León, Guanajuato.- En un rincón secreto de la colonia La Patiña, en León, Guanajuato, se esconde un restaurante que no cualquiera encuentra a la primera. Se llama Casa Biznaga, un “hidden resto-bar” que aparece al final de un pasillo de terracería, casi como un portal a otro mundo. Atravesarlo es dejar atrás la ciudad para entrar en un lugar donde la cocina, la arquitectura y la luz cálida invitan a quedarse.
El reportero de La Silla Rota llegó un sábado por la tarde. Lo esperaba una reservación a las 5:30 pm. El acceso, casi camuflado, le regaló la primera sorpresa: un patio central con un techo de cristal que deja ver las copas de los árboles y filtra la luz como si fueran pinceladas naturales. Los arcos de piedra, las vigas de madera y las plantas vivas crean un ambiente elegante pero relajado, donde la música y las conversaciones fluyen sin prisa.
Casa Biznaga ha sido reconocido como uno de los 50 mejores restaurantes de México por la revista Gentleman. Y lo merece. Su cocina es internacional con un fuerte corazón mexicano. La propuesta está diseñada para impresionar al paladar y a la vista.
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El reportero comenzó la velada con un “París de noche”, un trago servido en vaso corto con ron oscuro Havana Club, refresco de cola y un gran cubo de hielo. Refrescante y con carácter, fue el inicio perfecto.
En la mesa, pidió los raviolis caseros, un plato que parece sencillo pero que exige técnica. Eran cinco piezas cuidadosamente preparadas, rellenas con carne curada tipo ragú, cubiertas con salsa mantequillosa, queso parmesano y piñones tostados. Cada bocado ofrecía un equilibrio entre suavidad, jugosidad y profundidad de sabor. La pasta se deshacía al contacto con el paladar. Cada porción dejaba claro que aquí la cocina se toma muy en serio.
El servicio en Casa Biznaga es impecable. Los meseros se adelantan a las necesidades del comensal sin ser invasivos. Cambian copas, sugieren maridajes, y crean una experiencia sin interrupciones.
El menú también presume otros favoritos: salmón en costra de frutos secos, tacos de picaña con chicharrón carnoso, y cortes Angus importados. La carta es pequeña pero contundente. La calidad justifica los precios: cada comensal puede gastar arriba de 500 pesos, pero lo pagado regresa en cada detalle.
El espacio invita a conversaciones largas. La luz cálida, las plantas, los árboles que atraviesan el techo y el murmullo de los vasos crean una atmósfera perfecta para citas románticas, reuniones importantes o simplemente una noche distinta con amigos.
Casa Biznaga es más que un restaurante, es un secreto a voces en León. Un lugar donde el tiempo parece detenerse, donde cada trago y cada plato cuentan su propia historia.
El reportero salió por el mismo pasillo por donde entró, pero esta vez con la certeza de que no cualquiera encuentra este lugar, y que, quien lo encuentra, difícilmente lo olvida.
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