Acatlán.— A sus 50 años, Alfredo Arciniega Olvera asumió uno de los compromisos más significativos en su vida espiritual y comunitaria, representar a Jesús de Nazaret en el tradicional Viacrucis de Acatlán, uno de los más importantes del estado de Hidalgo por su arraigo, tradición y la unión de quienes año con año lo hacen posible.
“Me acerqué al Comité organizador para hacer la audición y estar dentro del elenco. Anteriormente he participado como soldado y este año quise ver la posibilidad, se dieron las condiciones y me dieron la oportunidad de representar a Jesús. Formar parte del viacrucis es una responsabilidad que todos los que participamos llevamos a cabo de todo corazón y con fe”, comparte el también abogado postulante.
Las más de tres décadas de tradición del Viacrucis en Acatlán comenzaron como una iniciativa del expresidente municipal Cruz Ortiz Trápala, en 1991, con apoyo de los integrantes del cabildo, quienes conformaron el elenco junto a algunos vecinos de la comunidad.
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La manifestación religiosa se ha consolidado como un evento de tradición en el que anualmente participan más de 300 personas, entre organizadores, servidores públicos y vecinos, quienes desde principios de año preparan cada escena, vestuario y escenografía, para dar vida a los pasajes bíblicos que terminan con la Pasión de Cristo.
La participación de Alfredo representa también la renovación del compromiso generacional, ya que varios miembros de su familia han formado parte de las representaciones en diferentes ediciones. La tradición se mantiene viva gracias al esfuerzo colectivo.
“Mi hermano mayor fue Poncio Pilatos tres años seguidos, otro de mis hermanos fue bandido durante siete años, mis sobrinos también se han sumado, yo por mucho tiempo participé como soldado y ahora que tengo la posibilidad de representar a Jesús. Este año mis dos hijos me acompañan como soldados y así muchas familias más. En la 34 representación, como yo otras personas participan con personajes importantes por primera ocasión, varios de ellos jóvenes”.
Este año participan en el viacrucis más de 350 personas, entre jóvenes estudiantes y profesionistas que se integran por primera, segunda o tercera ocasión. El ayuntamiento aportó con la elaboración de vestuario y escenografía.
“Todos tenemos el papel principal y lo realizamos con seriedad porque no es una obra de teatro, representamos pasajes con fe. Desde los niños que son soldados, los centuriones, verdugos, doncellas, los sacerdotes, Herodes, Pilatos, todos llevan una gran preparación. Personalmente estudio los diálogos, hago meditación y ejercicio para poder cargar la cruz y resistir todo el recorrido”.
Arciniega Olvera indica que en todo el proceso para encarnar y dar vida a la figura central de la religión cristiana y personaje clave en la historia judía, ha contado con el soporte y arropo de su familia, quienes lo han acompañado en la travesía.
“A mis 50 años tuve la intención de pedir al comité la oportunidad porque es algo que quería y me siento bien, me otorgaron la confianza y el ayuntamiento me ha brindado todo el apoyo, hacerlo creo hasta ahora ha sido el momento perfecto, no hay forma de expresar las emociones que me producen, pero puedo decir que es una sensación de plenitud”.
La escenificación de la vida y pasión de Cristo empezó el pasado 13 de abril con el Domingo de Ramos, continuará este jueves 17 y viernes 18 de abril, en el Exconvento de San Miguel Arcángel, donde los asistentes podrán apreciar las representaciones de diversos pasajes de la Biblia, como la última cena, los milagros de Jesús, oración en el huerto, la traición de Judas, además de actividades religiosas en la parroquia.
El 34 Viacrucis de Acatlán promete, una vez más, ser un encuentro de espiritualidad y tradición, y este año, con la entrega de Alfredo Arciniega, tendrá un nuevo rostro, pero el mismo fervor que lo ha mantenido vigente por generaciones.
“Lo que me ha dejado esta representación como enseñanza es a no perder la fe en ti, en lo que quieras hacer o a donde desees llegar. Los invitamos a todos a que nos acompañen y vivan momentos de reflexión y fe”.
sjl
