A los que creen que las campañas políticas son espacios ideológicos donde se debaten las propuestas y son una batalla moral entre buenos y malos, naturalmente es vivir en un error. A los votantes hay que ofrecerles algo, hay que prometerles algo, porque así es la vida, das y recibes.
Desde la oferta primermundista de la elección estadounidense hasta la elección extraordinaria de Cuautepec de Hinojosa, el comportamiento emocional para plasmar tu voto a favor o en contra, tiene que ver con la deducción de, quién me dará un beneficio, primero en lo personal, después en lo familiar y por último a mi comunidad. En nuestro entorno las peticiones pueden ser desde el vestido de la quinceañera, la medicina, la tonelada de cemento para su casa, la lámpara, el foco, el puente, la carretera, el pozo, el árbol, el tinaco etc.
Nos guste o no, existe el voto clientelar, aquel que alimentas con beneficios directos o asistenciales, que se convierte en tu base social, por ello las asociaciones civiles que se disfrazan de vocación social, ciudadana, sin ánimo de lucro, después, los observas en la boleta electoral, ya con un partido político o de manera independiente. Esto no quiere decir que la ruta sea incorrecta, pero si importante reflexionar hasta dónde prometer, hasta dónde comprometer y hasta donde proponer.
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Es innegable que los discursos efusivos, los movimientos histriónicos de oratoria han llevado a muchos a ganar elecciones, a confrontarse y ganar la batalla a los partidos poderosos.
Pero, ¿hasta dónde una campaña política de ganar a costa de todo te puede llevar a gobernar bien, a construir gobiernos innovadores, eficientes y que garanticen la gran oferta de campaña y cuantos ejemplos hoy en día hay de éxito? Esta fórmula de persuadir al ciudadano está en su etapa de caducidad o permanecerá todavía como una fórmula de complicidad de oferta y demanda. O estamos en el inicio de la revolución de las conciencias, la hoy encarnada y constante lucha entre la ideología conservadora y liberal esta dando paso a un debate próspero y de alto nivel.
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En la antesala de la renovación del Poder Judicial a la elección libre y ciudadana, nos dará sin lugar a dudas la respuesta que necesitamos. Por ello es importante la participación activa en este país, las constantes interrogantes e inconformidades de la sociedad son el equilibrio del buen gobierno. Parece contradictorio, pero hasta ahorita no hay gobierno perfecto.
Es vital en la actualidad respondernos si un buen candidato ha demostrado ser un buen gobernante, y si no es así, cambiar el prototipo para darle paso a los buenos gobernantes y dejar de ser comprado a ser comprador y así beneficiar la oferta y demanda.
Octavio Magaña Soto, columnista LSR Hidalgo. X: @tavomaganamx