Tulancingo. — Verónica es una joven de 32 años de edad que decidió disolver un matrimonio de diez años en el que vivió violencia física, maltrato psicológico y económico, en consecuencia, su expareja tramó un plan —que puso en marcha desde enero y completó el 18 de febrero de este año—, arrebatarle a la hija de ambos para causarle dolor, una característica de la violencia vicaria, de acuerdo con el artículo 243 del Código Penal de Hidalgo, que reconoce como delito utilizar a los hijos como instrumento para causar daño a la mujer.
Verónica puntualiza que desde hace medio año había dejado de vivir con su expareja, —un servidor público en la Secretaría de Seguridad Pública de Mineral de la Reforma—. En ese tiempo, los abuelos paternos de la niña de nueve años dejaron de contactarla y su padre la visitaba cada quince días.
“Los abuelos paternos tenían seis meses sin ver a mi hija, no le hablaban por teléfono, no venían a verla, nada. Él venia esporádicamente a verla, cada 15 días, pero él la veía aquí en Tulancingo. A partir de enero él se la empieza a llevar cada ocho días a Pachuca, entonces, como yo empecé a notar cambios en mi hija, decía que ella ya no quería vivir conmigo, me empezaba a hacer comentarios, empecé a notar la manipulación, entonces hablé con su papá y le dije que se la iba a llevar ahora cada quince días, el último día que vino por ella, ya no me la devolvió”.
El domingo 18 de febrero la expareja de Verónica no se la entregó en Tulancingo como habían acordado verbalmente, ella se trasladó a Pachuca a la casa de los abuelos paternos, la madre de su expareja le dijo que su hija no estaba ahí, luego, dejaron de entrar mensajes de WhatsApp y Facebook, le había bloqueado cualquier forma de comunicación con la niña.
ÚNETE A NUESTRO CANAL DE WHATSAPP. EL PODER DE LA INFORMACIÓN EN LA PALMA DE TU MANO
Para el miércoles 21 recibió una llamada de su expareja, le dio dos noticias: le advirtió que no volvería a ver a la niña y que había una denuncia por violencia intrafamiliar, tenía restricciones judiciales para volver a ver a su hija.
Hasta finales de 2023, la Unión de Madres Protectoras de Hidalgo llevaba el registro de 30 casos de mujeres víctimas de violencia vicaria en Hidalgo, pese a que este tipo judicial está considerado dentro del Código Penal de la entidad desde 2022, hasta la fecha ningún agresor ha sido sentenciado con esta agravante.
Tramó un plan para quitarle a la niña
Un día después de la sustracción, el 19 de febrero, la expareja de Verónica promovió una denuncia de violencia familiar, la acusó de abuso psicológico y físico en contra de la menor. Desde entonces, no ha vuelto a ver a la pequeña, la niña tampoco ha ido a la escuela, ubicada en Tulancingo, donde cursaba la primaria.
“Me manda una hoja en donde me dice que tengo una demanda y tengo orden de restricción en donde no me puedo acercar a mi hija, ni a su domicilio, de esto prácticamente ya va a ser un mes, un mes en el que no sé nada de mi hija, no sé cómo está, no sé si realmente vive en ese domicilio, no sé absolutamente nada”.
Narra Verónica que el plan para arrebatarle a la niña empezó aproximadamente en enero, que coincide con las visitas semanales a la casa de los abuelos paternos en Pachuca y una modificación en la conducta de la menor.
“Fue muy radical porque ella se empezó a portar rebelde conmigo, ya no me obedecía, ya no me escuchaba, ya no se dejaba que la abrazara, empezó a portarse muy renuente conmigo, empezó a tener comentarios hacia mí, que se quería ir a vivir con su papá, que se divertía más con su papá, que su papá le compraba más cosas, que su abuela le ponía más atención”.
Previo a las visitas a Pachuca, menciona Verónica, la niña era muy apegada a ella, debido a que su expareja permanecía largos periodos fuera de la ciudad debido a su trabajo como agente de seguridad.
“Mi hija estaba muy apegada a mi desde los tres años, ósea siempre, enfatizó más que desde los tres años porque fue cuando él empezó a irse lejos a otra ciudades y cosas así. De lunes a viernes era su escuela, le tenía la comida lista, hacíamos manualidades, le gustaba hacer figuritas de foamy moldeable, bordábamos, pintábamos, ese tipo de actividades las realizaba yo con mi hija. Los fines de semana casi siempre visitábamos a mi familia, que es el núcleo en donde mi hija creció y se desarrolló, su familia de Tulancingo”.
La mamá, tía y abuelita de Verónica la empezaron a ayudar con la educación y cuidados de la niña cuando ella empezó a trabajar, luego de que terminó la relación con su expareja.
“Me tuve que meter a trabajar porque él me dejó de dar el dinero que me daba, me redujo, me daba 600 pesos a la semana, con eso era imposible pagar agua, luz, internet, gas, todo lo de la niña, entonces yo tuve que meterme a trabajar, entonces de ahí se agarraron, y digo que se agarraron, porque él evidentemente era el que le decía que yo ya no le ponía atención, que ella se sentía sola, que ya no le prestaba tiempo, atención, por eso ella quería irse con su papá, que su papá si le ponía atención, que si jugaba con ella y le compraba lo que le pedía”.
También sustrajo a su mascota
El miércoles 21 de febrero, la expareja de Verónica irrumpió en su casa para sustraer a un perrito —que era mascota de ella y de su hija—.
“Supongo que él lo tiene todo premeditado, quizás la niña extrañaba al perro, porque era nuestra compañía, por eso lo sustrajo, para que la niña no extrañara su casa, su hogar, su ambiente, todo. Se llevó al perro para que la niña no sintiera tanto ese vacío”.
Sustracción de los hijos y enredos judiciales
En Hidalgo hay más de 250 carpetas de investigación de violencia vicaria sin resolver por el Poder Judicial estatal, entre estos expedientes está el caso de Katia Icela Velázquez Peralta, la primera en denunciar este tipo de violencia, después de tres años, su caso continúa en los juzgados. Al igual que Verónica, su expareja la denunció por violencia familiar contra sus hijos.
sjl