ENTREVISTA

“Judíos y palestinos eran como hermanos”: Autor guanajuatense comparte su vida en Israel

El autor guanajuatense Adolfo Torres nos platica sobre su novela "¡Shalom, mexican!", donde plasmó su experiencia viviendo en Israel

El autor guanajuatense Adolfo Torres nos comparte su experiencia en Israel en su novela: '¡Shalom, mexican!'
El autor guanajuatense Adolfo Torres nos comparte su experiencia en Israel en su novela: "¡Shalom, mexican!"Créditos: Cortesía / Magdalena Méndez
Escrito en GUANAJUATO el

Guanajuato.- Israel y Palestina. Un conflicto que ha trascendido generaciones y sigue sacudiendo el mundo. Pero el autor guanajuatense Adolfo Torres lo ve con otros ojos, luego de su experiencia como voluntario en un kibutz.

ÚNETE A NUESTRO CANAL DE WHATSAPP. EL PODER DE LA INFORMACIÓN EN LA PALMA DE TU MANO

Hace 18 años, este escritor tuvo la oportunidad de viajar a Israel a hacer un voluntariado en el extranjero.

La experiencia de este viaje que le cambió la vida quedó plasmada en su novela “¡Shalom, Mexican!”, libro que presentará este 26 de mayo en la Feria del Libro en León.

SÍGUENOS EN EL SHOWCASE DE LA SILLA ROTA GUANAJUATO: EL PODER DE LA INFORMACIÓN EN LA PALMA DE TU MANO

En La Silla Rota tuvimos la oportunidad de platicar con él un poco sobre esta aventura y el cómo fue vivir como migrante en Israel.

Pregunta: De todos los viajes que has hecho, ¿por qué este es el que decidiste compartir?

Respuesta: Hace 18 años yo quería vivir una experiencia de vida. Me entere que había esos programas de voluntariado en Israel, en los kibutz. Entonces decidí tomarlo.

Mi familia se opuso, por esta fama de que Israel es un lugar muy peligroso, siempre hay guerra, siempre hay conflicto con Palestina, con gente de Líbano.

Pero yo estaba en un momento de mi vida en el que quería adrenalina. Tenía mucha incertidumbre, pero lo que sí quería en mi vida era aventura, quería vivir cosas nuevas.

No tenía tanto dinero, me acababan de despedir en el trabajo en el que estaba, y dije: “¿Por qué no? Ahora es cuando tengo la oportunidad”.

Aparte, para ser voluntario en un kibutz hay una edad límite, que son 35 años. Yo ya tenía 30 años, entonces decidí vivir la experiencia, porque a veces te arrepientes más de las cosas que no haces que de las que haces. Y yo tenía la espinita de tener esa experiencia de trabajar en un kibutz, por eso fue que me aventure.

Además, yo ya me había ido de misiones, por ejemplo, a Durango, a Oaxaca.

P: Para los que no sabemos, ¿qué es un kibutz? ¿por qué necesitan este apoyo?

R: Los kibutz son comunidades donde viven varios judíos, que todo lo que producen es para ellos, para la comunidad.

Necesitan voluntarios para trabajar con ellos porque en Israel casi todos los jóvenes están trabajando en la army. Duran 3 años o más en la army. Después de que toman la army, tienen la experiencia de que se van por el mundo.

Entonces lo que falta ahí es mano de obra y por eso se hace ese programa, para que vayan personas a trabajar con ellos.

Cuando llegué a Tel Aviv me dieron varias opciones y me dijeron: “Mira, este kibutz que está cerca de Gaza, pero caen misiles de repente”. Y así de: “¿Y entonces qué pasa?”. “No, no te preocupes. Suena la alarma y te metes en el búnker”.

También hay kibutz donde solamente te pagan con el hospedaje y la comida. Al kibutz al que fui sí te daban dinero, era un kibutz que estaba al norte, en los Altos de Golán, en frontera con Siria y con Líbano.

P: ¿Cómo fue tu experiencia allá?

R: Ahí conviví con personas palestinas, con personas judías. Son buenas personas. Ellos lo que quieren es vivir. Me tocó vivir en zonas donde tanto los palestinos como los judíos eran amigos, eran hermanos.

Desde que yo tomé la decisión de irme al kibutz empecé mi experiencia. Primero tienes que ir a Ciudad de México, al área de kibutz, para que te hagan una entrevista y vean si eres apto para participar en el programa. También hay que pagar el programa, que son como $300 dólares. Te hacen exámenes médicos.

Después llegas allá a Israel y ya decides a qué kibutz te quieres ir. Por ejemplo, en el que yo estaba te pagan ?100 shequels (moneda de Israel) al día. Puedes quedarte 3 meses, 6 meses o incluso hasta un año en los kibutz. También hay programas si quieres aprender hebreo, hay muchas facilidades. Es una experiencia de vida.

Ya estando en el kibutz, varios de mis compañeros se fueron a Tel Aviv a trabajar de ilegales. Yo estando en Israel, lo que quería era conocer lo más que se pudiera de Medio Oriente. Quería conocer Petra, que estaba cerca en Jordania. Quería conocer Egipto, el Sinaí, Turquía. Hay muchos países muy cerca de Israel. Estando allá, como es una moneda fuerte, no sale tan caro viajar a otros países. Entonces para mí era una manera barata de viajar, porque vas, te dan hospedaje y con lo que ahorras, puedes conocer otros países.

Estando ahí en el kibutz como que no me salían las cuentas, entonces decidí irme a probar fortuna en Tel Aviv, trabajé allá de ilegal.

Había un hostal que se llama “Mumus” donde iban todos los ilegales que buscaban trabajo en Israel. Siempre había que levantarse a las 5:00 de la mañana, llegaban los contratistas buscando mano de obra y ya tú decidías si te ibas o no con ellos. Las opciones eran para trabajar en la construcción, limpiando desechos, lavando platos… más que nada, esos eran los trabajos.

P: Viendo cómo está la situación actual, cómo ha escalado el conflicto, ¿qué sientes tras haber vivido allá?

R: Ha escalado mucho la violencia. Cuando yo estuve allá en 2006 no había tantos asentamientos como hay ahora.

P: Israel tiene cierta fama y tú estabas de ilegal, ¿alguna vez tuviste miedo de la policía?

R: Varias veces. Ese hostal era como Big Brother o la Casa de los Famosos (risas). Éramos varios que ahí vivíamos, pero de repente un día amanecías y te dabas cuenta que a una persona la habían cachado y ya la habían deportado a su país, era algo que sucedía muy seguido.

Entonces sí era algo a lo que tenía miedo y más porque la visa ya se me había vencido 3 veces. En mi libro “¡Shalom, mexican!”, el conflicto del mexicano es que ya se le había vencido la visa por cuarta vez y a su mejor amiga la acaban de deportar. Estaba como tipo Ana Frank en Ámsterdam, escondido, para que no lleguen las autoridades de Israel, se lo lleven y lo deporten.

P: Más allá de la deportación, ¿llegaste a temer por tu vida?

R: No, Israel es un país muy seguro. Hay muchísima seguridad. Cuando entras a un bar, a un centro comercial, al cine, a cualquier parte, te revisan hasta lo que no. Es demasiada seguridad. Lo que sí, siempre traía mi pasaporte de México conmigo.

P: ¿Cómo fue tu regreso a Guanajuato?

R: Yo tenía ya un año y la verdad quería juntar dinero para comprar mi boleto de regreso, pero me era imposible, porque era mucha gastadera. De hecho, también me fui a trabajar a un moshav, que es parecido a un kibutz, pero ahí trabajas solo para empresarios judíos. De repente hubo un ataque de Líbano, del Hezbolá, llegaron a caer proyectiles, por lo que dejaron de ir los clientes al moshav y se terminó el trabajo. Ganaba bien, pero me tuve que regresar a Tel Aviv.

En mi novela manejo que al final el protagonista encuentra a un grupo de turismo que fue a Israel y ocupaban un guía. Con lo que ellos pagaron, logra conseguir el dinero para el boleto de regreso.

Tuve una experiencia similar, cuando fui a Jordania, a Petra, no tenía dinero para regresar. Ahí conocí a un jordano que estaba con un grupo de turistas coreanos y trabajé con él. De hecho me ofreció que me fuera a su casa a pasar la noche porque ya era muy tarde. Ahí sí llegué a temer por mi vida. Como Jordania es un país musulmán, su esposa, vestida con su burka, me ofreció la cena. Yo erróneamente le di la mano en agradecimiento, pero ella se ofendió y salió corriendo. El señor jordano se molestó conmigo, me dijo que eso no se hacía, que cómo me atrevía a tocar a su mujer. Me di cuenta de que había sido un error mío porque la cultura occidental es muy diferente. Le ofrecí disculpas y él me perdonó, lo que hicimos fue purificarnos. Me llevó a un área de baños, de hamam, y ahí me lave las manos varias veces, la boca y todo. Después rezamos el Corán, pusimos la alfombra de oración y todo, para que Alá me perdonara.

Sí es una cultura muy diferente, pero ellos también son muy generosos.

P: Cuando llegas de regreso a Guanajuato, ¿cómo te recibió tu familia, siendo que ellos no estaban de acuerdo con que te fueras?

R: Siempre hay una depresión post-viaje cuando llegas de un lugar, sobre todo cuando estuviste fuera un año y dejas varias amistades, como deje yo en Israel. Pero también la familia es algo muy importante para mí. Entonces supe que ya esa experiencia había terminado y tenía que enfocarme en la realidad, buscar trabajo.

P: ¿Por qué hacer un voluntariado?

R: En mi experiencia, en el kibutz va gente de todo el mundo: había gente colombiana, ecuatorianos, australianos, sudafricanos, europeos… Es una experiencia de vida, que, si tú quieres conocer a otras culturas, puedes conocer a gente de todas partes del mundo. Puedes hacer buenas amistades. Y si quieres viajar, ya tienes a donde llegar en la India, dónde llegar en Corea. Más que nada, para todos los jóvenes que quieren tener una experiencia de vida, los voluntariados son una buena opción.

P: ¿Los libros están obsoletos?

R: Yo diría que no, porque hay gustos para todo. Hay quienes prefieren los libros físicos, hay quienes prefieren los libros digitales, pero siempre es importante leer.

Este 26 de mayo, a las 6:00 de la tarde, Adolfo Torres presentará la primera edición de su libro “¡Shalom, Mexican!” en la Feria del Libro, en León. Una obra infaltable para todos aquellos que quieran conocer la experiencia de un guanajuatense en Israel.

MM