La Serie Mundial de Beisbol que todo aficionado sueña se hizo realidad hace unos días: Yankees de Nueva York contra Dodgers de Los Ángeles.
Los dos equipos más populares de Grandes Ligas no disputaban el campeonato desde el año 1981, justo cuando nació la leyenda de un hombre que se convirtió en ídolo para México: Fernando Valenzuela.
La historia del “Toro” es uno de esos caprichos del destino que rebasan la ficción. ¿Qué probabilidad existía que un humilde joven saliera del desierto sonorense para conmocionar el deporte preferido de los Estados Unidos?
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Sucedió con Fernando Valenzuela, quien era uno de los 12 hijos que una pareja de campesinos crio en Etchohuaquila, un pueblo perdido en la inmensidad de Sonora.
En medio de la pobreza, el "Toro” aprendió a jugar beisbol junto a sus hermanos y desarrolló un talento innato con un increíble brazo zurdo que lo sacó del desierto. A los 16 años empezó su carrera con un equipo profesional de Nayarit; luego pasó a los Leones de Yucatán, donde fue descubierto por Mike Brito.
El cazatalentos de los Dodgers iba con la misión de ver a un parador en corto pero quien captó su atención fue un “gordito”, de escasos 18 años, que con toda naturalidad ponchó a seis bateadores cuando tenía las bases llenas.
La novena de Los Ángeles pagó 150 mil dólares para llevarse a un muchacho que no tenía la menor idea del salto que daba ni mucho menos de las condiciones que rodeaban a la comunidad latina en California, estigmatizados por su color de piel y perseguidos por su condición de ilegales.
En el año 1959, cientos de familias mexicoamericanas fueron expulsadas de sus casas por la policía para construir el Dodger Stadium en la colina conocida como Chávez Ravine. Desde ese momento, siempre hubo un recelo de los migrantes mexicanos hacia el beisbol.
Todo cambió en 1981 gracias a Valenzuela. El primer día de abril, Fernando fue el pitcher abridor de la temporada; la decisión del manager Tom Lasorda sorprendió a los especialistas, quienes se preguntaron quién era ese chico morenito que lanzaba el “tirabuzón” con efecto hipnotizador.
Ahí comenzó la magia del “Toro”, quien ganó ocho juegos consecutivos y 20 en toda la campaña para recibir los premios al Mejor Novato y al Mejor Pitcher de Grandes Ligas, cuando los lanzadores jugaban partidos completos, a diferencia de la actualidad , que no se pueden sobrepasar cierto número de lanzamientos.
Pero Fernando era un fenómeno imparable. Su popularidad se disparó en Estados Unidos y México, hasta alcanzar el estatus de héroe. La Serie Mundial entre Yankees y Dodgers de 1981 reforzó su fama con el tercer partido donde logró la victoria, encarrilando a Los Ángeles hasta el título.
Cuando la “Fernandomanía” se reflejaba en los estadios y entre amenazas de ser deportado por defender sus derechos laborales, negoció con Los Ángeles un contrato con valor de un millón de dólares.
Lo primero que hizo el “Toro” con eso fue construirle una casa a su mamá; doña Hermenegilda, quien siempre se refería a él como “mijito”.
Remate
El pasado 22 de octubre, en Los Ángeles, murió Fernando el “Toro” Valenzuela, por mucho, el mejor beisbolista en la historia de México y uno de los grandes ídolos deportivos del país. Descanse en la gloria eterna.
#CrónicasDeDeporte | Omar Pérez Díaz, columnista LSR Hidalgo. X: @omarpdiaz