HISTORIA Y TURISMO

El Cristo gigante de Chiapas, más grande que el de Brasil, pero sin visitantes ni ganancias

Aunque la construcción del monumento costó más de 100 millones de pesos y fue inaugurada en diciembre de 2011, el entorno luce abandonado y sin vida

Aunque la construcción del monumento costó más de 100 millones de pesos y fue inaugurada en diciembre de 2011, el entorno luce abandonado y sin vidaCréditos: Christián González
Escrito en ESTADOS el

A pesar de que, con sus 48 metros de altura, el Cristo de Copoya se convirtió en uno de los más grandes de Latinoaméricasuperando incluso al de Río de Janeiro, en Brasil (38 metros)—, el sitio donde se ubica luce descolorido y el turismo, en este caso religioso, no es el que los lugareños esperaban.

Contexto: esta estatua, en la que se invirtieron más de 100 millones de pesos, está ubicada en el ejido Copoya, en Tuxtla Gutiérrez, y fue inaugurada el 6 de diciembre de 2011. Prometía atraer a una gran cantidad de visitantes, pero la realidad es distinta: los comerciantes locales no ven reflejada esa expectativa en sus ingresos.

La imagen pesa 180 toneladas y está erigida en el Cerro de Mactumactzá. Fue diseñada inicialmente por el escultor Gabriel Gallegos y concretada por el arquitecto Jaime Latapí Tapia.

De hecho, el proyecto quedó inconcluso, ya que aún no se cumple lo prometido en 2007 por la administración del entonces gobernador Juan José Sabines Guerrero.

Dentro del plan original se contemplaban áreas verdes, un restaurante y otros espacios; sin embargo, el sitio permanece árido y “sin brillo”.

Para algunos pobladores nativos, o quienes desde hace tiempo viven en el ejido Copoya —ubicado a menos de 10 minutos de la capital chiapaneca—, lo que al principio fue “una fiesta” hoy representa la “hecatombe” de un Cristo que, de glorioso, solo conserva el recuerdo.

Vendedores se quejan de las malas ventas 

Consciente de la situación, Amparito, vendedora de curtidos, refrescos y otros productos, lamenta que las ventas sean demasiado bajas, y que el turismo que llega a Copoya solo visite el Cristo sin recorrer las calles del ejido, que también requieren de una “manita de gato”.

Sólo vienen y se van, ahí dentro hay cafetería, o en ciertos días hay vendimias, entonces el turista ya no recorre el pueblo, y pues por lo general así luce, todo muerto”, confiesa.

Otra vendedora de antojitos como empanadas, tacos fritos y la bebida tradicional conocida como pozol, quien prefirió reservar su nombre, lamenta que el Glorioso Cristo de Copoya no les reditúe en nada.

Asevera además que la afluencia al monumento religioso es escasa durante la mayor parte del año, y que los visitantes no gastan en los negocios locales como se había esperado.

Y menos nosotras que estamos casi en la entrada del pueblo, sólo pasan de largo, y no hay más, así que nos conformamos con lo poco que pueda haber al día”, confiesa.

En Copoya, la mayoría de las calles luce desértica. Las bancas y otros “arreglos” realizados se encuentran abandonados, rotos y sin color. Otra situación que “agüita” a los lugareños es que el acceso al Glorioso Cristo suele cerrarse alrededor de las 3 de la tarde, lo que limita aún más sus oportunidades de venta.

Aunque el monumento no ha representado beneficios económicos para los pobladores, José Antonio Carameo Palma, originario de Villahermosa, Tabasco, destacó la belleza del lugar.

Es la primera vez que venimos, con mi familia, y sí nos gustó mucho”, confesó, mientras recorría el sitio junto a sus seres queridos. Además del Cristo, el lugar cuenta con salas para misas y exhibe figuras como la del Papa Juan Pablo II y otra realizada en 2017 en honor al Sumo Pontífice Francisco (Jorge Mario Bergoglio), entre otros “atractivos” religiosos.

Las promesas inconclusas alrededor del Cristo de Chiapas

Para Roberto Jiménez Paredes, representante de la Unión de Mototaxis del Jobo y Copoya, hasta ahora no han visto “nada claro”, ya que no se han concretado proyectos como el Corredor Zoque o el Mercado de la cultura tradicional, donde también se contemplaban otras actividades.

Muchas cosas quedaron en el olvido, todo fue puro cacareo”, aseveró el entrevistado, quien considera necesario impulsar acciones para reactivar económicamente la zona. “Porque hay mucho que hacer por esta zona”.

Actualmente, casi nadie habla del Cristo que, en su momento, se esperaba superara en tamaño al Cristo Redentor de Río de Janeiro (38 metros), al de La Concordia, en Torreón, Coahuila (34.2 metros), y al de Otero, en Palencia, España (20 metros).

Hoy, la promoción del lugar se limita a discursos políticos o spots gubernamentales que no se traducen en mejoras tangibles para un proyecto que, desde un inicio, no “pintaba bien” debido a los retrasos en su construcción. Lo más preocupante es que los habitantes de Copoya enfrentarán, al menos por otro año, un “viacrucis” más.

Roberto Jiménez insiste en que el abandono por parte de los gobiernos ha sido constante a lo largo de los años. Añade que están interesados en recibir capacitación para aprender a gestionar apoyos que impulsen el desarrollo de la región.

El problema, recalca, es que al ejido Copoya no le llega ningún beneficio, “como que no lo voltean a ver”.

De acuerdo con Francisco Rojas Toledo, regidor del Ayuntamiento de Tuxtla, la realidad es que Copoya es un ejido que permanece olvidado.

Aunque destaca que cada vez más personas visitan el Glorioso Cristo de Copoya, considera urgente no solo promover el lugar, sino también fomentar la apertura de negocios de artesanías y restaurantes con gastronomía zoque para que los visitantes se queden a consumir en el pueblo.

Veo cierto abandono en las calles, la recolección de basura es pésima, de repente vemos montones de basura, lo que da un aspecto negativo hacia la opinión de los paseantes, por eso digo que el gobierno municipal ha abandonado esa parte”, asegura.

Convencido de que Copoya podría llegar a ser un Pueblo Mágico, señala que otro error fue construir calles de concreto, ya que esto le restó la esencia tradicional al poblado.