Guanajuato-. La cortina de la Presa de La Esperanza en Guanajuato se encumbra como si fuera un viejo castillo de Europa, su elegante construcción sobresale en medio de una cañada y de entre un bosque de encinos. Desde 130 años abastece de agua a los guanajuatenses.
El colosal muro de preciosas canteras se levanta sobre una gran cañada y un río que tienen por el mismo nombre: La Esperanza. El embalse es una construcción que se erigió en las últimas décadas del siglo XIX, cuando Porfirio Díaz gobernaba y en México se construían edificios con el estilo arquitectónico neoclásico, influencia que el General Díaz trajo de Francia.
Isauro Rionda Arreguín, quien fuera Cronista de la Ciudad de Guanajuato documentó en su libro “Cien años sirviendo a Guanajuato Presa de la Esperanza” (1994) que cuando empezó la construcción de la presa el encargado de la dirección de la obra fue el ingeniero Ignacio G. Rocha, y los trabajos materiales los ejecutaría Leopoldo Laborde, teniente coronel del primer batallón del estado.
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La cortina que sobresale de un bello cúmulo de árboles de la Sierra de Santa Rosa fue construida por presos de delitos menores, soldados de las fuerzas de seguridad pública del estado, organizaciones de gremios y por el pueblo, explicó Isaurio Rionda Arreguín.
La Esperanza describe Crispín Espinosa, cronista decimonónico de Guanajuato, citado por Isauro Rionda: “La presa podrá contener un millón ochocientos mil metros cúbicos de agua siendo así que el principal depósito en la actualidad, la Presa de la Olla, contiene solamente cien mil metros cúbicos escasos”.
Para hacer realidad el proyecto hidráulico porfiriano se hizo un estudio para determinar si el agua era apta para su consumo y, en 1887 Vicente Fernández, químico guanajuatense, realizó el análisis las aguas de los arroyos de la Esperanza, se llegó a la conclusión de que las aguas eran salubres y por lo tanto no son dañinas para las personas.
Crispín Espinosa detalló que las compuertas y la tubería de la presa fueron compradas en Inglaterra. El colosal muro fue adornado de diferentes canteras, en diferentes tonalidades: azulencas, verdosas y purpúreas, material que los lozeros extrajeron de las montañas de Guanajuato.
“De unos jaspes caprichosos tanto que a esta pintoresca loza le llaman todos los forasteros que nos visitan, "mármol guanajuatense", escribió el cronista Crispín Espinosa
La Esperanza está situada sobre una gigantesca cañada entre los bosques montanos al norte de Guanajuato, en el camino viejo hacia la Mina de la Valenciana, se describe en la libro de Isauro Rionda: “Tiene capacidad para 2,000.00 metros cúbicos de agua, su altura es de 34 metros, su longitud en la parte superior del dique, es de 166 metros, por 7 de espesor y 26 en su base; y consta en conjunto de 41,000 metros cúbicos de mampostería. En su parte superior pueden transitar cómodamente los carruajes que con frecuencia se dirigen a la hermosa quinta que está al pie del muro”.
Se inauguró, oficialmente, el 16 de septiembre de 1894; se construyó bajo la administración del gobernador de Guanajuato el General Manuel González e inaugurada por el siguiente gobernador Joaquín Obregón González.
La primera válvula de la Esperanza se abrió poco después de las 11:00 a.m. en ese entonces había un gentío y una gran fiesta entre los guanajuatenses, pues la ciudad a la que describió Jorge Ibargüengoitia como una “taza de porcelana fina”, volvía a tener abundante agua.