ACCIDENTES

Van 2 explosiones de transformadores en León ¿Que sucede?

Dos explosiones, tres meses y un mismo centro: León descubre que bajo sus calles late una bomba eléctrica

Escrito en GUANAJUATO el

León Guanajuato.- El Centro de León volvió a estremecerse este sábado 6 de septiembre de 2025. A las 16:00 horas, aproximadamente, un transformador subterráneo de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) explotó en el cruce de Juárez y Reforma, a una cuadra de la Plaza Principal. El estallido —captado en video— dejó entre 9 y 10 personas lesionadas, incluida una policía municipal y una menor de edad; dos víctimas fueron reportadas en estado grave. Protección Civil, Bomberos y policías acordonaron la zona, mientras cuadrillas de la CFE cortaron la energía para evaluar daños.  

No se trata de un hecho aislado. El 23 de junio de 2025, a poco más de un kilómetro de ahí, un registro subterráneo en la calle Josefa Ortiz de Domínguez también reventó: primero humo negro saliendo de la coladera y luego una deflagración que dejó sin luz a comercios del entorno. Aquella vez no se reportaron heridos, pero sí afectaciones a la actividad comercial y un operativo preventivo para descartar más riesgos en infraestructura subterránea.  

La secuencia —junio y ahora septiembre— revela una vulnerabilidad:

la infraestructura eléctrica subterránea en el polígono más transitado de la ciudad está operando cerca de su límite o con fallas acumuladas. Sobre el episodio de este sábado, las primeras versiones oficiales apuntan a una falla interna con sobrecalentamiento y expulsión de aceite dieléctrico; los videos muestran una primera llamarada y, segundos después, una segunda explosión que alcanzó a transeúntes y a la oficial lesionada.  

¿Por qué estallan los transformadores subterráneos? La ingeniería ofrece varias pistas. En sistemas con aceite como aislante y refrigerante, una sobrecarga sostenida eleva la temperatura interna; si el aceite hierve o se gasifica por una falla eléctrica, la presión puede romper el tanque y provocar una explosión. A esto se suman factores urbanos: cámaras subterráneas con ventilación deficiente, humedad, envejecimiento de materiales y mantenimientos diferidos. Son “fallas silenciosas” hasta que dejan de serlo.  

En León, además, hay un ángulo eléctrico que vale revisar: los niveles de tensión (voltaje) en la red de media tensión. En México, la distribución urbana opera típicamente a 13.8 kV o 23 kV —niveles reconocidos por la regulación y por la propia CFE—, y una mala coordinación entre el nivel de la red y las cargas conectadas (negocios con equipos no preparados para esas tensiones, bancos de cargas que se disparan en horarios pico, reconexiones mal calibradas) incrementa corrientes, pérdidas y temperatura en transformadores. No es que “los comercios no estén en el mismo voltaje de la ciudad” en sentido literal, sino que equipos mal especificados o instalaciones internas deficientes pueden forzar al transformador a trabajar más de la cuenta.  

 

Tras el siniestro de este sábado, la fotografía es doble: por un lado, víctimas con quemaduras de primer a tercer grado —entre 8 y 10 lesionados según el parte preliminar— trasladadas al IMSS T-21, al Hospital General y a hospitales privados; por el otro, un nodo eléctrico crítico en el corazón de la ciudad que quedó fuera de servicio durante horas. Autoridades municipales informaron que CFE realizará una inspección ampliada de equipos similares en la zona centro para descartar riesgos inmediatos.  

 

El antecedente de junio —menos mediático por no dejar heridos— importa porque muestra el mismo patrón: infraestructura subterránea, señales previas (humo, olor a quemado) y una zona comercial saturada en horarios pico. En ambos casos, el impacto urbano fue mayor al perímetro del estallido: cierres viales, suspensión de suministro y pérdidas para comercios. La diferencia es que septiembre dejó víctimas y testigos con imágenes difíciles de olvidar.  

 

Quedan preguntas de interés público:

—¿Cuál es la edad, capacidad y ciclo de mantenimiento de los transformadores subterráneos del primer cuadro?

—¿Existen reportes previos de sobrecarga o calentamiento en el banco que estalló este sábado?

—¿Cómo se gestiona la demanda estacional (fiestas patrias, temporada alta) y los picos por comercio y turismo?

—¿Qué protocolo aplica CFE para “aliviar” carga (reconfigurar alimentadores, redistribuir cargas) cuando se detectan temperaturas anómalas?

 

Respuestas técnicas existen y están reguladas; la NOM-001-SEDE y las especificaciones de CFE establecen criterios de instalación, puesta a tierra, protección y mantenimiento para redes subterráneas. La clave es si, en la práctica, esos criterios se cumplen con holgura o si la operación cotidiana obliga a “exprimir” equipos hasta la falla. Después de junio y septiembre, la ruta razonable es auditoría técnica independiente, calendario público de sustitución de equipos críticos, y campañas de verificación en instalaciones internas de comercios del primer cuadro para reducir cargas mal compensadas.  

 

Mientras tanto, la ciudad tiene heridos que atender y una lección dura: bajo las banquetas coloniales late una red de cables, aceite y acero que, si se descuida, recuerda su existencia del modo más violento.

 

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