León.- Cada mañana, los vecinos de la colonia Convive se asoman a la ventana y, en lugar de la calle, ven frente a ellos un muro de tierra y cemento; abren la puerta principal de su casa y siguen viendo tierra y unas escaleras para subir a la superficie, pues las viviendas fueron construidas por debajo del nivel de la calle.
De hecho, desde afuera con solo dar un paso se podría llegar desde la banqueta a las azoteas. La situación no pasaría de lo anecdótico e incómodo, pero ese diseño deja en desventaja a los habitantes, vulnerables a un derrumbe, a los ladrones y, en estas fechas de lluvias que recién comienzan, a encharcamientos e inundaciones.
Convive se ubica al poniente de la ciudad, es prácticamente el acceso al perímetro de Las Joyas, entrando por el lado de León II. La calle para entrar es de terracería, un tramo sin alumbrado ni el mínimo de atención urbana.
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En la administración municipal presidida por el alcalde Luis Quirós Echegaray, trienio 1995-97, el fraccionamiento Convive fue creado para ofrecer una alternativa de vivienda a familias que carecían de recursos y de acceso al financiamiento para un hogar, así que a cientos de personas les cayó a la perfección esta oportunidad. Incluso participaron en la construcción, con apoyo del Municipio.
El proyecto surgió, además, ante las constantes inundaciones que sufrían vecinos de la colonia San Antonio y aledañas, afectados por los constantes desbordamientos del río Mariches, al poniente de la ciudad, y que cíclicamente causaba graves daños a viviendas, muebles y autos. En Convive podrían ser reubicados los colonos que ya no soportaban el tener sus casas bajo el agua cada año.
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A ras de suelo
Ramona y su hija Sofía tienen 7 años viviendo en la calle Flor de Incienso. La renta, consideran, es económica: 1,500 pesos mensuales. Antes vivían en la comunidad de San Judas, por la carretera a Cuerámaro, y prefirieron estar más cerca de la zona urbana de León.
Al conocer la casa les sorprendió tener que bajar por una escalera, desde la banqueta, para poder entrar a la vivienda. Es incómodo ahora para Ramona, con dificultades de movilidad, tener que subir y bajar cada vez que tiene que salir o entrar.
Sin embargo se ha acostumbrado, al igual que decenas de familias que están en esa misma situación. No sabe por qué se hizo así el diseño, en vez de emparejar el terreno, o de haber construido las calles de forma perpendicular a como las trazaron.
Sergio es otro vecino, que atiende un puesto de nieves en la banqueta afuera-arriba de su casa. Desde su silla lo mismo ve la calle que su tinaco, y también dice estar acostumbrado. La casa pertenece a sus padres, que fueron de los primeros en llegar a la calle Aretillo.
“Son varios los problemas, el primero son los rateros, bajan de Las Joyas y se pasan al techo para robarse el cobre o los tubos del calentador solar”. Pero también, cuando llueve mucho, el agua se encharca y causa molestias. Sergio niega que lleguen a inundarse las viviendas, pero el encharcamiento sí alcanza a meterse a la sala y a las 2 recámaras.
En un recorrido por las calles de Convive se ve el contraste entre los que viven en el lado sur de la calle, donde las casas están de manera “normal”, incluso un poco más arriba del nivel del suelo, mientras que las de enfrente son las que fueron construidas con esa singular característica. Algunos propietarios han hecho adecuaciones: construyeron un segundo nivel, con acceso desde la calle, y el piso original ahora es un sótano.
cv