León.- Pollo Loco, Pollo Giro, Pollo Feliz... la razón social ha ido cambiando a lo largo de 5 décadas, pero el estilo de preparación, la sazón y la calidad se han mantenido y es una marca que está presente en el gusto de los leoneses, a través de las generaciones.
Esta pollería conserva una tradición originaria de Sinaloa, cuyos creadores se expandieron desde el Pacífico hacia el resto del país, encontrando en el Bajío una gran aceptación. Llegó don Antonio de la Rocha, miembro de la familia fundadora, a establecerse en León junto con su familia.
El Pollo Loco empezó prácticamente desde abajo, en un terreno rentado cerca de la clínica T-21 del Seguro Social, en Prolongación Juárez. Se posicionaron enseguida y se fueron ampliando en la ciudad, mientras la marca también crecía a nivel nacional. Don Antonio en León, y sus familiares en Sinaloa, Guadalajara y Monterrey.
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En León se extendieron a todos los puntos de la ciudad. Principios de la década de los 80, no había mucha distancia por recorrer entre una sucursal y otra: la segunda abrió en el bulevar Hidalgo, entre las colonias El Retiro y Villa Insurgentes. Se formaban grandes filas de clientes que llegaban de colonias cercanas y no tanto, especialmente los fines de semana, en que prácticamente era obligado un Pollo Loco para la hora de la comida.
Después innovarían con el "pollo al barro" en el que la pieza, adobada, venía dentro de una especie de olla en la que se había horneado y había que quebrarla para disfrutar el relleno.
Una tercera sucursal se instaló en la avenida Francia, en la colonia Los Paraísos. Estas 3 pollerías siguen funcionando y se mantienen como emblema de la marca en León.
Ya después abrirían una en León Moderno, otra en la ahora extinta Plaza San Miguel, una en San Francisco del Rincón, otra en la Miguel Alemán a 2 cuadras del Mercado Aldama y otra en la avenida Nicargua, de la colonia Arbide.
Por presuntas diferencias con los familiares, propietarios del nombre El Pollo Loco, don Antonio cambió sus pollerías a “Pollo Giro”, y era esto todo lo que variaba en cuanto al concepto original. Después otro cambio de marca: Pollo Feliz, que es la que hasta la fecha se conserva.
El relevo generacional dejó la administración de la empresa en los hijos Antonio hijo, Federico y Noemí, quienes desde niños se habían adentrado en las labores de la rosticería, involucrándose en cada etapa del proceso como parte de su formación empresarial, a la par de sus estudios.
Los herederos han expandido la red de pollerías, que en León suma arriba de 20 sucursales, además de establecerse en los municipios vecinos e incluso en Querétaro y San Luis Potosí.
cv