Pachuca.— Es domingo 19 de octubre y el Aeropuerto Juan Guillermo Villasana luce distinto a otros fines de semana previos al 10 de octubre. El movimiento de aeronaves se mezcla con el ir y venir de camiones cargados con víveres, voluntarios con chalecos fluorescentes y el zumbido constante de los helicópteros que despegan hacia las zonas afectadas por las lluvias en Hidalgo.
A las afueras, el ambiente también es de actividad incesante. Son pasadas las dos de la tarde y los trabajadores de distintas dependencias de gobierno del primer turno salen exhaustos, tras descargar y organizar toneladas de ayuda humanitaria que llega desde distintas partes del país.
En su lugar, entran los del segundo turno: hombres, en su mayoría, que continuarán con la labor de clasificar y empacar despensas, así como cargar y descargar productos. La instrucción para el lunes ya está dada: mujeres en la mañana, hombres en la tarde.
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Manos que ayudan
Frente a la reja principal, decenas de personas esperan por un gafete que les permita entrar a colaborar. No hubo gafetes, pero la situación se resolvió cuando Ricardo Arvizu, director del DIF Hidalgo salió personalmente por ellos y aprovechó para bromear con los empleados del Hospital del Niño y alude a su director.
El Villasana y sus inmediaciones, cercanas a la Unidad Deportiva de Pachuca, están llenas de movimiento. Mientras en las canchas se desarrollan torneos de básquetbol y futbol, en el perímetro del aeropuerto hay una vigilancia constante. La policía municipal mantiene presencia y ya hizo lo suyo: varios automovilistas fueron infraccionados por estacionarse, a su parecer, de forma indebida. Ni siquiera la secretaria particular de la presidenta del Poder Judicial del estado se salvó del intento fallido de dejar el coche en doble fila; los agentes simplemente no lo permitieron.
El flujo de vehículos no cesa. Llega personal de distintas áreas de gobierno al segundo turno, mientras que trabajadores del Poder Judicial descargan cajas con pastes y botellas de agua para los voluntarios. Poco después, arriba el oficial mayor, Orlando Ángeles, también con comida para quienes no han dejado el sitio desde temprano.
Del cansancio al deber cumplido
Los helicópteros continúan su ruta aérea entre Pachuca y los municipios afectados, mientras dentro del aeropuerto los voluntarios empacan, sellan, etiquetan. Afuera, algunos aprovechan para sentarse en el borde de la banqueta, beber agua y comentar brevemente lo que ha sido su jornada, incluso tomar la foto del recuerdo.
El día termina con cansancio, pero también con una sensación de propósito compartido: el Villasana, más que un aeropuerto, se ha convertido en el corazón logístico de la solidaridad en Hidalgo, donde convergen personal de Gobierno del estado, Marina, Ejército, sociedad civil y personas que acuden a dejar apoyo para los que hoy lo necesita.
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