¿Quién mató a Carlos Manzo? Esa respuesta tal vez nunca la tendremos. Así como nunca supimos ¿Quién mandó matar a Luis Donaldo Colosio? Nunca supimos: ¿Quién mató a José Francisco Ruiz Massieu? ¿Quién mató al cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo? ¿Quién quiso matar a Ciro Gómez Leyva?
El pueblo indignado, como siempre, está culpando a todo mundo y a nadie. Al gobernador de Michoacán, Alfredo Ramírez Bedolla. A Morena. A los políticos. A los narcos. A los mafiosos. A los capos. A los corruptos. A los desgraciados.
Pero ¿Quién ordenó matar a un Presidente Municipal que decía la verdad? ¿Quién pagó a los pistoleros para esquivar a sus escoltas? ¿Quién los contrató? ¿Quién planeó la muerte del Bukele Mexicano, como le decían en Michoacán? Esa pregunta nadie quiere responderla -tal vez nos quedaríamos horrorizados de saberlo-, porque seguramente una mente malvada y perversa está detrás de todo esto.
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Eso sí, el Gobierno Federal sacará a unos chivos expiatorios y los presentará, todos golpeados, y estarán confesos, y nadie creerá que ellos son los verdaderos asesinos. Como con Colosio. Como con Ruiz Massieu. Como con Posadas. Como con Ciro Gómez Leyva.
Los demonios, otra vez, andan sueltos.
