LUVIAS

Abusan de localidades aisladas de Huehuetla, venden cuarto de maíz hasta en cien pesos

En El Xoñe y El Chote no han llegado víveres, tampoco hay luz, ni caminos, lo poco que hay para comer, es vendido a sobreprecio: el maíz en cien pesos, el jitomate en ciento cincuenta

A cinco días del derrumbe, dos localidades no han recibido ayuda
Alimentos.A cinco días del derrumbe, dos localidades no han recibido ayuda Créditos: Cortesía
Escrito en HIDALGO el

Pachuca.— Tras el paso del huracán Priscilla por el estado de Hidalgo, las comunidades serranas de Huehuetla quedaron aisladas entre lodo y derrumbes. Sin caminos, sin luz y sin alimentos, las familias enfrentan ahora un nuevo golpe: la especulación de precios. El maíz se vende hasta en cien pesos el cuartillo y la maseca alcanza los trescientos. Los pobladores sobreviven con lo poco que les queda, mientras la ayuda oficial no llega.

No hay camino, no hay luz, y tampoco hay maíz ni jitomate a precios accesibles. Tras el paso del huracán Priscilla, los habitantes de El Xoñe y El Chote, comunidades de Huehuetla, sobreviven entre el aislamiento, la escasez y el abuso de quienes se aprovechan de la emergencia para elevar los precios de los alimentos básicos.

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“El maíz está en cien pesos el cuartillo, el jitomate en ciento cincuenta, y la maseca nos la venden hasta en trescientos pesos. No hay de otra, porque no tenemos dónde comprar”, relata Lucero Campos Tolentino, habitante de El Xoñe, quien junto con su familia y vecinos lleva más de una semana sin poder salir del pueblo.

El aislamiento comenzó la madrugada del viernes, cuando los arroyos que cruzan el municipio crecieron de manera repentina y se desbordaron, arrasando con la carretera que conecta con San Lorenzo e Ixhuatlán de Madero, las dos rutas que permitían el acceso a la comunidad.

“Desde el martes empezó a llover, pero ya el viernes amanecimos sin paso. Se llevó la carretera. Y no fue sólo el agua, fueron los derrumbes, los arroyos, todo se vino junto”, narra Lucero, mientras explica que los mismos pobladores han intentado reparar con palas y picos lo que el huracán destruyó.

“Nos quedamos encerrados”

La comunidad de El Xoñe se encuentra a cinco horas de la cabecera municipal de Huehuetla, por un camino que, en condiciones normales, ya era difícil de transitar. Hoy, después de las lluvias torrenciales, es prácticamente intransitable.

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“Estamos encerrados. No hay paso para San Lorenzo ni para donde comprábamos. En San Lorenzo ya no venden nada, todo está cerrado”, cuenta la mujer.

Sin acceso a víveres, los habitantes dependen únicamente de lo que guardaron en casa o de lo poco que logran conseguir entre vecinos. Algunos productores, señala, aprovecharon la situación para acaparar maíz y venderlo a precios que duplican o triplican su valor habitual.

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“Hay gente que se aprovecha. Retuvieron el maíz y el jitomate para venderlo más caro. Y uno no puede salir, no hay cómo traer comida”, dice Lucero, con una mezcla de cansancio y resignación.

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Sin luz y sin escuela

El huracán también destruyó la red eléctrica. Desde el jueves pasado, las comunidades de esta zona permanecen sin energía, lo que agrava el aislamiento.

“Nos dicen que va a tardar hasta veinte días o dos meses en regresar la luz. Porque la corriente viene de Ixhuatlán de Madero, y allá también se llevó todo el puente. No pueden pasar a arreglar nada”, lamenta Lucero.

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Los niños tampoco han regresado a la escuela. Los maestros viven en San Lorenzo, y aunque algunos intentaron llegar caminando, el lodo y los derrumbes lo hacen imposible. “Ya no pueden pasar. Hay mucho lodo. Y los caminos están cayéndose”, explica.

Una economía rural paralizada

La mayoría de las familias de El Xoñe y El Chote viven de la milpa. Siembran maíz y frijol, pero el calor de los meses pasados y ahora las lluvias destruyeron parte de las cosechas. “Hubo derrumbes donde había milpas. Se las llevó la tierra. Ya no se recupera nada”, dice Lucero.

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El golpe al campo y el cierre de los caminos significan, para más de 90 familias, el riesgo de quedarse sin alimento ni ingresos durante semanas. “Somos 66 familias aquí en El Xoñe y 25 en El Chote. Todas afectadas. Nadie puede salir”, agrega.

Piden apoyo

Entre la incertidumbre y la incomunicación, la solicitud de los habitantes es clara: ayuda urgente. “Que nos apoyen con despensas, con algo de comida, porque ya no hay dónde comprar. Y que arreglen las carreteras, porque sin paso no podemos vivir”, pide la mujer.

Las imágenes enviadas desde la comunidad muestran el daño: caminos convertidos en ríos de lodo, alcantarillas destruidas y tramos de carretera a punto de colapsar. “Por donde vivimos ya se quiere caer la carretera. Si vuelve a llover fuerte, se va a ir”, advierte.

Mientras la ayuda institucional no llega, los vecinos se organizan para despejar el paso, quitar piedras y rellenar con tierra los socavones. “Vamos con picos y palas, entre muchos, pero son muchos derrumbes. Es peligroso”, dice Lucero.

Pero lo que más pesa ahora no es sólo la devastación material, sino la sensación de haber sido olvidados. A casi una semana de que comenzaron las lluvias, “No ha llegado ninguna ayuda. Nadie ha venido. Nosotros solos estamos arreglando el camino”, concluye Lucero.

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