Irapuato.- La ciudad de Irapuato cuenta con numerosas iglesias coloniales de diferentes estilos, muchas de ellas distinguidas por fachadas o por sus torres individuales y monumentales. Entre uno de los más llamativos se encuentra el conocido como El Templo del Patriarca Señor San José de los Indios Otomíes, ubicado en la plaza principal de esta ciudad considerada la capital de las fresas.
De acuerdo con datos históricos, en lo que era un barrio poblado por otomíes primeramente existió una capilla o ermita en honor a la Virgen del Rosario, fundada en 1570, la cual se cree que fue una de las primeras construcciones coloniales en Irapuato , y en el siglo XVII su construcción se extendió.
Aparte de su gran torre, la característica principal de San José es su colorida fachada barroca popular, animada por su talla de piedra hábilmente modelada creada por albañiles otomíes. Se dice que la reconstrucción del siglo XVIII fue financiada por una cofradía nativa del barrio.
Te podría interesar
El ornamento arquitectónico incluye esculturas de figuras, nichos cubiertos con cortinas y pasajes de relieve rococó ornamental, abrazados por complejas columnas estípite en cada nivel .
Este recinto original alguna vez recibió la visita de la emperatriz Carlota Amelia de México.
En sus inicios, las misas en este recinto religioso que se celebraban en latín también eran traducidas al otomí por sacerdotes indígenas.
Cronología
Durante la segunda mitad del siglo XVIII, se llevó a cabo la construcción de la fachada actual del templo, que destaca por su valor histórico, religioso y artístico, la que resulta ser un testimonio del pasado por las huellas de hechos que ocurrieron durante la Guerra de Independencia de México.
En 1813, la ciudad de Irapuato fue sitiada y atacada por el guerrillero insurgente Albino García, la torre del templo se convirtió en un blanco, recibiendo más de 200 impactos de balas de piedra y metal lanzadas por los cañones de la época. Y es que, los irapuatenses subieron a la torre para defender la Congregación del ataque insurgente, la cual terminó en una victoria para las tropas de Agustín de Iturbide.
En 1858, un muy joven oficial Ignacio Zaragoza enfrentó las tropas de Leonardo Márquez, tomando como punto de defensa la Torre de San José y persiguiéndolos hasta Munguía, donde optó por regresar y seguir el resguardo de Irapuato.
De 1826 a 1893, el edificio del templo sirvió como el Hospital de San José y funcionó también como la alcaldía de la Villa de Irapuato.
A partir de 1894 y hasta 1911, el templo se convirtió en una cárcel.
Posteriormente, durante la Revolución Mexicana (1910-1920), y en los conflictos armados subsecuentes, como la Guerra contra De la Huerta (1923-1924) y la Guerra Cristera (1926-1929), el templo funcionó como un cuartel militar.
Entre los personajes históricos que pasaron por aquí en el transcurso de la Revolución, se encuentran Pancho Villa y Álvaro Obregón.
Características del templo
La fachada principal tiene en el centro un atractivo labrado en piedra con elementos de estilo barroco. Tiene una sola torre con cuatro cuerpos.
Cuenta con una planta de cruz latina con columnas y arcos de estilo neoclásico. Su bóveda es de cañón corrido.
El altar principal está labrado en cantera y tiene un estilo ecléctico.
Se destaca la sacristía, a un costado del altar mayor, por su gran bóveda.
La fachada
En el nivel inferior, a ambos lados de la puerta de madera, se encuentran las figuras de los santos Pedro y Pablo, acomodadas en nichos con dosel flanqueados por cortinas en cascada .
Las estatuas de la Virgen María y San José aparecen, enmarcadas de manera similar, en el siguiente nivel, a cada lado de la ventana del coro.
El foco temático de la fachada es el gran crucifijo de cuerpo entero esculpido en el nivel superior y enmarcado por un baldaquino extendido y flanqueado por estatuas de San Juan y la Virgen María colocadas sobre ménsulas redondeadas.
Aunque la figura de Cristo es más compacta y algo más estilizada que la de San Agustín de Salamanca, exhibe menos tensión corporal y delicadeza facial que la anterior. Sin embargo, conserva el arco ensanchado del taparrabos drapeado que falta en San Agustín, el cual parece ser un reemplazo moderno.
Los arcángeles hacen gestos sobre pedestales periféricos tallados con hermas clásicas.
Las gárgolas sobresalen a ambos lados de la fachada, una característica de muchas capillas de la ciudad.
En el vértice del frontón festoneado y en forma de campana, enmarcado por columnillas exentas, otro nicho con cortinas alberga la figura de San José, el patrón de la iglesia .
| Con datos de: Richard D. Perry.
ÚNETE A NUESTRO CANAL DE WHATSAPP. EL PODER DE LA INFORMACIÓN EN LA PALMA DE TU MANO