TULA DE ALLENDE.- La fotografía de Salvador y otros fallecidos enmarcan la entrada principal de lo que era el Hospital General de Zona Número 5 del IMSS, epicentro de la tragedia del 6 de septiembre de 2021.
Hoy, a un año de la inundación que arrebató 17 vidas, los deudos llevan flores y retratos al edificio ubicado en la calzada Melchor Ocampo, en el centro del municipio; una de las zonas más afectadas por el desbordamiento de las aguas negras del río Tula.
La esposa y los hijos de Salvador García Gress llevaron tres fotografías, en una se observa al un hombre madura parado entre campos de cempasúchil. Arriba del retrato de Salvador, está el de Antelmo Ibarra; él murió el 7 de septiembre y su esposa le puso una ofrenda, eligió una foto en la que el hombre de la tercera edad está recargado en un árbol, viste camisa azul y pantalón de mezclilla.
A un lado de Antelmo está Francisco Ramos, era cerrajero, en su fotografía sonríe, viste una camisa negra a rayas, todos tienen flores y veladoras cubiertas con botellas de vidrio para cubrirlas del aire.
Las fotos de Socorro, Carlos, Lucia y Vanessa no están en el memorial, pero sí fueron recordados durante la misa, sus familiares inscribieron sus nombres en el listado de las personas que perdieron la vida y que fueron mencionados esta tarde.
La despedida de Salvador
Salvador García Gress tenía 58 años, celebraría su cumpleaños el 9 de noviembre de 2021, pero dos meses antes murió en el Hospital IMSS de Tula junto con otras 16 personas.
La esposa y los seis hijos de Salvador recibieron el cuerpo el 8 de septiembre en un féretro cerrado y envuelto en plástico porque el hombre estaba en el área de pacientes covid-19.
La despedida ocurrió sin rezos, velorio, marcha fúnebre o una misa de cuerpo presente, lo sepultaron en el panteón de Mixquiahuala, de donde es originario, recordó su hijo Sergio García Ortiz, de 29 años de edad.
Ante la falta del ritual religioso, Sergio decidió regresar al hospital donde su padre murió para colocar una ofrenda de flores blancas y veladoras.
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Instaló tres fotografías, la principal enmarcada en un cuadro de madera donde Salvador está de pie entre sembradíos de flor de cempasúchil, en los otros dos retratos se le observa sonriente, a la vista salta su cabello lleno de canas.
Sergio junto con su madre y hermanas solo regresaron al hospital donde falleció su familiar como un gesto de despedida hacia Salvador. Volver no fue sencillo, pues a un año de la tragedia, la familia indicó que aún continúa en terapias psicológicas.
“Queríamos despedir a mi papá de la manera más religiosa posible porque él era católico, al fallecer no nos dieron oportunidad de hacerle una misa de cuerpo presente. Las autoridades no lo permitieron, nos dijeron que porque mi papá estuvo en el área covid”.
Horas antes de la tragedia del 6 septiembre de 2021, Salvador se comunicó con sus hijos por videollamada, les pidió que lo sacaran del IMSS y lo llevaran a su casa en el municipio de Mixquiahuala, pero eso no fue posible, él debía quedarse en observación, era la segunda vez que ingresaba.
La primera ocasión Salvador ingresó el 20 de agosto, permaneció internado por dos semanas y cuando el personal médico lo estabilizó lo envió a su vivienda con oxígeno. Sin embargo, reingresó el 4 de septiembre por complicaciones en los pulmones, dos días después, ocurrió la inundación y murió.
“El día 6 nos reportaron que estaba estable con un ventilador que le habían conectado. Lo vimos por videollamada, a mi hermano mayor le dijo que quería que ya lo sacáramos del hospital (…) Si nosotros hubiéramos sabido de la inundación, lo hubiéramos sacado”.
La noticia llegó en la madrugada
Andrés, el hermano mayor, fue quien recibió la llamada a la una de la madrugada del 7 de septiembre, le comunicaron que Salvador falleció porque el hospital se había inundado y dejó de funcionar el ventilador al que estaba conectado.
“De hecho hay videos que circularon por internet y en los medios de comunicación donde se ve a mi padre ya desconectado del aparato (…) Nos dijeron que desafortunadamente no sobrevivió y que teníamos que ir al hospital a reclamar su cuerpo, pero que nos esperáramos hasta que ellos pudieran salir del hospital, no nos dijeron hora ni nada. Solo que teníamos que venir”.
El cuerpo lo recibieron a las 11 de la mañana del 8 de septiembre en la funeraria Misión Tepeyac, a Luis, uno de los seis hermanos, le tocó comprobar la identidad de su padre.
Los familiares indicaron que recuperar a su padre fue complicado y consideraron que, a partir de ese momento, las autoridades no les han brindado algunas ayudas.
“Para nosotros era traumatizante no poder tener a nuestro papá. Nos traían de un lado para otro. Hasta el momento todavía está pendiente algunas cosas, por ejemplo, una beca a mi hermana menor, cosa que nunca se cumplió, una pensión para mi madre que todavía no”.
Asimismo, indicó que sí existió un apoyo financiero para los gastos funerarios, sin precisar el monto económico, pero que también está pendiente la ayuda para su abuela, una adulta mayor de 92 años que no ha logrado completar sus trámites para acceder al recurso.
“Ella es una adulta de 92 años y el IMSS no quiere entregarle nada porque dice que necesitamos ir a una notaría donde mi abuela pueda firmar y así me tienen desde hace como dos meses que le fui a abrir la cuenta y hasta el momento no he recibido respuesta”.
Este día, la asociación Tula Somos Todos, que organizó el evento de conmemoración, realizó un llamado de unión para los pobladores, mientras que damnificados de la calle Prolongación 5 de Mayo aprovecharon para solicitar la reapertura de la clínica 5, con servicio médico de urgencias o en su caso, un lugar cercano al centro de Tula para trasladarse en caso de emergencias.
El Instituto Mexicano del Seguro Social declaró que la pérdida total del hospital, construye uno nuevo en una parte de los terrenos donde construirían la Refinería Bicentenario.
sjl