DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER

Migrar para huir de la violencia doméstica: la dura historia de Lizbeth y Claudia

Según la ONU, 816 mil migrantes extranjeras atravesaron México en 2024, enfrentando riesgos adicionales a los de otros migrantes

En Tijuana, activistas reportan que muchas mujeres toman pastillas anticonceptivas antes de migrar, por temor a sufrir abuso sexual
En Tijuana, activistas reportan que muchas mujeres toman pastillas anticonceptivas antes de migrar, por temor a sufrir abuso sexualCréditos: Cuartoscuro
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Lizbeth dejó Honduras en noviembre de 2024 con la esperanza de ingresar a Estados Unidos, el mismo objetivo que cada mes impulsa a decenas de miles de personas a llegar a la frontera norte.

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Sin embargo, su motivo para migrar no fue la guerra, el hambre, la falta de empleo ni la persecución del crimen organizado, sino la urgente necesidad de escapar de 35 años de violencia doméstica.

“Desde aquel momento, él está tratando de averiguar dónde estoy, pero nadie le da razón de mí, porque nadie sabe dónde estoy. Tengo miedo de que pueda enterarse de mi paradero, porque me decía que si lo dejaba me mataba”, contó.

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Según datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el mismo año en que Lizbeth dejó su hogar, más de 816 mil migrantes extranjeras, como ella, atravesaron México.

Todas ellas, tanto en su trayecto como en sus lugares de destino, enfrentan riesgos adicionales a los que afrontan el resto de los migrantes, según la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur).

“Las rutas de desplazamiento desoladas o altamente militarizadas y la falta de presencia institucional hacen a las mujeres, adolescentes y niñas más vulnerables a la trata de personas con fines de explotación sexual, a la violencia y a la desaparición forzada”, ha señalado la Agencia.

En Tijuana, activistas y migrantes han denunciado en más de una ocasión que muchas mujeres, conscientes del riesgo de sufrir abuso sexual, optan por tomar pastillas anticonceptivas antes de iniciar su viaje.

Lizbeth viajó durante días, escondida y sin comer 

Lizbeth afirma que no tuvo mayores dificultades para ingresar a México y llegar hasta Monterrey, pero su travesía se convirtió en “una pesadilla” cuando abordó un tráiler con destino a la frontera de Tijuana, Baja California.

Durante tres días estuvo sin alimentos ni agua, sin acceso a un baño y sumida en la oscuridad, oculta por órdenes del conductor.

“Nos encerró debajo de su camarote, en un cajón pequeño. Y allí teníamos que entrar dos. Era tan angosto el espacio que quedamos como fetos”, recuerda.

En esta frontera, dos asociaciones civiles brindan atención exclusiva a mujeres migrantes que viajan solas o con hijos menores de 18 años y conocen de sobra estas historias.

Albertina María Paoletti, directora del Instituto Madre Asunta, identifica dos principales flujos migratorios: el de mujeres mayores que buscan reencontrarse con sus familiares, principalmente hijos e hijas, y el de víctimas de violencia, como Lizbeth.

Estamos viendo últimamente que muchas de las mujeres lo que buscan quizá no es tanto tener una vida mejor, sino huir de la violencia intrafamiliar, del crimen organizado que todos conocemos”, comenta la religiosa.

En algunos casos, ambos escenarios tienen una misma raíz: el agresor dentro del hogar mantiene vínculos con grupos criminales, agrega.

Claudia huyó de Colombia por el acoso de su expareja 

“Claudia”, una colombiana que escapó de la violencia y el acoso de su expareja, también forma parte de las estadísticas oficiales. Sin embargo, su trayecto por México no fue mejor, a pesar de que no utilizó las peligrosas rutas de los traficantes ni tuvo que ocultarse en compartimentos reducidos.

Viajó con pasaporte en mano, pero en cada terminal aérea o de autobuses —en Ciudad de México, Cancún (Quintana Roo) y León (Guanajuato)— sufrió abusos por parte del Instituto Nacional de Migración (INM).

En su primer intento por alcanzar la frontera norte, fue retenida e incomunicada durante cinco horas antes de ser sometida a un interrogatorio exhaustivo sobre el propósito de su viaje.

Me dejaron como si fuera una delincuente. Incluso su trato y su forma de hablar era altanero, grosero. No me permitieron ni salir al baño”, menciona.

La necesidad de atención psicológica en las mujeres migrantes 

De acuerdo con el Instituto Nacional de las Mujeres, aunque los estudios de salud pública indican que la migración en sí misma no genera problemas de salud mental, hacerlo en condiciones de riesgo puede afectar gravemente a grupos vulnerables, como las mujeres.

En octubre de 2024, esta institución publicó el “Modelo de atención a la salud mental y atención en crisis de mujeres migrantes”, con el objetivo de identificar factores de riesgo y establecer lineamientos para que las instituciones diseñen protocolos de atención adecuados.

“Este modelo se justifica al no existir criterios mínimos que marquen la pauta para atender la salud mental de manera eficaz, basados en una investigación profunda de las necesidades de las mujeres migrantes en situación de crisis”, señala el documento.

Para Lizbeth y “Claudia”, quienes de un momento a otro se encontraron solas y sin saber a dónde acudir, la necesidad de esta atención es evidente.

Venía ya bien golpeada, con moretones y rasguños. Luego me llevaron a un albergue que era solo de hombres y allí me dejaron botada”, recuerda Lizbeth.

Finalmente, ambas lograron encontrar refugio en un albergue exclusivo para mujeres. Sin embargo, la madre Albertina María Paoletti advierte que aún les queda un largo camino para superar su pesadilla.

El viaje les ha revelado dimensiones de sí mismas que nunca antes habían explorado, pues toda su vida fueron madres, esposas o compañeras, y rara vez pensaron en ellas de manera individual, explica.

“Estamos viendo que la salud mental es la primera cosa que debe ser atendida. Porque hay mucho estrés, mucho cansancio, mucho agotamiento mental”, concluye la directora del Instituto Madre Asunta.

Actualmente, Lizbeth y “Claudia” se encuentran en un limbo migratorio: no pueden regresar a sus países por miedo a la violencia, no pueden ingresar a Estados Unidos debido al endurecimiento de las políticas migratorias de Donald Trump y deben permanecer en México sin tener claro qué hacer.