BLOQUEOS CARRETEROS

¿Cuánto dinero le ha costado a Guanajuato una semana de carreteras cerradas?

Cada día con carreteras cerradas dispara el costo para transportistas, comercios y el corredor industrial

Escrito en GUANAJUATO el

Guanajuato, México.- Cada tráiler parado en la carretera 45 o en la 90 no solo está perdido “en el camino”: también está quemando dinero. En pocos días, los bloqueos carreteros en Guanajuato ya se pueden medir en cientos de millones de pesos y el impacto apenas empieza a asomarse en la economía del estado.

 

Desde finales de octubre y durante noviembre, productores de maíz y sorgo, junto con transportistas, han mantenido cierres parciales y totales en al menos siete tramos carreteros de Guanajuato, entre ellos la autopista 45D León–Aguascalientes, la carretera federal 90 en zonas de Irapuato y Pénjamo, así como vías hacia Salamanca y el corredor industrial. Las protestas se enmarcan en una movilización nacional que exige precios de garantía más altos para los granos y mayor seguridad en las carreteras. 

El primer dato duro llega del propio sector transportista en Guanajuato: de acuerdo con el Clúster de Logística y Movilidad del estado, los bloqueos de finales de octubre dejaron un impacto económico de 675 millones de pesos solo en el autotransporte. El cálculo se hizo con una estimación de 45 mil camiones varados y una pérdida promedio de 15 mil pesos por unidad, entre combustible desperdiciado, tiempos muertos, penalizaciones por retrasos y costos logísticos adicionales. 

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A esa fotografía se suma una cifra más reciente. El 25 de noviembre, la cámara del sector autotransporte reportó que, tan solo por los bloqueos de un lunes, las pérdidas para las empresas de transporte en Guanajuato rondaron los 16.4 millones de pesos, consecuencia de cierres y cuellos de botella en distintos tramos del país que afectaron directamente a flotas con base en el estado. 

El golpe no se queda en el diésel y los choferes varados. En la Central de Abastos de León, uno de los pulmones de suministro de alimentos para la ciudad y la región, los comerciantes estimaron que en apenas dos días de bloqueos las pérdidas llegaron a unos 10 millones de pesos, principalmente por mercancía perecedera que no llegó a tiempo o se echó a perder, además de una caída en las ventas por el desabasto parcial. 

 

Si se juntan solo estos tres datos –675 millones en el autotransporte, 16.4 millones en una sola jornada reciente y alrededor de 10 millones en la Central de Abastos– queda claro que el costo directo para Guanajuato ya se mueve en el rango de las centenas de millones de pesos. Y eso sin contar otras cadenas productivas que dependen del mismo flujo carretero: industria automotriz, metalmecánica, química, textil y de alimentos procesados, que también han reportado afectaciones en otras entidades cuando se interrumpen los corredores logísticos. 

El contexto nacional ayuda a dimensionar la magnitud del problema. La Concanaco Servytur estima que, a nivel país, los bloqueos de transportistas y productores del campo han generado pérdidas acumuladas de entre 3 mil y 6 mil millones de pesos en solo una semana, con al menos 29 cierres en 17 estados entre el 19 y el 26 de noviembre.   Guanajuato forma parte de ese mapa: no solo como territorio bloqueado, sino como nodo clave de paso entre el Bajío, el norte y el centro del país.

 

En escenarios más extremos, estudios previos sobre la industria del autotransporte han calculado que los bloqueos pueden representar pérdidas superiores a los 600 mil pesos por camión cuando el paro se prolonga: no solo por el costo operativo, sino por contratos incumplidos, penalidades, seguros y riesgos de robo o daños a la carga.   Guanajuato, con su alta concentración de armadoras, proveedoras automotrices y parques industriales, es especialmente vulnerable a esta lógica: una pieza que llega tarde puede detener toda una línea de producción.

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En tierra, el impacto se ve de forma muy concreta: traileros durmiendo en la cabina, filas de vehículos pesados que se extienden por kilómetros, familias atrapadas a mitad de la nada, y camiones refrigerados que dependen de un motor encendido para que no se pierda la carga. Cada hora extra en un bloqueo significa más diésel, más desgaste, más riesgo… y menos margen para el pequeño transportista que vive al día.

Del otro lado del bloqueo, el efecto llega tarde pero llega: anaqueles vacíos de ciertos productos, fruta más cara porque se perdió parte de la cosecha, materiales que no arriban a tiempo para una obra, líneas de ensamblaje que trabajan a medias y pequeños negocios que ven caer sus ventas porque el flujo de mercancía se vuelve impredecible. Para una economía como la de Guanajuato, montada sobre el camión de carga, cada tramo carretero cerrado es, en la práctica, una fuga de dinero.

El dilema queda planteado: mientras los agricultores exigen precios que cubran el costo de producción más una ganancia razonable, el resto de la cadena paga una cuenta silenciosa en forma de pérdidas millonarias. Lo único seguro es que, en Guanajuato, cada nueva jornada de bloqueos se puede traducir en más camiones detenidos, más mercancía detenida… y muchos más pesos que no llegan a su destino.