Tulancingo.— La Catedral Metropolitana de Tulancingo recibió con fervor y devoción las reliquias de San Judas Tadeo, las cuales permanecerán para su veneración hasta la mañana de este martes 26 de noviembre, posteriormente serán trasladadas a la Parroquia y Santuario de San Judas Tadeo, en Carboneras.
Decenas de fieles dieron la bienvenida a las reliquias, las cuales contienen fragmentos de hueso de San Judas Tadeo, están consideradas de primer grado (fragmento de cuerpo), poseen un significado espiritual profundo para los creyentes y están autenticadas por el Vaticano de Roma y la Congregación para las Causas de los Santos del Vaticano.
Las reliquias fueron recibidas con una misa por el párroco de la Catedral y colocadas frente al altar para su exposición al público, donde con fe cientos de personas hicieron largas filas para venerarlas y recibir la bendición de imágenes, rosarios, medallas y otros objetos religiosos.
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“Es importante que su llegada en el municipio porque permite que nos reunamos desde la fe y para llevar la religión a otros como lo hizo San Judas”, expresó el párroco de la Catedral, al tiempo de pedir a los fieles no caer en abusos ni creer en la novela milagrosa, donde se prometen a los devotos grandes recompensas económicas con la condición de que se hagan copias para llegar a cierto número de personas.
“Esta novela raya en la superstición y está centrada en interese económicos, no en la búsqueda de la santidad. Lo que más debe mover nuestra fe es reconocer a San Judas como santo apóstol intercesor, a quien Jesús dirigió para ser parte de los cimientos de la Iglesia. Que nuestra devoción a San Judas Tadeo nos haga crecer como verdaderos hijos de Dios, porque todos estamos llamados todos a la santidad”.
La autenticidad de la reliquia
Durante la renovación del Altar de San José, en la Basílica de San Pedro, en el Vaticano, se encontró la reliquia del brazo de San Judas, quien es conocido como el abogado de las causas difíciles. Su colocación en el relicario de madera en forma de brazo que bendice estuvo a cargo de Monseñor Sirolli y el Cardenal Carlo Odescalchi fue quien aseguró su autenticidad.
Actualmente, la tradición católica lo venera como el santo de las causas difíciles y desesperadas. Su festividad se celebra en la liturgia católica romana el 28 de octubre, aunque popularmente suele ser recordado el día 28 de cada mes, en la liturgia hispánica mozárabe se celebra el 1 de julio, mientras que en las iglesias orientales el 19 de junio.
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