DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER

La historia de María Sojob, la cineasta indígena que desafía los estereotipos en Chiapas

Su trabajo cinematográfico busca recuperar formas narrativas autóctonas, reflejando la visión de su comunidad

María Sojob es una cineasta indígena tsotsil originaria de Chenalhó, Chiapas
María Sojob es una cineasta indígena tsotsil originaria de Chenalhó, ChiapasCréditos: Especial
Escrito en ESTADOS el

En Chenalhó, como en muchos pueblos indígenas de Chiapas, es difícil que una mujer sobresalga en cualquier ámbito, especialmente en el profesional. Por lo general, su rol está destinado al hogar, a la maternidad y al servicio de sus esposos, sin posibilidad de participar o tomar decisiones importantes en la vida comunitaria, pues estas están reservadas para los varones.

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Sin embargo, María Sojob, cineasta hablante de la lengua tsotsil, logró descifrar el código que le permitiría marcar la diferencia dentro de su comunidad e incluso regresar a ella tras un largo tiempo fuera. Su objetivo era vivir con y para su gente, llevando el cine que ella misma produce, una auténtica cosecha de casa.

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Sentada en una vivienda de San Juan Chamula, donde asistió al cierre del carnaval de ese municipio indígena de la región Altos, explica que su nombre completo es María Dolores Arias Martínez, pero no le gusta usarlo porque muchos apellidos en su pueblo fueron impuestos durante la época de la invasión española, cuando antes existían linajes propios.

“El reconocerme como María Sojob, reconocer el linaje, para mí es importante; por eso me autonombro así”, señala la mujer de 41 años y madre de dos niñas.

Aunque se esperaba que siguiera los pasos de sus padres, ambos maestros en Educación Indígena, rompió con los esquemas y se inclinó por el séptimo arte. Su interés por el cine comenzó con grabaciones sencillas de las costumbres locales y la llevó a estudiar Ciencias de la Comunicación en una universidad pública de Chiapas. Posteriormente, trabajó como conductora de noticias en tsotsil para una televisora local, hasta descubrir su verdadera pasión: el cine documental, lo que la motivó a realizar una maestría en la Universidad de Chile.

Volver a casa, quedarse y “ver cómo germina la semilla”

Con los conocimientos adquiridos, María Sojob se convirtió en cofundadora y programadora del proyecto “Cine Bolomchón”, el único en Chiapas y uno de los pocos en México que exhiben películas en un espacio comunitario, formando así un público propio.

Pero su vida no gira exclusivamente en torno al cine. También se convirtió en la segunda mujer de su pueblo en ocupar el cargo de presidenta del Patronato de Luz, una organización con aproximadamente 40 años de existencia en una comunidad donde las mujeres tienen vetado el acceso a estos puestos.

“(Pero) las mujeres sí somos capaces de ocupar cargos dentro de la comunidad, desde cargos sociales o directivos, de liderazgo, y seguir siendo parte de la misma”, expresa.

Uno de sus mayores desafíos fue hace aproximadamente 24 meses, cuando su esposo fue nombrado “paxon” (autoridad de la comunidad). Esto le exigió dedicar un año de su vida a la responsabilidad del cargo, lo que, al final, se tradujo en un reconocimiento y aceptación por parte de la comunidad, cambiando la percepción no solo hacia él, sino también hacia ella.

Este proceso también le sirvió para replantear su enfoque cinematográfico, reflexionando sobre cómo hacer sus películas y qué historias contar.

Antes, durante y después del 94

María Sojob es consciente de que, antes del levantamiento zapatista de 1994 en Chiapas, ya había compañeros que realizaban registros audiovisuales de luchas, movimientos y denuncias sociales.

También los zapatistas empezaron con un proceso de formación audiovisual, y de esa forma tener la herramienta para registrar lo que sucedía dentro del movimiento”.

Según cuenta, ella fue una de las primeras mujeres indígenas en salir de su pueblo para profesionalizarse en el cine, con un enfoque documental en su narrativa.

La esencia de su cine 

Para ella, es fundamental reflexionar sobre la estética y narrativa de las películas. “Estamos invadidos por lo que viene de fuera, que ya tiene una estructura, lo que tiene que ver con nuestra cultura visual”.

Por ello, busca que las películas grabadas en la comunidad recuperen las formas narrativas propias del lugar: “nuestros tiempos, cómo todo eso lo trasladan a esas películas”.

Su objetivo no es solo crear largometrajes en su territorio, sino también llevar esa “cosecha” a Chenalhó, como ha hecho con el proyecto “Cine Bolomchón”. Destaca que, al hacer una película, ya saben con quién hablar y hasta dónde pueden grabar, lo que les permite actuar con mayor conciencia.

Este enfoque se refleja en películas como Tote (Abuelo), una obra familiar e íntima que, aunque no fue concebida para exhibirse más allá de su comunidad, terminó participando en festivales y muestras de cine, además de recibir premios.

Los retos continúan para la cineasta 

Aunque ella y otras mujeres han demostrado que pueden dedicarse a ámbitos distintos a los tradicionalmente asignados, muchas aún enfrentan barreras que les impiden salir y brillar. En muchos casos, deben permanecer en casa y casarse desde temprana edad.

“Para que la mujer atienda la casa, a los hijos, y que el hombre salga a trabajar y lleve el sustento. De hecho, en mi familia hay tías que no les permitieron a sus hijas salir, les impidieron desempeñarse en otra cosa; sólo algunos tíos sí lo permitieron, sobre todo que estudiaran para ser promotores educativos o maestros de educación indígena como ellos”.

¿Qué sigue para María Sojob?

Consciente de que no puede detenerse, Sojob trabaja en dos nuevos proyectos: uno en Honduras, con mujeres lencas que luchan contra megaproyectos y buscan recuperar conocimientos ancestrales, y otro titulado Rioch (Palabra Florida), grabado en su natal Chenalhó, sobre la única mujer que conoce un canto especial para los cargos comunitarios.

Aunque sabe que los festivales son espacios elitistas, se aferra a la idea de que lo producido en casa debe consumirse en casa.

Al principio nos costó, porque montábamos todo y sólo estábamos mi compañero y yo, pero después cambó todo, cuando pensábamos que el cine no le interesaba a la comunidad, y hasta que ya formamos un público”.

María Sojob lanza un mensaje de esperanza y reconocimiento a las mujeres indígenas que han decidido incursionar en el cine. “Si esto inspira a otras personas, es maravilloso”.