León, Guanajuato.- Un domingo a las 10 y media de la noche, conduciendo por la entrada principal del fraccionamiento “La Campiña del Bosque” uno de los fraccionamientos más lujosos en la ciudad fue encontrada, malherida y retorciéndose, Silvestre.
Una coneja de campo, como su nombre lo dice “Silvestre”, que paseaba por lo que alguna vez fue su hábitat natural: un cerro.
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El cerro donde actualmente se encuentra el fraccionamiento Gran Jardín, El Bosque y La Campiña. Un lugar donde los residentes conviven con la naturaleza y fauna que abraza el lugar, venados cola blanca, conejos, ardillas, lagartijas, entre otras especies.
Estos fraccionamientos están unidos en sus vialidades internas, en las cuales, la velocidad límite es de 50 kilómetros por hora. Algunos, no la respetan, ni siquiera se dan por enterados que hay señalamientos que dicen: “Precaución, cruce de animales”.
Un auto pasa a 80 kilómetros por hora en esta zona residencial, ninguna autoridad le dice nada, no hay consecuencias. ¿El resultado de esto? Un coneja es atropellada.
Sangrando por la boca, arrastrándose, asustada y temiendo por su vida, tendida en el pavimento quedó silvestre. Cuando 2 jóvenes, vecinos de la zona se percataron de ella.
Detuvieron su auto, se bajaron y rápidamente sostuvieron a la coneja en sus brazos, quien de la desesperación y susto no se dejaba agarrar, su instinto silvestre no se lo permitía. Pero fue en ese momento, que se dió cuenta que poco a poco se quedaba sin energía. Así que se tranquilizó.
Uno de los jóvenes la acurrucó en sus brazos, Silvestre estaba tranquila. Sabía que eran sus últimos momentos. Mientras el otro joven, buscaba desesperadamente por ayuda en internet. “No hay ninguna veterinaria abierta a esta hora y menos en domingo”, dijo con desesperanza.
Mientras llamaban a veterinarias, sin ningún tipo de éxito, un número misterioso en internet llamó la atención de uno de los jóvenes; “Veterinario 24 horas”. Llamaron Y rápidamente respondió una voz masculina en tono amable.
“Hola, ¿quién habla?”, preguntó el doctor. “Perdone que lo moleste tan tarde, pero necesitamos ayuda de emergencia”, comentó agitado uno de los jóvenes. “No hay problema, para eso estamos, dígame ¿que pasó?”, respondió el veterinario. “Tenemos un conejito reciente atropellado en los brazos, necesitamos que le salve la vida”, avisó el joven.
Inmediatamente, el médico veterinario le pasó la ubicación de su consultorio a los jóvenes, quienes acariciando y manteniendo en sus brazos a la coneja. Emprendieron el viaje nocturno.
La ciudad sola, sin tráfico, fueron aproximadamente 15 minutos lo que tardaron en llegar a la ubicación que marcaba el mapa,
Av. circunvalación No. 1835 en la colonia Jardines del Moral, una clínica veterinaria que justo al arribo del los dos jóvenes abrió su cortina principal.
Tras la cortina, un hombre de 60 años de edad, con canas, una mirada confianzuda y con una sonrisa en el rostro fue al grano.
Pidió que pusieran a la coneja en la báscula, luego en la mesa trabajo la empezó a examinar cuidadosamente y dijo “tiene la mandíbula y una pata rota, una cortada en la cabeza y la cadera fracturada, le dieron muy fuerte, el pronóstico es reservado”, explicó el doctor Germán Chávez Padilla.
La coneja parecía tranquila, uno de los jóvenes preguntó por que si estaba tan mal herida no emitía señales de dolor, “los conejos silvestres son muy fuertes, tienen el umbral del dolor más alto que un conejo domestico”, respondió el Dr. Chávez.
Tendríamos que hacerle varias cirugías y aún así le costaría mucho recuperarse, no creo que ni siquiera pueda pasar la noche, repito, su pronostico es reservado, lo mejor será dormirla, darle una muerte digna, para que ya deje de sufrir este pobre animalito”, dijo el veterinario.
Mientras uno de los jovenes le daba sus últimas caricias, el doctor preparaba una inyección y preguntó a los jóvenes: “¿quieren quedarse a acompañarla o esperan afuera?”, por lo que los jóvenes decidieron quedarse a acompañarla en sus últimos momentos “tenemos que aprender a valorar más la vida, dijo uno de ellos”, mientras el Dr. Chávez le aplicaba la eutanasia a la coneja directamente en el corazón.
Fue instantáneo, de un momento a otro, la coneja perdió sus signos vitales y dejó de sufrir, pudo finalmente descansar en paz.
El veterinario y los 3 jóvenes, hicieron silencio y se despidieron de la coneja, bautizándola como: “Silvestre”.
Momentos más tarde, el cuerpo de Silvestre fue enterrado por ambos jóvenes en dónde la coneja fue encontrada originalmente, con una oración y una sensación semi amarga, le dieron su ultimo adiós a la coneja.
Esta historia es un ejemplo de la imprudencia de los conductores que no respetan los límites de velocidad y los señalamientos en zonas que a pesar de ya ser residenciales, siguen siendo el hogar de muchas especies silvestres dentro del estado de Guanajuato.
Para casos así, existen héroes locales como el médico veterinario Germán Chávez, quien puede ser encontrado en su consultorio las 24 horas, su número de teléfono es el 4771719327.
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