DENUNCIA CIUDADANA

Motos ruidosas en León: esto opinan los ciudadanos

En León crece la molestia por las motos con escapes ruidosos, entre quejas ciudadanas y llamados a sancionarlas

Motos ruidosas, imagen ilustrativa
Motos ruidosas, imagen ilustrativa.Motos ruidosas, imagen ilustrativa Créditos: Gustavo Elias Carreón
Escrito en GUANAJUATO el

En León, Guanajuato, a ciertas motos les “cortan” el escape para que la máquina ruja como si compitiera por atención con un avión militar. El resultado no son décimas extra de velocidad, sino un golpeteo acústico que te roba la llamada, te ensordece el pensamiento y te coloniza el oído. A mí me ha pasado: vas hablando por teléfono y, de pronto, entra una estampida de decibeles que te deja oyendo grillos imaginarios. Eso no es “ambiente”; es invasión sonora.

Motos ruidosas, imagen ilustrativa Foto: Gustavo Elias Carreón

Para tomarle el pulso al hartazgo, yo, como reportero de La Silla Rota Guanajuato, lancé la pregunta en Facebook: ¿qué opinan de las motos ruidosas? Las respuestas pintan un mapa emocional que va del fastidio al humor negro, con escalas en la salud pública.

 

“No debería de existir esas motos tan ruidosas, es contaminación auditiva”, resume Alejandra Martínez. Javier Guerra pone el dato de campo: “En las noches… 3 am y pasan como si fuera autopista”. Ma. Magdalena Lozano agrega el ángulo médico: “Deberían ser multadas porque contaminan el ambiente, además no saben el daño que ellos mismos se hacen para los oídos”. Y Nancy Vázquez, en modo semáforo rojo: “Deberían de multarlos”.

 

El humor, cuando no es resignación, es autodefensa. Jorge Rocha ironiza: “Algo bueno hacen… cuando pasan cerca se me baja la azúcar y se me sube la presión”. Xavi Lino simplifica: “Fastidio”. Hay quien sube el tono. Sergio Humberto Sánchez: “Sienten que traen HARLEY… traen su pin… grafito 150; es más el ruido que lo que dan sus ching…”. Alexis González va al veredicto: “Un asco y una nacada, pura contaminación auditiva”.

 

Otros cruzan líneas que no cruzan los límites de velocidad: Chuy Trujillo suelta un “es divertido cuando chocan y se desuscriben de la vida” y Jaime Juárez fantasea con rutas ultraterrenas: “Que deberían circular en el infierno con todo y tripulación”. La violencia verbal no arregla nada; el ruido tampoco. Pero evidencia que el problema dejó de ser “moda motera” para convertirse en conflicto de convivencia.

 

Contexto legal (menos mito, más reglamento)

 

En México, la regla general es simple: todo vehículo debe llevar silenciador en buen estado y no se permiten dispositivos que generen ruidos molestos. Lo dice, por ejemplo, la Ley de Tránsito y Transportes de Sinaloa, que prohíbe expresamente válvulas de escape o derivaciones ruidosas (arts. 73 y 74).  

Motos ruidosas, imagen ilustrativa Foto: Gustavo Elias Carreón

¿Y la aplicación? Mazatlán se volvió caso de estudio: su policía municipal ha realizado operativos específicos contra motos con “escape cortado”, con multas e incluso retiro de la unidad cuando no hay papeles en regla. Autoridades locales reportaron detenciones diarias y sanciones por el exceso de ruido derivado de escapes recortados.  

En León, el reglamento municipal de tránsito —aunque veterano— sanciona conductas contrarias a normas ambientales y de transporte; en la práctica, modificar el escape para subir decibeles cae en falta y puede derivar en multa y/o aseguramiento si se enlaza con otras infracciones. La discusión pública local se ha calentado al ritmo de los motores, con llamados ciudadanos a multar y restringir el “ruidazo”.  

Motos ruidosas, imagen ilustrativa Foto: Gustavo Elias Carreón

¿Y los “tablazos” del norte?

Circuló el rumor de que en algunos estados del norte “tableaban” a quienes traían motos ruidosas. Investigando notas y comunicados, no hay evidencia oficial de una política gubernamental así; al menos de manera oficial. Lo que sí hay son operativos con multas y retención. La anécdota de “castigos corporales” aparece en redes o historias de “justicia por mano propia”, no en marcos normativos. La norma es la sanción administrativa, no el linchamiento folclórico.  

 

Escape ruidoso = Salvar tu vida.

Hay movimientos sociales que promueven el ruido en los escapes, para ser más ruidosamente visible en la vía pública y en las carreteras.

El estribillo global “loud pipes save lives” —que sostiene que el ruido te vuelve visible— es más mito que política pública. En México, las autoridades priorizan la seguridad sin contaminar el ambiente acústico. De nuevo: silenciador funcional y nada de escapes recortados.  

 

¿Cuánto cuesta “hacerlo tronar”… y cuánto te puede costar?

El mercado lo deja claro: un escape deportivo universal se encuentra desde $500–$1,500 MXN en plataformas de e-commerce, y sistemas de mejor marca fácilmente suben a $3,000–$6,000 MXN o más. Incluso autoridades han mencionado que muchos de los escapes “ruidosos” cuestan $2,000–$3,000 MXN

Motos ruidosas, imagen ilustrativa Foto: Gustavo Elias Carreón

 

La ciudad también tiene derecho a dormir

 

Volvamos al foro, porque ahí está el diagnóstico ciudadano. José Campos T. propone ingeniería vial: “Deberían multar… y hacerlos ir por un solo carril; así evitarían tantos robos, asaltos y accidentes”. Javier BM lo resume: “No deberían permitirlo, es muy molesto ese ruido”. Saúl Daniel pega donde duele: “Pinche ruidazo hacen… luego ahí andan llorando cuando se matan”. Y Ángel Llanos aporta la minoría ruidosa: “Está chido; a la mayoría de las personas que les gusta lo ruidoso, sinceramente”.

 

Entre la libertad de modificar tu moto y el derecho colectivo a no vivir en una bocina gigante, la solución no está en el garrote ni en el meme del tablazo, sino en aplicar la norma, medir decibeles y educar en convivencia. Si de verdad te gustan los fierros, demuéstralo respetando a la ciudad que te sostiene el asfalto. La velocidad puede ser pasión; el ruido innecesario, casi siempre, es postureo. Y ese—para la vida urbana—sí sale carísimo.

 

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