En un hecho inusual, los representantes de Dios en la tierra en funciones de autoridad investigadora dieron a conocer a diversos medios de comunicación, su desesperado llamado al diálogo y cese al fuego, con dos grupos criminales que operan en el estado de Guerrero. Desde luego, no es nuevo que curas sostengan conversaciones con grupos amados.
Lo que sí es novedoso, es que los propios purpurados den a conocer públicamente el contenido de sus entrevistas con interlocutores del crimen organizado, que gobiernan a sus anchas en varios municipios del estado, claro está, con el respaldo y contubernio del gobierno del estado y del presidente López Obrador.
La desesperación de la iglesia católica en todo México es verdaderamente de llamar la atención. El mejor ejemplo es lo sucedido en la capital del estado de Guerrero, Chilpancingo. La inacción de las autoridades estatales, dejando a merced del crimen organizado a toda la población civil, arrodillados, humillados y ofendidos.
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El gobierno del autoritario mandatario López Obrador, ha edificado en su administración, un auténtico narco-estado el cual, ha quedado al descubierto, por las autoridades estadounidenses, concretamente por la DEA, quien ha dado a conocer la participación del narcotráfico en el financiamiento de la campaña de AMLO en el 2006, por lo que se entiende perfectamente su política de “abrazos, no balazos” ahora como presidente del país.
México se debate en tan sólo cinco años y dos meses de gobierno de izquierda, entre la guerra y la paz en los 32 estados de la república y en casi la totalidad de los municipios del país. Operando la más inoperante, absurda, ridícula y nefasta política pública de todos los tiempos: “Abrazos, no balazos” para combatir el crimen organizado.
Hoy el conflicto armado con el narcotráfico en México es el tema que más preocupa a la sociedad y encontrar una solución negociada, cómo lo intentó la iglesia católica en Guerrero, es una salida desesperada para detener la escalada de violencia e impunidad que se vive en un estado de la república, que representa lo que es un Estado fallido.
La intervención de obispos y sacerdotes en Guerrero, como en otros estados y municipios del país, representa el grado de desesperación y profunda preocupación, al ver autoridades municipales, estatales y federales, sumisas, pasmadas y entregadas a los distintos cárteles que operan y co-gobiernan con MORENA y con AMLO.
La promoción del dialogo con diversos grupos criminales, para gestionar la paz, una tregua, la liberación de personas secuestradas, dejar de extorsionar todo tipo de comercio o bien, la solicitud piadosa por parte de los sacerdotes, de que dejen las armas y se restablezca el estado de derecho en los territorios ocupados, representa el fracaso del gobierno al no asumir su responsabilidad constitucional.
Por consiguiente, es valido que entre la iglesia católica o quien sea, a buscar soluciones pacíficas, pero no solo en Guerrero, sino en todo el país. El rol de mediador ha sido reconocido e institucionalizado por diversos gobiernos en algunos de los procesos oficiales de paz, ahí está el caso de Colombia. Vale la pena mencionar y destacar, el papel de la Iglesia en la promoción de organizaciones a favor de la paz y en los procesos de concertación ciudadana.
Está demostrado que el gobierno de López Obrador, auspicio y generó, este ambiente de guerra que hoy se vive en todo el territorio nacional y su incapacidad, más bien, su proclividad por seguir generando esta descomposición social que ya alcanzó lo político, con candidatos elegidos y apoyados por el narcotráfico con dinero sucio, ante la indiferencia de las autoridades electorales.
La iglesia católica ha aportado a configurar una infraestructura organizativa por la paz, es lo único que nos queda si llegara a repetir MORENA y sus aliados el 2 de junio. Ni lo mande Dios.
¿No cree usted?
Dr. Carlos Dìaz Abrego