PACHUCA.- Laura García Rosas tiene 56 años, se dedica a la producción de chile rayado en el municipio de La Misión, Hidalgo, antes lo hacía con su esposo, pero desde hace año y medio que enviudó, lo hace sola.
Aunque lleva 27 años en la producción de chile rayado no lo hace en una tierra propia, sino en una parcela que le presta el primo de su difunto esposo, a quien a cambio le entrega algunos kilos de chile cuando lo cosechan.
La mujer es originaria de la ciudad, pero le gusta la vida del campo “por eso, hoy que me quedé sola no me salgo de ahí, me sigue gustando. Es una satisfacción y es relajante estar dentro del campo, además te da para comer”.
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Laura siembra maíz, calabaza, cilantro, maíz, pero lo que más le gusta es sembrar chile rayado, por el proceso artesanal que representa y que lleva cerca de nueve meses todo el procedimiento.
“Me gusta el plantío de chile porque es artesanal toda la elaboración, se seleccionan los mejores chiles para obtener su semilla, por los meses de agosto o septiembre se siembra la semilla a 10 centímetros de distancia; ya para diciembre se extrae el quelite y se tiene listo otro terreno donde se trasplanta, al mes, se siembra el maíz para proteger los chiles y se hace en la parte baja del cerro, en junio o julio empieza la cosecha del chile rayado, ya tenemos los hornos y se van deshidratando con una leña que usamos”, explicó.
Laura considera que su trabajo no es valorado por los políticos, salvo algunos que los apoyan, pero que incluso han recibido burlas, y sus principales clientes son el municipio de Zimapán y los migrantes que vienen a sus casas y ya cuando regresan a Estados Unidos llevan chile, ya sea para vender o regalar. Cada kilo cuesta entre 280 y 400 pesos, dependiendo del tamaño.
La mujer asegura que es un proceso que conoce desde hace años “he sido activa quitaba monte, cosechaba, sembraba, antes con mi esposo y ahora con mi hijo que me ayuda”.
El campo no genera el dinero que ella quisiera, pero a pesar de ello para ella es una “satisfacción estar dentro y ya como segundo generar un ingreso. A veces, es baja la recuperación más cuando se emplean peones es poco lo que se recupera. Lo veo ya no tanto para ganar, sino como un pasatiempo”.
Le gusta que puede llegar con una carne a la milpa y ahí mismo están los tomates y los chiles para hacer una salsa, y acompañarlos con un elote asado en los mezotes (leña). “Entrar al chilar cuando la milpa está crecida es muy relajante, incluso ir a comer es relajante, así como es cansado a la vez es relajante”, expresó.
Los chilares –dice– no son zonas planas, es puro cerro, pero aun así le encanta caminar entre el chilar, ver el maíz, las calabazas, el cilantro, el frijol.
Finalmente, menciona que de una hectárea sembrada se logra sacar cerca de 15 costales de chile, que son cerca de 10 kilos tras la deshidratación.
sjl