El Mundial de Clubes 2025 se está consolidando como uno de los experimentos económicos más ambiciosos en la historia del deporte profesional. A pocas semanas de su arranque en Estados Unidos, el torneo ya ha generado cifras históricas tanto para la FIFA como para los clubes participantes, redefiniendo el modelo de negocio del futbol internacional y ensayando la lógica económica que marcará la pauta hacia el Mundial de 2026.
Hasta el momento, la FIFA ha repartido más de 1,000 millones de dólares en premios entre los 32 clubes, bajo un esquema dual que contempla tanto la participación como el rendimiento deportivo. Equipos como el Real Madrid, Manchester City, Chelsea y Bayern Múnich han obtenido ingresos que superan los 45 millones de dólares cada uno. El Real Madrid lidera la tabla de ingresos con aproximadamente 59.8 millones, seguido de cerca por Chelsea y Manchester City, mientras que el Bayern ya ha acumulado más de 46 millones y continúa en competencia con posibilidades de incrementar su cifra.
En América Latina, clubes como Palmeiras, Fluminense y Monterrey han registrado ingresos superiores a los 20 millones de dólares, estableciendo un nuevo estándar de rentabilidad para instituciones no europeas. Por su parte, clubes de Asia, África y Concacaf han capitalizado su exposición internacional con premios garantizados por participación y rendimientos que rondan los 15 millones de dólares, generando efectos colaterales en la valorización de sus jugadores y marcas comerciales.
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Estas cifras no solo representan una bonanza para las finanzas de los equipos, sino que posicionan al Mundial de Clubes como un ecosistema rentable para jugadores, patrocinadores y plataformas de transmisión. Con más de 2 millones de boletos vendidos hasta la fecha y una audiencia estimada superior a los 1,500 millones de espectadores únicos, el torneo ha disparado la ocupación hotelera en ciudades como Atlanta, Houston, Seattle y Nueva York, impulsando una derrama económica regional que compite con la de eventos como el Super Bowl o los Juegos Olímpicos.
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Un estudio conjunto de la FIFA y la Organización Mundial del Comercio proyecta que el torneo generará 21,100 millones de dólares en impacto económico a nivel global. En el caso de Estados Unidos, sede única, la cifra se aproxima a los 9,600 millones de dólares, con la creación de más de 105,000 empleos temporales, abarcando desde hotelería y transporte hasta seguridad, telecomunicaciones y servicios turísticos.
No obstante, no todo es euforia financiera. Voces críticas, como la del presidente de LaLiga, Javier Tebas, han advertido que este nuevo modelo amenaza la sostenibilidad del calendario futbolístico y podría agudizar la concentración de poder económico en un puñado de clubes élite. Se señala que el incentivo financiero sin regulación acentúa la brecha estructural entre grandes y medianos, y que el exceso de partidos globales erosiona la salud física y contractual de los jugadores.
A pesar de ello, el Mundial de Clubes 2025 está marcando una nueva frontera para la economía del deporte. Lo que antes era un torneo simbólico y de bajo interés comercial, hoy se ha transformado en una plataforma de negocios, expansión de marca y diplomacia económica global. El balón rueda, sí, pero con cada pase se mueven inversiones, se revalúan activos y se ensayan modelos de mercado en tiempo real. El futbol ha dejado de ser solo juego; ahora es un índice económico.
José Luis Lima González, columnista de LSR Hidalgo. X: @pplimaa
