León.- Desde los tiempos posteriores a la conquista española, entre los años 1553 y 1540, se celebra en Guanajuato y en todo México el Día de Muertos y con el tiempo esta celebración fue perdiendo su espíritu religioso original, de forma que ser un día de tristeza, respeto y duelo, ha pasado a celebrarse como si fuera un día de diversión.
Los pueblos indígenas que tuvieron la imposición de los religiosos que llegaran a México en el siglo XVI celebraban cada 2 de noviembre el acercamiento con sus seres queridos que fallecieron llevándoles ofrendas de maíz, mantas y comida, entre otras.
Y aunque las prácticas perduraron en los siglos posteriores a la conquista y las antiguas prácticas funerarias de los indígenas se fusionaron con las creencias religiosas.
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En 1656, en palabras del historiador Jacinto de la Serna, los indígenas “adulteraban la loable costumbre de la Iglesia en la conmemoración de los fieles difuntos[; éstos solían preparar ofrendas y encender candelas en sus casas, lo cual hacían en la noche, también en las visitas y barrios no asistidos por ministros de la iglesia; porque el rito de ellos es ofrecer comida y bebida a los difuntos, de tal forma que amanecen bien comidos porque son ellos quienes se las comen y acontece que en la misa de los difuntos ya no hay candelas porque se han gastado en la mañana. Los frailes denunciaron e intentaron erradicar las prácticas funerarias al exterior de los templos, pero esto fue una empresa imposible, no tuvieron otra opción que tolerarlo y aceptarlo en la mayoría de los casos”.
En la actualidad
Las características que hoy en día distinguen a la celebración del Día de Muertos, con el colorido y dimensiones de los altares, los arreglos de flores, papel picado, el pan de muerto, frutas de temporada, alimentos preparados, los dulces de calaveras, las ricas ofrendas en los panteones, etc., parecen todavía evocar al mundo prehispánico, aunque la tradición se ha ido modificando.
La celebración ha perdido en gran parte su espíritu religioso, pues van quedando atrás los actos de tristeza, respeto y duelo por los difuntos y ahora la celebración es como si se tratara de una fiesta de Noche Buena, en la que propiamente las personas trasladan su domicilio a los cementerios.
Se pasea en los panteones como si estuvieran en el centro de las ciudades.
La gente pobre, a pesar de sus preocupaciones y de su horror a la muerte, profana las tumbas de sus deudos y amigos, extendiendo sobre ellas blancos manteles, sobre los cuales almuerzan todo tipo de antojitos y algunos hasta se llevan parrillas para hacer carne asada, dejando los panteones convertidos en basureros.
Y no faltan los grupos de música, de banda, grupos norteños y mariachis.
Las personas asisten a los panteones con sus mejores galas, generalmente ropa nueva, como si fueran parte de una pasarela de moda.
Los cementerios se convirtieron también en un lugar donde se citan los novios para intercambiar abrazos y miradas.
Y este día ya causa además confusión el ingreso de personas disfrazadas de monstruos, brujas y adornos de Día de Halloween, y hasta héroes de series televisivas, que se entrelazan con catrinas y calaveras.
Cada vez son más pocas las personas en las que en sus ojos se ven lágrimas, la concurrencia con curiosidad se dedica a leer las inscripciones de los sepulcros, los versos y epitafios, y hasta hacen críticas sobre cuál de los sepulcros tienen más luces y mejores adornos.
Al terminar la visita al panteón, la gente regresa a sus casas y por la tarde recorren las calles para lucir los trajes que habían estrenado y después asisten a las verbenas populares.
Los comerciantes “hacen su agosto”, con la venta de los dulces de costumbre, tales como calaveras de azúcar, alfeñiques y frutas cubiertas.
Los teatros, cines, restaurantes y centros de reunión como las plazas y tiendas departamentales, se llenan por la tarde-noche.
Todo es fiesta para los vivos, sin embargo, todavía la mayoría de las personas saben realmente el verdadero motivo de la celebración, el pasar un rato en las tumbas de sus seres queridos, recordando los momentos agradables en que estuvieron con ellos antes de su partida.
¿Y tú, cómo celebrarás este 2 de noviembre a tus seres queridos que ya no están contigo?
