Muy pocos conocen el secreto que rodea la relación entre la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el renombrado escritor jalisciense Juan Rulfo (1917-1986). Aunque no cursó estudios formales en esta institución, su vínculo con la Máxima Casa de Estudios dejó una huella imborrable en su camino literario.
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Juan Rulfo, reconocido por obras maestras como "El llano en llamas" (1953) y "Pedro Páramo" (1955), apenas llegó a la secundaria en su trayectoria académica. Su deseo de estudiar Derecho lo llevó a la UNAM, pero la institución no le reconoció sus estudios previos. A pesar de este obstáculo, se convirtió en un estudiante oyente en la Facultad de Filosofía y Letras, ubicada en el emblemático edificio de Mascarones en la calle de Tacuba.
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Aunque la UNAM no le permitió tomar exámenes ni obtener créditos oficiales, Juan Rulfo desafió las adversidades y persistió en su búsqueda de conocimiento. Asistió a clases y conferencias, absorbiendo la sabiduría de profesores reconocidos que contribuyeron a su formación literaria. Esta determinación revela la pasión y el compromiso que Rulfo tenía con su propia educación.
Los primeros pasos en la lectura
Desde su infancia, Juan Rulfo mostró un interés innato por la lectura. Durante la época Cristera, el cura del pueblo escondió la biblioteca de la iglesia en su casa, proporcionándole al joven Rulfo un acceso clandestino a los libros prohibidos. En estas circunstancias, descubrió a autores como Alejandro Dumas y Víctor Hugo, cuyas obras cautivaron su imaginación y alimentaron su amor por la lectura.
Juan Rulfo, a pesar de no haber completado estudios universitarios formales, se convirtió en uno de los escritores mexicanos más leídos a nivel nacional e internacional. Su obra ha sido traducida a más de 50 idiomas, trascendiendo fronteras y conectando con audiencias de diversas culturas. En 1983, recibió el prestigioso Premio Príncipe de Asturias, consolidando su posición en el panteón de la literatura mundial.
Año de honores
Aunque las circunstancias impidieron que Juan Rulfo obtuviera un título universitario, la UNAM reconoció su contribución excepcional a la cultura mexicana, latinoamericana y universal. En 1985, la institución otorgó a Rulfo el Doctorado Honoris causa, un gesto que simboliza la reverencia y gratitud hacia un hombre cuya genialidad literaria ha dejado una marca indeleble en la historia cultural de México.
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La historia de Juan Rulfo y su vínculo con la UNAM nos enseña que la educación va más allá de las aulas formales. La pasión, la determinación y la sed de conocimiento pueden conducir a un individuo a la cima del logro intelectual, incluso sin los títulos académicos tradicionales. La UNAM, como fuente de inspiración y sabiduría, jugó un papel fundamental en el viaje extraordinario de Juan Rulfo hacia la inmortalidad literaria.