TULANCINGO.- Bajo los cimientos de la imponente Catedral Metropolitana de Tulancingo, construida en honor a San Juan Bautista, se extiende una red de túneles y catacumbas que ha alimentado durante décadas el imaginario colectivo de la ciudad. Aunque su existencia ha sido negada oficialmente por autoridades eclesiásticas, múltiples testimonios y leyendas locales continúan señalando que estos pasajes subterráneos conectan el templo con diversos puntos del centro histórico, e incluso con el cerro del Tezontle, lugar asociado con brujas y rituales antiguos.
Este misterio oculto de generación tras generación ha alimentado infinidad de mitos y leyendas. Los túneles prohibidos como les llaman, son pasadizos que antiguamente utilizaban para conectar con lugares estratégicos de la ciudad, incluso dicen, hasta con el Convento de San Francisco en la capital hidalguense, Pachuca. Además, cuentan los utilizaban para trasladar objetos sagrados, riquezas de la iglesia y realizar otro tipo de rituales.
A la fecha, los accesos a estos túneles se encuentran sellados y nadie puede hablar con certeza de su existencia. Sin embargo, los habitantes de Tulancingo han testificado se escuchan lamentos, rezos en idiomas desconocidos, e incluso han visto sombras de presencias desconocidas.
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La monja
Uno de los relatos más populares es la historia de una joven monja, quien con frecuencia recorría los túneles para reencontrarse con su amor prohibido, un militar. Durante largo tiempo consumaron su relación en los túneles hasta que ocurrió la tragedia.
La monja quedó embarazada y fue descubierta por los religiosos. Las autoridades de la Iglesia la condenaron a muerte y ocultaron su cuerpo en estos pasadizos. Son sus lamentos y su alma la que sigue penando debajo de estos túneles. Incluso, hay quienes dicen han logrado ver su silueta y sentir un aire pesado que enchina la piel y provoca los escalofríos.
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Otra leyenda, relata la desaparición misteriosa de un joven. Según relatan en los años 50, un grupo entró a los túneles; sin embargo, uno de los integrantes no logró salir. ¿Qué fue de él? Nadie supo. Jamás lo volvieron a ver. Según dicen se perdió entre la oscuridad o algo lo arrastró a la profundidad.
Albañiles que han llegado a laborar en el sitio, indican también escuchar ruidos extraños y voces que no logran identificar el significado de lo que dicen. Aunque a la fecha los accesos a estos túneles están cerrados, los pobladores prefieren evitar cruzar de frente a la Catedral por las noches, por temor a que algún alma los arrastre a lo desconocido.
Del mito a la realidad
La catedral, construida originalmente en 1528 por la orden franciscana y remodelada en el siglo XVIII por el arquitecto José Damián Ortiz de Castro, ha sido escenario de relatos que mezclan hechos históricos con elementos sobrenaturales.
Vecinos y cronistas locales aseguran que debajo del altar principal existen catacumbas que, aunque cerradas al público desde hace años, fueron en su momento accesibles y utilizadas para ceremonias religiosas y entierros de personajes destacados.
Uno de los mitos más persistentes afirma que los túneles fueron construidos como rutas de escape durante la época colonial y que algunos de ellos conducen al antiguo panteón municipal, hoy convertido en el Jardín La Floresta. Otros relatos más oscuros vinculan estos pasajes con prácticas esotéricas, apariciones fantasmales y leyendas de brujas que habitaban en las faldas del Tezontle.
A pesar de la falta de documentación oficial que confirme la extensión y propósito de estos túneles, su presencia ha sido reconocida por historiadores locales como parte del patrimonio intangible de Tulancingo. En recorridos guiados y conferencias sobre la historia de la ciudad, se menciona que las estructuras subterráneas podrían haber sido utilizadas también para almacenar objetos litúrgicos, resguardar archivos o como criptas funerarias.
¿Por qué es importante?
La Catedral de Tulancingo, con más de 300 años de historia, sigue siendo un referente arquitectónico y espiritual de la región. Su fachada neoclásica, sus torres campanario y su altar principal son testimonio de una época de transición entre el barroco y el neoclásico mexicano. Pero es su subsuelo, envuelto en misterio, el que continúa despertando la curiosidad de investigadores, turistas y habitantes que buscan descifrar los secretos que guarda bajo sus muros.
Mientras no se realicen estudios arqueológicos formales, los túneles seguirán siendo parte de la memoria oral y el folclore de Tulancingo, una ciudad de historia y leyenda. ¿Te atreves a visitarla?
jgp
