ya que el simple contacto con la naturaleza nos permite relajarnos y desconectarnos de las actividades cotidianas; sin embargo, esa convivencia del ser humano con el ecosistema al que pertenece se denomina: derecho a un medio ambiente sano por ser indispensable para la conservación de la especie humana.
El derecho a disfrutarlo se protege a través del juicio de amparo al tratarse de un bien público y su afectación no impacta solamente a una persona, sino a la comunidad en general. Al respecto la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha determinado que se protegería con amplitud el medio ambiente cuando cualquier persona pudiera reclamar su afectación con independencia de su relación específica con el medio afectado, pero no existen mecanismos de defensa globales que lo permitan a nivel judicial y es que no contamos aun con Tribunales especializados en derecho ambiental no obstante la crisis ambiental que enfrentamos como humanidad.
Así, es través del interés legítimo como se tutela efectivamente el derecho humano al medio ambiente, pero depende de la especial situación que guarde la persona o comunidad quejosa con el ecosistema que se estima dañado con sus servicios ambientales que consisten en los beneficios que proveen de bienes y condiciones necesarias para el desarrollo de la vida, o porque impiden eventos que la ponen en riesgo o disminuyen su calidad.
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Por tanto, si un determinado ecosistema se pone en riesgo o se ve afectado, la persona o comunidad que aprovecha sus servicios ambientales, puede acudir al juicio de amparo para reclamar su protección acorde al principio de participación ciudadana que implica el deber de todos los ciudadanos de colaborar en la protección al medio ambiente para obtener el restablecimiento a su favor, ya que cada ecosistema tiene diversas áreas de influencia dependiendo de la naturaleza de los servicios ambientales que presta y el reconocimiento de este espacio geográfico pone en evidencia que cualquier persona que utiliza o habita el área de influencia o el “entorno adyacente” de un ecosistema se encuentra legitimado para ello.
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Sin embargo, la solicitud de protección ambiental no aplica solamente a los vecinos cercanos al ecosistema dañado, sino que puede ampliarse a más habitantes por los beneficios que preste el mismo, aunado a que basta la posibilidad de que los actos reclamados puedan tener impacto ambiental para que el Juzgador Federal resuelva proteger la zona de que se trate conforme al principio de precaución.
Ante la crisis ambiental que vivimos es importante tomar conciencia de que es responsabilidad de todos atender al principio de prevención, así como al deber de cuidar el medio ambiente para disfrutarlo sin riesgos, limpio, saludable y sostenible. Fomentemos el cuidar y mantener limpias las áreas naturalmente protegidas de nuestro bello Estado de Hidalgo, no solamente en épocas de descanso, sino en todo momento, así como los lugares en que habitamos y ejercemos nuestras actividades.
Violeta Sosa Zamora, columnista LSR Hidalgo.