León, Guanajuato.- El ataque contra los borregos muflones en el Zoológico de León abrió una pregunta clave: ¿cómo pudo una jauría de perros ingresar hasta un corral interno sin que nadie lo advirtiera? El recorrido realizado por La Silla Rota Guanajuato dentro del parque reveló que, en apariencia, las instalaciones operan con normalidad. Los animales lucen estables, las áreas abiertas están controladas y el personal sigue su rutina diaria. El único punto fuera de lo habitual es el corral donde murieron los muflones, ahora acordonado, intervenido y con trabajadores haciendo ajustes urgentes.
La zona crítica está en la periferia que colinda con Ibarrilla y con el área residencial situada detrás del zoológico. Es un borde menos visible para el visitante común, una franja donde malla, vegetación y topografía crean puntos ciegos. Aunque no se detectaron orificios evidentes, las huellas indirectas sugieren que ahí pudo existir una vulneración. Sobre el suelo aún quedan rastros de sangre. Es mínima, casi imperceptible, pero suficiente para confirmar que la agresión ocurrió en ese perímetro y no desde el interior. Los empleados reconocen su preocupación: el área estaba reforzada, pero no preparada para un ataque coordinado o facilitado desde afuera.
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Autoridades del Zoológico denunciaron públicamente que el daño a la malla perimetral habría sido intencional. No se trató de perros que “se metieron” por accidente. Se presume que alguien manipuló una sección del cercado para permitir el ingreso de la jauría directamente hacia el corral de los muflones. La Fiscalía estatal ya investiga este punto. La hipótesis de un acceso forzado coincide con el hallazgo de una entrada trasera vulnerable, misma que conecta con zonas poco transitadas y difíciles de vigilar en horarios nocturnos.
Este episodio ocurre en un contexto complicado para el Zoológico de León. En los últimos años enfrentó críticas por fallas en infraestructura, señalamientos de organizaciones de protección animal y restricciones presupuestales que atrasaron varias mejoras internas. La administración actual asegura que ha reforzado protocolos y renovado áreas, pero el ataque exhibió que aún existen puntos débiles en el perímetro, sobre todo en las barreras que separan al zoológico de terrenos privados y caminos secundarios.
Tras la muerte de 24 borregos muflones, el Zoo anunció nuevos refuerzos de seguridad. Se revisará toda la malla ciclónica del borde de Ibarrilla. Se instalarán más cámaras en puntos antes considerados de bajo riesgo. También habrá mayor patrullaje interno en horarios nocturnos. El equipo veterinario mantiene atención sobre los animales sobrevivientes y el personal reconoce que la prioridad inmediata es cerrar la brecha que hizo posible la incursión.
Mientras avanza la investigación, queda claro que el ataque no solo mató parte del rebaño. También reveló una falla estructural que ahora obliga a revisar todo el perímetro del Zoológico de León, especialmente en esa línea invisible entre la ciudad, la zona residencial y el hábitat de la fauna que el parque intenta proteger.
