TRADICIONES NAVIDEÑAS

Posadas de Las Arboledas: 50 años cuidando la tradición

En la familia Mares Méndez son fieles guardianes de las posada como deben ser, y en la calle Araucaria esta costumbre es tan vieja como el fraccionamiento

Todavía hay lugares donde se celebran las posadas conforme a la tradición católica.
Todavía hay lugares donde se celebran las posadas conforme a la tradición católica. Créditos: La Silla Rota
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León.- La familia Mares Méndez llegó a vivir a la colonia Las Arboledas cuando esta se fundó, en 1972. Desde entonces instauraron ahí la costumbre de celebrar puntualmente las posadas decembrinas con toda su liturgia y ceremonia, con Evangelios, rezos, cánticos, recorrido de peregrinos y finalmente la piñata. Medio siglo llevan ya haciendo todo con orden y en un ambiente bonito.

Juanita es hija de la señora Rafaela, y es la actual guardiana de la tradición.


Antes de llegar a la calle Araucaria, ya tenían más de 20 años organizándolas en el centro, en la calle Pedro Moreno, donde vivía la señora Rafaela Méndez, y ella tomó la estafeta de su mamá, que se remonta una década más atrás. Con decir que sus peregrinos, figuras centrales de la ceremonia, son imágenes que tienen alrededor de 100 años.

Todos participan.

En respeto a esas imágenes, herencia de su abuela, los descendientes de doña Rafaela y familia, fieles guardianes de la tradición, la han sabido transmitir no solo a su gente, sino entre el vecindario, que se suma al fervor y al entusiasmo. Los tiempos son difíciles, sí, pero la solidaridad no ha faltado y entre todos los de la Araucaria aportan para las velitas, bengalas, frutas y dulces que se reparten durante los nueve días de posadas

 

Como debe ser

 

Una posada tradicional, de acuerdo con la costumbre católica, comienza con la lectura del Evangelio que corresponda a cada posada. Luego, se rezan los misterios del rosario que toque según el día; sigue cantar la letanía mientras se lleva en peregrinación a José y a María; lo que sigue es el canto tradicional de “en el nombre del cielo, os pido posada...” para continuar con una convivencia sencilla pero fraterna, donde se dan ponches y, si la economía lo permite, tamales u otro platillo. Ya por último, la piñata en la que los chiquillos se lanzan para alcanzar los mejores dulces.

Familia y vecinos se unen para cargar los peregrinos.

Todo eso se cumple en la calle Araucaria, donde durante muchos años doña Rafaela y su esposo don Francisco supervisaron que se realice en orden y armonía. Los dos ya fallecieron, pero sus descendientes siguen haciéndose cargo de que todo salga bien. En especial, su hija Juanita.

En las posadas se aparecen los de esa calle, los de hasta el fondo, de la Jacaranda, los de la Tabachín y la Magnolia. Hay que llegar desde el principio, les insistía doña Rafa y hoy lo hace Juanita. Que todos oigan el Evangelio, canten y recen.

Todos por los dulces de la piñata.

Y ahí llegan los que de niños iban a las primeras posadas, ahora llevando a sus hijos y hasta a sus nietos. Porque la posada es una tradición que une a las familias en una convivencia armoniosa, nueve días al año antes de celebrar la Navidad, para cerrar diciembre en paz.

Sus papás iban a las posadas, ahora les toca a Mateo y a Elías.

A esta temporada le quedan todavía algunos días, ya luego los centenarios peregrinos, tras ocupar su lugar en el Nacimiento al lado de la figura central, el Niño Jesús, estarán todavía un par de semanas antes de que vuelvan al lugar especial que ha destinado la hija de doña Rafaela para tenerlos a buen resguardo el resto del año.

Los nietos de la señora Rafaela e hijos de Juanita ya están preparados para, dentro de algunos años, sean ellos quienes sigan perpetuando con todo respeto esta costumbre ancestral.

 

cv