Pénjamo, Guanajuato.- En un municipio del estado, donde los campos de agave se extienden hasta donde alcanza la vista, se erige la majestuosa Hacienda Corralejo, un testimonio viviente de la rica historia de México. Fundada en 1565 por Don Alonso de Angulo y Montesino, esta hacienda ha sido testigo de siglos de transformaciones, desde la época colonial hasta la actualidad.

El 8 de mayo de 1753, en una de las estancias de esta hacienda, nació Don Miguel Hidalgo y Costilla, quien años más tarde se convertiría en el Padre de la Patria al encabezar el movimiento de Independencia en 1810. Su padre, Cristóbal Hidalgo, fungía como administrador de la hacienda en ese entonces, lo que permitió que Miguel Hidalgo creciera en este entorno agrícola y ganadero.

Al recorrer los vestigios de la hacienda, es inevitable imaginar a un joven Hidalgo caminando por sus patios empedrados, quizás observando las labores del campo o estudiando bajo la sombra de un árbol. La capilla de estilo barroco, aún en pie, atestigua las ceremonias religiosas de la época, mientras que el imponente monumento dedicado a Hidalgo en la explanada principal nos recuerda su legado y valentía.
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Con el paso del tiempo, la Hacienda Corralejo ha sabido reinventarse sin perder su esencia histórica. Hoy en día, es reconocida por la producción de uno de los tequilas más emblemáticos de México. Los visitantes pueden adentrarse en el proceso de elaboración de esta bebida ancestral, desde la cosecha del agave hasta la destilación y el embotellado. El aroma dulce del agave cocido impregna el aire, ofreciendo una experiencia sensorial única.
Además, la hacienda alberga el “Museo del Vino y la Botella”, que con una colección de alrededor de 3,000 botellas, es considerado el más grande de México en su tipo. Cada botella cuenta una historia, reflejando la diversidad y riqueza de las tradiciones vinícolas y tequileras del país.
La Hacienda Corralejo no solo es un testimonio del pasado, sino también un vibrante centro cultural y turístico. Sus patios y salones han sido testigos de innumerables eventos sociales, desde bodas hasta festivales culturales, donde la música, la danza y la gastronomía mexicana se entrelazan para ofrecer experiencias inolvidables.
Visitar la Hacienda Corralejo es emprender un viaje en el tiempo, donde cada rincón susurra historias de antaño y cada sorbo de tequila evoca tradiciones centenarias. Es un recordatorio palpable de la resiliencia y adaptabilidad de las raíces mexicanas, que, al igual que el agave, florecen incluso en las condiciones más adversas, ofreciendo al mundo lo mejor de su esencia.
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