A UN AÑO DE LA TRAGEDIA

Las aguas negras que inundaron Tula se llevaron los recuerdos de Lucrecia

Un álbum de fotografías, la colección de acetatos de su padre, una máquina de coser y un recetario que empezó hace 30 años son recuerdos de Lucrecia que fueron arrastrados por la inundación del 6 de septiembre

La señora Lucrecia volverá a empezar a escribir su recetario.Créditos: Lorena Rosas
Escrito en HIDALGO el

TULA DE ALLENDE.- Bajo las agua negra se perdieron los objetos más valiosos que tenía Lucrecia: medio centenar de fotografías de su historia familiar, unos acetatos y una máquina de coser que le heredaron sus papás y una recetario que llevaba años escribiendo.

La casa de la señora Lucrecia Mera está ubicada en una de las zonas más afectadas de la inundación del 6 de septiembre. Vive en la calle Manuel Rojo del Río, a unos 300 metros del Hospital Zona Número 5 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), donde fallecieron 17 pacientes. 

La señora de 83 años de edad llegó a vivir al centro de Tula a los 23 años, cuando se casó con su marido, quien ya falleció. A lo largo de 60 años, la adulta mayor fue guardando objetos que son irremplazables.

Los obsequios que le dieron sus papás, el recetario de cocina que elaboro por años, algunos con recetas que escribió, otras que consiguió con recortes de revistas y algunas que aprendió en cursos a lado de otros adultos mayores.

“Tenía yo muchas recetas de soya, de tostadas de trigo, muchas cosas que ahora ya no, pero voy empezando a hacer mi libreta otra vez”. 

El agua se llevó un par de vestidos que Lucrecia tejió para sus nietas, los tenía guardados para obsequiárselos y ahora se arrepiente de no dárselos antes de la inundación.

Los 30 acetatos que eran de su padre también desaparecieron, entre ellos iba un acetato con canciones infantiles de Cri Cri. Lo mismo pasó con una consola musical y una máquina de coser que le heredó su mamá.

“Esa máquina tenía 40 años conmigo, pero tenía mucho más tiempo porque mi papá se la compró a mi mamá en abonos. Era una máquina Singer antigua, que tenía un mueble de madera”.

Desde el exterior de su casa, que fue rehabilitada con pintura blanca, puerta de aluminio y ventanales con marcos negros, recuerda como a las 11 de la noche del 6 de septiembre, salió a la calle Rojo del Río porque escuchó voces, su vecina Conchita era desalojada en silla de ruedas.

Cuando intentó regresar a su hogar para resguardarse fue imposible, en menos de 10 minutos el agua le llegó al pecho, se subió a unos escalones que tiene en su patio y al ver que el agua subía cada vez más, cruzó a la casa de sus vecinos, un edificio de tres pisos. 

“Yo dije: va a ser ligerito, me subí en una escalera verde, pero veía que subía y subía el agua. Yo estaba solita en las escaleras, mi hija estaba dentro de la casa queriendo rescatar su teléfono y computadora”.

Resguardada en la parte más alta del inmueble de su vecina, Lucrecia narró como ella y otras 10 personas que también estaban en el lugar, observaban como la corriente del agua se llevaban los muebles de las casas

“Pasaban toda clase de cosas, botes de basura, refrigeradores, bicicletas. Yo logré salir hasta que amaneció”. 

La mañana del 7 de septiembre, Lucrecia se trasladó con una de sus hijas que vive en la colonia Iturbe, también en Tula, a su casa regresó ocho días después del siniestro, cuando llegó su hogar ya no tenía lodo, tampoco muebles ni mucho menos los obsequios que heredó de sus padres.

“Cuando regresé ya le habían sacado el lodo, pero la casa estaba vacía, sin ningún mueble, me puse a llorar, pero ya yo no arreglaba nada, fue una cosa muy terrible”.

Hace un año, Lucrecia al igual que sus vecinos perdió todo, la cama donde dormía hasta la ropa que vestía, la adulta mayor dice que sigue usando las prendas que le regalaron después de la tragedia.

Con la ayuda de su familia ha comprado algunos muebles para su casa y dice que volverá a empezar a escribir su recetario.

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