Ubicada sobre el río Santiago, en Jalisco, la cascada del Salto de Juanacatlán pasó de ser un ícono natural conocido como “el Niágara mexicano” a convertirse en un foco de contaminación. Lo que alguna vez fue un destino turístico por su belleza, hoy es un vertedero tóxico que representa una seria amenaza para la salud de las comunidades cercanas.
Con una caída de 18 metros de altura y 100 metros de ancho, la cascada no solo destacaba por su belleza y aguas cristalinas, sino que también era una fuente vital para la agricultura y la ganadería de la región. Todo cambió a partir de la década de 1970, cuando diversas industrias comenzaron a instalarse en la zona y a utilizar el imponente río como canal de desechos.
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Contexto: la contaminación en el río Santiago
Según expedientes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que ha abordado el caso en los últimos años, "el río recibe descargas de más de 300 industrias en el corredor industrial Ocotlán-El Salto", lo que ha generado graves afectaciones a la salud de los habitantes de Juanacatlán, El Salto y otras comunidades cercanas. Los expertos señalan que la espuma que produce la cascada al caer es una clara muestra de la contaminación de este cuerpo de agua.
Este es uno de los cuerpos de agua más contaminados de México. Actualmente, existe un programa estatal de saneamiento con la meta de recuperar el río para el año 2050. En noviembre de 2024, antes de concluir su mandato, el entonces gobernador Enrique Alfaro reconoció que, pese a los esfuerzos de su administración, aún quedaba mucho por hacer.
"Lo que se tiene que entender es que iniciamos el proceso de saneamiento; el río no se ha limpiado, falta mucho por hacer", admitió el exmandatario. El daño es tan grave que se requerirán al menos dos décadas de trabajo para que el río vuelva a ser una fuente de vida y no de enfermedades.
A solo dos días de que concluyera la administración del gobernador Alfaro, Raúl Muñoz Delgadillo, presidente del Comité Ciudadano de Defensa Ambiental de El Salto, expresó su decepción por la limitada labor realizada para descontaminar el río Santiago, considerado el más contaminado de México.
“Pues estamos decepcionados, verdad, sobre todo fue una promesa incumplida que quedó trunca, no se logró el saneamiento porque no se atacó de manera integral la contaminación, sobre todo por querer hacer un proyecto desde el estado de Jalisco y alejado de la Federación y de los municipios también. Entonces quedó incompleto por esa razón”, reclamó el activista.
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Corte Internacional falla a favor de los pobladores
En febrero de 2020, la CIDH alertó sobre la grave contaminación del río Santiago y el lago de Chapala, que pone en riesgo la salud y la vida de miles de personas en la zona.
Tras revisar estudios y testimonios, la comisión encontró pruebas preocupantes: numerosas personas padecen enfermedades renales, y en niños se han detectado pesticidas en la orina.
Desde 2003, al menos 28 personas han fallecido por insuficiencia renal, mientras que la falta de hospitales adecuados agrava la situación, obligando a los enfermos a trasladarse hasta Guadalajara para recibir atención, indica la CIDH.
Aunque el gobierno de México ha implementado programas de saneamiento y tratamiento de aguas, la Corte Internacional señaló que estas medidas no han sido suficientes para eliminar los contaminantes industriales que afectan el río.
Por ello, la organización internacional exigió a México tomar medidas urgentes para proteger a la población en un radio de cinco kilómetros del río, en los municipios de Juanacatlán y El Salto, así como en comunidades cercanas al lago de Chapala. Estas medidas incluyen diagnósticos médicos especializados, atención adecuada y acciones para reducir la contaminación.
La resolución de la CIDH no implica que México haya sido declarado culpable de violaciones a los derechos humanos, pero sí obliga al Estado a actuar de inmediato para evitar daños irreparables a la población afectada.
Las enfermedades asociadas al río Santiago
Según la Gaceta de la Universidad de Guadalajara, investigadores del Centro Universitario de Tonalá determinaron en 2022 que el agua contaminada del río Santiago provoca daños en las células renales. En un estudio con ratones, detectaron alteraciones tras varios meses de consumo de agua del río, lo que refuerza la relación entre la contaminación y las enfermedades renales en humanos.
El agua analizada contenía cadmio, un metal pesado detectado en niños de El Salto. También se identificaron bacterias patógenas en niveles alarmantes, materia orgánica que favorece la proliferación de lirio acuático, parásitos y sustancias tóxicas como ácido sulfhídrico, plaguicidas y nanoplásticos.
Los expertos alertaron que el 94% de las descargas industriales y urbanas en la zona no reciben tratamiento, lo que contribuye a una crisis ambiental e hídrica.
La trágica historia del niño Miguel
Hace 17 años, Miguel Ángel López Rocha, un niño de El Salto, cayó accidentalmente al río Santiago y pereció luego de haber salido aparentemente ileso. Su muerte fue causada por una intoxicación severa debido a la presencia de metales pesados en su organismo, provenientes de las descargas industriales y domésticas que contaminan el río.
Desde entonces, su caso se convirtió en un símbolo de la lucha ambiental en la región. Activistas y pobladores denuncian que, a pesar del tiempo transcurrido, la contaminación sigue igual o peor, y cada año más personas enferman y mueren por la exposición a sustancias tóxicas.
El Comité Ciudadano en Defensa Ambiental de El Salto reportó que solo en 2024 fallecieron 168 personas, la cifra más alta en los últimos 17 años. Además, se detectaron 97 nuevos casos de insuficiencia renal y 37 de cáncer, enfermedades asociadas a la contaminación del agua.
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El río Santiago, que alguna vez fue un paraíso donde las familias nadaban y pescaban, hoy es un símbolo de muerte y enfermedad. La falta de regulación sobre las industrias que vierten desechos en el agua ha convertido la zona en una crisis de salud pública que sigue cobrando vidas.